martes, 15 de enero de 2013

LA LEYENDA DE SAN AGUSTÍN - Capitulo 15 "Despertar"



D
os días después, Samanta logró abrir los ojos, lentamente y con esfuerzo pudo despertarse, ya no estaba en el Convento, veía una especie de cuarto de hospital, miró a su lado y vio a Adrián durmiendo en un sillón.
– Despierta – le dijo a su amigo.
– Que bueno que despertaste – dijo alegre Adrián – estaba tan preocupado, pensé que podías… – Adrián se interrumpió mientras su rostro se coloraba. Samanta sonrió y le dio las gracias.
– ¿Cuánto tiempo llevo aquí? – preguntó ella
– tres días – respondió Adrián
– ¿y todo este tiempo tu estuviste aquí?
– bueno, también han venido la hermana Concepción, la Madre Superiora y varios sacerdotes y monjas del Convento.
– Oh, ¿es que estoy en el pueblo?
– Si, en el Hospital San Agustín.
– ¿es que acaso todo se tiene que llamar así?
– jajaja, recuerda que así se llama el pueblo.
   Samanta rió un poco y luego quedó pensativa, tomó un respiro y preguntó:
– ¿Qué has sabido de…?
– ¿Ricardo? – continuó Adrián – Nada, está desaparecido, su habitación está vacía.
– ¿crees que esté…?
– ¿muerto?, no lo sé, espero que no, es un gran muchacho, y no creo que haya querido… bueno… envenenarte.
– pero lo hizo, esa manzana tenía algo, claro… y yo de boba que me la comí.
– No fue tu culpa.
– lo sé, pero aun así, quisiera verlo y hablar con él, y que me explique por qué lo hizo.
– Yo también.
– ¿y como hiciste para que te dejaran salir del Convento?
– la Madre Superiora lo entendió, y me dejó venir, espero que no te haya molestado.
– No, al contrario, gracias por acompañarme, pero no pretenderás rebajar esos kilitos con la comida pésima que debe haber en este hospital.
– claro que no, y por cierto, debo llamar a la Madre Superiora para avisarle que ya despertaste – dijo Adrián poniéndose de pie.
– ¿y hay teléfono en el Convento?
– Si, ¿no lo sabías? Hay uno en la oficina de la Madre Superiora.
– ah ya veo, supongo que así es como se comunica con el Padre Vicente.
– ¿de que hablas?
– no me prestes atención, solo hablaba conmigo misma.
– de acuerdo, vuelvo en un momento.
   Adrián salió del cuarto y Samanta quedó pensativa, ella se decía: “la Madre Superiora llama al padre Vicente”, pero ¿Qué tiene que ver Ricardo en todo esto?
   Repentinamente se abrió la puerta y entró un enfermero cerrándola tras si, se acercó a Samanta y esta pudo verle claramente el rostro, se trataba de Ricardo.
– ¿Qué haces aquí? Voy a gritar si no te vas – dijo ella.
– Sshhttt, no voy a hacerte nada, vengo a decirte que corres peligro, lo de la manzana…
– Ya basta ¿quieres? – le interrumpió – pensé que necesitaba una explicación de tu parte, pero ya no te creeré nada, así que ahórratela.
– Samanta debes escucharme – decía Ricardo – todas estas muertes fueron planeadas por él.
– ¿por quien?
– por el Padre Vicente, él llamaba a la Madre Superiora y le daba órdenes.
– ¿Cómo sabes eso?
– porque ayer escuché una conversación, la Madre Superiora hablaba por teléfono y decía: “Vicente, todo Salió mal” luego dijo algo como “Yo misma me encargaré de ella” y después dijo “Matías era un traidor”, ¿ahora ves? Estás en peligro.
   Samanta quedó muda por unos instantes, luego reaccionó y dijo:
– ¿la Madre Superiora y el misterioso Padre Vicente son los responsables de…? ¿estás seguro que oíste eso? No puedo creerlo.
– claro que la escuché, por eso debo esconderme, avísale a Adrián, también corre peligro.
– ¿pero yo que tengo que ver en todo esto? – preguntó ella – ¿Por qué querrían matarme?
– Tal vez no te querían envenenar a ti, yo fui el que tomó la manzana de la fuente, todos sabían que yo sería capaz de hacerlo, pero…
– ¿pero que?
– yo reté primero a Adrián a que se la comiera, siempre logro que él haga algo que yo quiero y…
– la Madre Superiora sabía eso – acotó Samanta.
– es decir, que la victima no eras tú, era Adrián ¿Dónde está él?
– salió a llamar a la… Madre Su pe – rio – ra
   Las palabras de Samanta salían mas lento y entrecortadas, pues precisamente la Madre Superiora entraba en ese momento, trayendo del brazo a Adrián.
– Es hora de que hablemos seriamente los cuatro – dijo la autoritaria monja – ahora mismo acabaremos con esto.
   Ricardo y Samanta tragaron saliva, mientras que Adrián seguía con su mirada de asustado, la tensión aumentó y el ambiente se tornó más escalofriante.

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