martes, 15 de enero de 2013

LA LEYENDA DE SAN AGUSTÍN - Capitulo 12 "¿Será la maldición?



M
edia hora después llegaba Estefanía a la puerta de Samanta quien aun seguía gritando.
– ¡Ábreme la puerta! – le gritó Samanta
– ¿Qué sucede? – preguntó Estefanía
– La hermana Isabel está en peligro, la quieren matar.
– ¿Quién? Si no he visto a nadie, te oí gritar y vine.
– ¿estás segura Estefanía? ¿No viste a la hna. Isabel?
– No, nadie está por aquí, recuerda la maldición
– no empieces con eso, y ¿Por qué me encerraron?
– eso no lo sé, ¿Quién haría eso?
– la verdad es que pensé que fue la hermana Isabel ya que actuaba muy sospechosa,… pero ahora que vi que alguien la perseguía, ya no estoy muy segura.
– es la Maldición – dijo Estefanía – el alma de San Agustín cayó sobre la hna. Isabel.
– eso es absurdo – respondió Samanta – además aun no sabemos que pasó con ella, si aún está viva, sigamos buscando.
   Samanta y Estefanía fueron al jardín lateral, no había nadie allí, así que se dirigieron al corredor principal, vieron una habitación que tenía la luz encendida.
– Es la habitación de la hermana Isabel – dijo Estefanía
– Aun tiene la luz encendida – acotó Samanta.
   Las chicas se dirigieron a la puerta cuya luz salía por su rendija, tocaron pero nadie contestó, Samanta giró la perilla lentamente, estaba  abierta,  así  que  ambas  entraron  y  allí  mismo, en todo el centro de la habitación, había un cuerpo colgando del techo, alguien se había ahorcado, una monja yacía colgada del cuello y al darle la vuelta no hubo la menor duda: la joven novicia Isabel estaba sin vida ahorcada con una gruesa soga. Una silla estaba tirada a sus pies y junto a ella había una manzana roja.
– ¡Te lo dije! – exclamó Estefanía – la maldición de San Agustín, la leyenda es cierta, la pobre hna. Isabel fue victima por desobedecer las reglas.
   Samanta aun estaba en shock, sentía que se desmayaba pero un trozo de papel en la cama llamó su atención, lo tomó y lo leyó.
– ¡Mira lo que dice este papel! – exclamó – en letras mayúsculas se lee la frase: “MATÍAS ES UN TRAIDOR”
– ¿Matías es un traidor? – preguntó Estefanía – ¿Por qué?
– Así que si sabes quien es Matías.
– claro, es mi hermano – dijo ella – es el único que me comprende y no me encierra como la Madre Superiora.
– quien también es tu hermana ¿cierto?
– ¡Cállate!, no digas eso, ella no puede ser mi hermana.
– por supuesto que lo es Estefanía, y ahora mismo me vas a decir cual es tu juego.
– ¿de que hablas? ¿Cuál juego?
– el que tienes tú con Matías, no creas que no lo sé, para empezar dime ¿Por qué él se parece al Padre Agustín?
– porque somos sus descendientes y… – Estefanía se cayó tapándose la boca repentinamente – lo siento, no debí decírtelo, yo no…
– Así que San Agustín no era tan santo – mencionó Samanta – tuvo un hijo ¿con quien?
– No diré una palabra más, él me tiene prohibido hablar de eso.
– ¿Quién? ¿Matías? ¿el Padre Vicente? ¿Quién es ese él?
– ¡Ya basta! – gritó Estefanía mientras salía despavorida a gran velocidad hacia el jardín trasero del Convento.
   La noche avanzaba más, y Samanta fue a la oficina/habitación de la Madre Superiora para informarle de la tragedia de la hna. Isabel, tocó y tocó pero nadie respondió, así que se dirigió a las habitaciones de los varones, al otro lado, para buscar a Ricardo y Adrián.
– Ricardo ¿estás allí?
– ¿Samanta? – dijo él – Gracias a Dios, ábreme, me han encerrado todo el día.
– ¿Quién te encerró?
–No lo sé, fue antes del desayuno, creo, cuando me di cuenta ya no podía salir, y todos se habían ido.
– ¿y Adrián?
– debe estar en su cuarto, vamos.
   Ambos cruzaron la plazoleta y al llegar al otro lado llamaron a Adrián.
– Adrián ¿estás allí?
– muchachos, ¿Qué están haciendo afuera a esta hora?
– abre la puerta
– no puedo salir
– ¿también te encerraron?
– eso parece – contestó él – no entiendo cuando, ni para que.
– A mi también – dijo Samanta – escuché un llanto y cuando quise salir, estaba encerrada.
– ¿viste a alguien?
– No lo van a creer, pero la hermana Isabel se ahorcó en su habitación.
– ¿Cómo?
– ¿en serio?
– Estefanía y yo fuimos a verla y la vimos, por cierto ella me confesó algo extraordinario, resulta que el Padre Agustín, el San Agustín tuvo…
   Un espeluznante grito interrumpió el descubrimiento que Samanta intentaba contarles a sus amigos, los tres se dirigieron al jardín central de donde provenía el grito, cuando llegaron, vieron a la Hna. Concepción llorando cerca de la fuente.
– Hermana Concepción – dijo Ricardo – ¿Qué hace por estos lugares a esta hora?
   Ella seguía llorando mientras señalaba la fuente, los tres jóvenes se acercaron y vieron un hombre vestido de monje, maniatado de pies y manos, con una soga amarrada al cuello, inerte dentro de la fuente. Era Matías, el hombre parecido a San Agustín yacía muerto de la misma forma que el cura del siglo XIX. Unas manzanas rodeaban su cuerpo, Ricardo y Adrián se miraron estupefactos mientras Samanta solo logró pronunciar las palabras de la nota encontrada en la habitación de la hna. Isabel:
– Matías es un traidor – susurraba ella – Matías es un traidor.

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