Y
|
a eran las diez
con treinta minutos de la noche; el Terminal de pasajeros estaba casi vacío, la
gente descansaba un rato mientras esperaban algún autobús, apenas se escuchaba
un murmullo en el ambiente; De repente un ruido inquietante se oyó, el pequeño
Brian corrió desesperado hacia Leticia, su madre:
— ¡Mamá, corre,
que te persiguen! — dijo en tono de desesperación.
— Brian ¿Qué
ocurre?— preguntó ella — ¿Quién me persigue? —
dijo sin salir de su confusión.
Solo faltaban unos cuantos metros para que
Brian llegara donde su madre, pero antes de extender sus brazos, un disparo se
oyó en medio del bullicio… todo quedó en silencio… Los ojos de Leticia se
abrían aún más mientras veía como su pequeño hijo caía lentamente como si el
tiempo se hubiese detenido; su cuerpo yacía en el suelo mientras ella estaba
paralizada de horror.
Después de unos segundos que más bien
parecieron horas, ella volvió en sí, y gritó:
— ¡Nooooooo! —
¡Ahhhhhh! — ¡Brian! ¡Noooooo!
Ella miraba a todos lados tratando de buscar
al responsable del disparo, nadie estaba cerca, la poca gente soñolienta apenas
se acercaba para ver que había ocurrido.
— ¿Quién quiso matar a mi bebé? — pensaba.
Unos guardias de
seguridad se acercaron al pequeño.
— ¡Aún está vivo!—
dijo uno de ellos — ¡Llamen una ambulancia urgentemente!
Leticia se acercó rápidamente a él.
— Descuida tesoro,
todo estará bien, ya vienen los paramédicos — le dijo en un tono suave.
Su rostro se palidecía, el niño solo sonrió
y una lágrima brotó por su cara, mientras extendía su mano al bolsillo de su
pantalón y para sacar un pedazo de papel doblado.
— Esto es para ti,
Mamá
— No digas nada, mi
amor, espera a que te mejores
Los ojos de Brian brillaron más y nunca se
apartaron de los de su madre, nunca se quejó de su dolor, solo miraba fijamente
a su madre y a la vez sonreía.
— Ya ves que no
llegaré a los once después de todo
— Olvídalo, hijo
— Bendición, Mamá —
fue lo que alcanzó a decir con algo de esfuerzo.
El rostro de Leticia se entristeció mucho más
y en medio de un sollozo dijo:
— Dios te bendiga,
mijo
Leticia veía como los ojitos de su hijo se
cerraban poco a poco mientras lo tomaba fuertemente de las manos; allí, Brian
Samuel Rivers Tovar respiró su último aliento de vida.
Después de unos instantes llegó Tommy.
— No puedo
creerlo, Leti — dijo con una mirada de tristeza y entre sollozos murmuró:
— Era mi único
hijo, siempre lo fue, siempre lo será
Mientras tanto Leticia seguía con la mirada
en el infinito; de pronto se acordó del papel que Brian le entregó antes de
morir.
— Señor — le dijo
a un guardia de seguridad —¿Puede Ud. prestarme unos anteojos?
El guardia se acercó y se sentó a su lado.
— Tenga, mi
Señora, use los míos
Ella comenzó a leer…
— ¡Por Dios! ¡Es
una carta! — dijo ella mientras se secaba las lágrimas.
Entre tanto Tommy seguía junto a la ventana
de la estación del Terminal donde ocurrió todo, cerró los ojos y por primera
vez en su vida elevó una oración al cielo:
— Siento mucho que
haya pasado así, Brian, espero que puedas perdonarme
Aún se encontraba orando silenciosamente
cuando Leticia terminó de leer la carta de Brian, la expresión de su rostro
había cambiado totalmente; ahora se veía una Leticia llena de ira y dolor.
— ¡Como pudiste
hacerlo! — dijo con furia mientras le arrebataba el arma al guardia de su lado.
— ¡Señora! ¡Qué
hace! — exclamó el guardia.
Ella apuntó a Tommy, y él, sabiendo lo que
ocurría nunca volteó, porque sabía que ella tenía una buena razón para hacer lo
que estaba haciendo; solo miró la hora en su reloj, eran las once con siete
minutos de la noche, así que lo atrasó una hora.
— Señora baje el
arma por favor — decía el guardia mientras llamaba refuerzos.
— Nunca te lo
perdonaré Tommy — dijo Leticia apuntándole aún, y apretó el gatillo.
— Amén — fueron
las últimas palabras de Tommy antes de caer al suelo por un disparo en la
cabeza.
— ¡Noooo! — fueron
las palabras del guardia que corría hacia el cuerpo.
Leticia dejó caer el revolver entre sus
dedos, se acercó lentamente a un banquillo, se sentó como si le costara
hacerlo, cubrió su rostro con sus manos y al cerrar sus ojos, solo dijo en voz
de murmullo:
— Perdóname Brian
Y sin hacer nada más, Leticia miró al cielo y
se desmayó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario