miércoles, 16 de enero de 2013

LA HABITACIÓN 267 - Capitulo 3 "Amenazados a la carta"



E
stabamos en el restaurant del hotel, nos servimos unos mejillones del mediterráneo acompañados por una botella de vino blanco, Daniela aprovechó que la Unidad corría con los gastos y pedía platos exquisitos.
   Yo veía alrededor, muy pocas personas bajaban al restaurant a la hora del almuerzo, al parecer preferían pedir el servicio a la habitación. Seguíamos degustando nuestra comida cuando un mesonero nos interrumpió acercándose con un plato cerrado en la mano.
– Disculpe joven – dijo Daniela – pero no hemos ordenado nada
– lo sé madame, esto es cortesía del chef del hotel – dijo él
– ¿del chef? – pregunté asombrado – ¿acaso lo conocemos?
– eso no lo puedo asegurarlo
– muchas gracias, nos gustaría verlo para agradecerle en persona
– con gusto le diré
   El mesonero se retiró y destapé el plato, la sorpresa fue tremenda cuando allí, estaba nada más y nada menos que una langosta viva atada de patas con un papel incrustado en su cuerpo.
– ¡Que es esto! – exclamó Daniela
– No toques nada – le mencioné
– ¿Qué dice el papel?
   Y rápidamente tomé el papel con unas pinzas y un tenedor, yo miraba a todos lados y nadie se percataba de lo ocurrido, ninguno de los presentes tenía miradas sospechosas, abrí el papel y lo leí en voz alta: “Sé quien eres, te estoy vigilando.”
  
   De inmediato levanté la vista nuevamente, nadie nos observaba, al menos nadie visiblemente cerca, nunca antes me había sentido intimidado ni acorralado, pero como buen detective no podía exteriorizar mi temor, respiré hondo y traté de calmar a Daniela.
– Vamos a ver al chef ahora mismo – dije
– correcto – respondió ella – mientras tanto buscaré al mesonero
   Al rato estaba yo frente a frente con el chef del hotel, era un hombre mayor con canas y de aspecto servicial.
– ¿En que puedo ayudarle? – me dijo
– Disculpe, pero no me gustó el plato especial que me envió
– ¿Cuál plato mi señor?
– el de la Langosta
– ¿Langosta?, no he preparado ninguna langosta ¿puedo saber quien es usted?
– Soy el Sr Ferrer, ¿Ud. no envió un plato de langosta a mi mesa?
– Por supuesto que no mi Señor, no sé quien es usted, así que no tendría ningún motivo para invitarle un menú por la casa
– ¿y tiene un asistente que me haya enviado?
– mire alrededor – dijo – muchos asistentes hay, créame que si alguien le hubiese enviado un plato de langostas yo me hubiese dado cuenta
– ¿lo dice en serio?
– Desde luego, yo superviso cada plato que se sirve.
   Miré a cada uno de los asistentes de chef y cocineros del lugar, algunos estaban nerviosos, otros confundidos y otros tenían miradas de ira.
– Disculpe las molestias – dije mientras salía
   Observé la placa de la entrada, la cual decía: “Chef Arturo Cañizares, ganador de cinco premios de Artes Culinarias”


   Regresé al restaurant buscando a Daniela, no estaba allí, aun estaba la langosta en la mesa, la tomé y dispuse a llevársela al chef, pero este se adelantó y me recibió en la despensa de la cocina.
– Esta es la langosta de la que le hable – le dije mientras le enseñaba el plato
– ¡Madre mía! – exclamó – si aun está viva
– ¿es de su menú?
– Si, tenemos ocho langostas en la remesa, todas vivas, esperando que alguien las ordene, por eso le dije que ninguna langosta se ha preparado el día de hoy
– Creo que fue broma – propuse – aunque de mal gusto debe controlar a sus asistentes
– eso haré – dijo el chef – disculpe usted mi Señor
   En eso llegaba Daniela, vio al chef y lo miró como si lo conociese de toda la vida, él quiso pronunciar una palabra pero se contuvo y solo inclinó ligeramente la cabeza y se retiró.
– ¿Qué fue todo eso? – le pregunté a Daniela una vez que estuvimos solos
– ¿A que te refieres?
– tus miradas con el chef Cañizares ¿lo conoces?
– No, no lo conozco – respondió un poco nerviosa – solo me pareció haberlo visto antes
– ¿ah si? ¿Dónde?
– no lo recuerdo, pero a lo que vine, el mesonero como que se lo tragó la tierra, le pregunté al gerente y no lo ha visto y los otros meseros no conocen a nadie con esa descripción
– Algo me dice que no era un mesonero de verdad Daniela, y eso es lo que mas me intriga
– ¿será un espía?
– pues uno de nosotros no es
– pero ¿Qué puede buscar aquí? ¿y por qué te envió esa nota?
– eso nos dice que lo de la habitación 267 es mas que casualidad, esas tragedias deben tener un motivo
– eso es lo que vinimos a investigar
– aun así, debemos hallar a ese “mesonero” quien quiera que sea
– Voy a la habitación – me dijo
   Yo me ofrecí acompañarla, la dejé en la entrada y fui a la habitación contigua, allí estaban Torres y Meléndez, los compañeros encubiertos como huéspedes de al lado.
– ¿Han oído algo fuera de lo normal? – les pregunté
– todo igual – dijo Torres
   De pronto, un grito espeluznante se oyó en la habitación de al lado, en nuestra habitación. Daniela gritaba, rápidamente salí y traté de abrir la puerta de al lado, pero esta estaba cerrada con llave.
– ¡Daniela! Abre ¿estás bien?
   Ya no se oía nada y ella no respondía
– Torres, ayúdame a abrir la puerta – dije – Meléndez no descuides tu puesto a ver si logras escuchar algo
– está trancada herméticamente – dijo – llamaré una mucama
– ¡pero de prisa! – le grité
   Meléndez aun seguía atento escuchando cualquier movimiento en la habitación 267
– ya no se oye nada – me dijo
– eso no puede ser, algo debe estar pasando, no puede estar todo en silencio


   Yo seguía empujando y pateando la puerta, tratando de tumbarla pero era imposible con esas cerraduras herméticas y Daniela tenía la única llave que nos dieron. Una vez más la habitación 267 era centro de atención y al parecer una tragedia ocurriría de nuevo, esta vez no podía permitirlo.

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