jueves, 17 de enero de 2013

APOLIMIA ATACA AL REY - Capitulo 11 "El Alfil se acerca a la Dama"



D
urante la cena, Albert no pronunció palabra alguna, Balduino y Ambar hablaban de sus anécdotas en el College Champittet y de lo mucho que lo extrañaban; Después de la cena, Albert se retiró y Balduino ofreció llevar a Ambar a su casa y acompañarla.
– ¿Dónde te recogió el chofer? ¿Dónde te estás quedando?
– en una pieza sencilla en L’Oliver STR
– te llevaré, esta vez iré contigo en la limosina
– gracias Balduino, pero no es necesario
– como crees, eres mi invitada y te atenderé hasta el final, además deseo que regreses de nuevo, te podrías quedar unos días en el Castillo
– no creo que a tu hermano le agrade la idea
– ¿Albert? No, él siempre es así, siempre vive protegiéndome.
   Ambar meditaba en esa última frase “siempre te protege” – pensaba ella – “veamos si se puede proteger él también”… Balduino la volvió a la realidad.
– oh, disculpa – respondió ella – estaba pensando en mi familia
– cierto, me habías hablado de un tío y una prima
– si, es todo lo que tengo en el mundo, viven en América, espero que algún día puedas conocerlos
– me encantaría
   Ambos entraron a la limosina del príncipe y, junto a una motorizada guardia, fueron escoltados hasta L’Oliver SRT donde dejaron a Ambar en una residencia de dicho sector. Balduino bajó y la acompañó a la puerta como todo un caballero, mientras la
guardia real vigilaba los alrededores. Ambar le agradeció con una grata sonrisa, por un momento sus miradas se cruzaron fijamente y sus labios se acercaron a escasos milímetros, pero Ambar se detuvo.
– no creo que…
– tienes razón – intervino él –  un caballero no debe besar a la dama en la primera cita
– no sabía que era una cita
– no lo era, pero la habrá y será mucho mejor
– pero que galán – rió Ambar – esperaré ansiosa, muchas gracias, pasé una velada agradable contigo, buenas noches
– Buenas noches.
   Durante el regreso al Castillo, Balduino permanecía sonriendo y mirando al infinito, de pronto se percató que en el asiento estaba un chal, Ambar lo había olvidado, por un instante quiso decirle al chofer que se devolviese, pero prefirió no hacerlo, de esa forma tendría una excusa para volver a verla.
   Al llegar al Castillo se dirigió a la recámara de Albert, este aun se encontraba despierto leyendo un libro el cual cerró y escondió antes de permitir que su hermano entrase.
– ¿Cómo te fue con tu amiguita? – le preguntó a Balduino apenas éste entró
– de eso vengo a hablarte Albert ¿Qué fue toda esa indiferencia hacia ella?
– pobre e iluso hermano – respondió Albert – ¿no te das cuenta que solo tiene interés en ti porque eres el heredero al Trono?
– ¿de que hablas? Ambar y yo hemos sigo amigos desde Champittet hace varios años
– y no te has preguntado ¿Por qué se hizo tu amiga en el College habiendo otros jóvenes importantes y ricos?
– no toleraré tus insinuaciones, no permito que hables así de Ambar, no en mi presencia ¿está claro?
– oh no, ya caíste en su trampa
– ¿Cuál trampa por amor a Dios?
– estás enamorado de ella hermano, acéptalo, esa mujer te atrapó, solo te pido que pienses con la cabeza y no con el corazón, recuerda que serás el futuro Rey de los belgas
– estás igual a Papá, gracias por el consejo, pero te equivocas con respecto a ella y… no estoy considerando en pedirle la mano… al menos aun no
– ¿aun no? De acuerdo, no te precipites – agregó Albert – simplemente no confío en ella
– nunca confiaste en ninguna de mis pretendientes, desde chicos siempre lo hacías ¿Por qué?
– eran unas interesadas hermano, por eso te digo que medites bien a quien eliges como esposa, no pienses solo en ti, sino en toda Bélgica
– lo tendré en mente – respondió Balduino – solo te pido que muestres mas interés en Ambar, y seas mas efusivo con ella, hazlo por mi ¿quieres?
– de acuerdo, lo intentaré
   Balduino bajó a la Sala de Copas, comió un aperitivo mientras reflexionaba, sacó el chal de Ambar y lo acercó a su nariz cerrando los ojos mientras inhalaba el aroma prendido en el, luego murmuró: “Ambar es diferente, no es como las demás.”
   Esa misma noche, a varios kilómetros de allí, al otro lado de la ciudad, el detective Julián Montiel se encontraba en la Biblioteca Pública del Estado, leyendo algunos libros de crímenes, mitología y
de la Familia Real Belga. Mientras hojeaba unos libros, descubrió un anuario del College Champittet ubicado en Suiza, donde los príncipes belgas habían estudiado.
– Así que es eso lo que tienen en común – susurraba él – Descubriré tus planes Gracy, o mejor dicho Apolimia, algo grave te tuvo que haber hecho el Rey Leopoldo, creo que ya sé de que se trata, ya estoy mas cerca de atraparte – seguía diciéndose Julián para sí, mientras afuera comenzaba a llover.

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