jueves, 17 de enero de 2013

APOLIMIA ATACA AL REY - Capitulo 15 "La Nochebuena de Albert"



Y
a todos se habían retirado a sus habitaciones, la Guardia Real custodiaba el Castillo, sin embargo en el Salón de Copas se encontraba el príncipe Albert, completamente solo, sirviéndose un par de tragos, muchas cosas pasaban por su mente: – Ámbar Drescher, eres muy hermosa – se decía a si mismo – ¿Por qué te fijaste en Balduino y no en mi? – claro, es obvio, él es el heredero al trono – no confío para nada en las mujeres como tú – yo podré estar enamorado de ti desde Champittet, pero no permitiré que te burles de mi hermano – por ti dejé mis estudios y mírame aquí, como un tonto ordures despechado por tu culpa, aun enamorado de ti maldita Ambar, pero ya no más, quieres meterte a Balduino en el bolsillo y ser la futura Reina de Bélgica ¿verdad?, pues te digo Ambar… sobre mi cadáver. Inmediatamente escuchó al Reloj del Castillo dar 12 campanadas como reforzando sus palabras.
   Albert seguía hablando consigo mismo, bajo los efectos del alcohol, luego de haberse desahogado, exclamó:
– Ahora mismo se lo diré, Balduino sabrá que me gusta su novia – dijo mientras salía del Salón de Copas y subía rumbo a la habitación de su hermano, al llegar a su puerta se detuvo – mejor no, Balduino me odiaría por siempre si le confieso eso, pero ¿Cómo haré para hacerle ver que ella no es de fiar?
– ¿se le ofrece algo Alteza? – le preguntó uno de los guardias que transitaban el interior del Castillo como parte de la vigilancia
– no, solo quiero hablar con mi hermano – respondió Albert entrando en dicha habitación.

   Para su sorpresa, estaba vacía, Balduino no se encontraba en su recámara: – ¿me habré equivocado de habitación? – se preguntaba Albert consciente de su ebriedad, rápidamente salió y quiso buscar a aquel guardia de turno, pero tampoco lo halló.
– Algo extraño está ocurriendo – se dijo Albert mas alarmado que nunca – no me equivoqué, ese es su habitación, necesito un café.
   Se dirigió a la cocina para servirse una taza de café, debía hacerlo él mismo ya que los criados dormían. – muy eficiente esa Martine – comentaba él al descubrir que había café hecho y listo para servirse.
   Repentinamente escuchó unas voces que provenían de atrás de la cocina, y se acercaban aun más, Albert se escondió como pudo, ya que el Castillo siempre permanecía iluminado toda la noche, se ocultó detrás de un estante mientras escuchaba a un hombre y una mujer discutir, pudo reconocer la voz femenina, sin duda alguna era Ambar, la voz masculina le pareció la de un caballero americano, atento escuchó su conversación:
– no puedo creer que hayas logrado entrar – decía ella – ¿Cómo hiciste con los guardias?
– soy amigo de uno de ellos – respondió el caballero – me dejó entrar, hace un frío infernal allá afuera
– aun así es arriesgado, ¿trajiste lo que te pedí?
– aquí lo tienes Gracy
– baja la voz Rick, aquí las paredes pueden tener oídos, salgamos antes que uno de los guardias internos te vean.
   Un silencio reinó por un instante, ya no se oían voces, Albert esperó un rato más detrás del estante hasta estar seguro que ya no se escuchaba nada, al salir efectivamente no había nadie, caminó
hasta la puerta trasera de la cocina que da al patio central, no había rastro de la pareja.
– ¿lo habré imaginado? ¿Quiénes son Gracy y Rick? El alcohol no me sienta bien – murmuraba.
   Albert salió tambaleándose de la cocina y se dirigió al pasillo central rumbo a su recámara, pero de pronto, al pasar por la Sala Real, la puertaventana del jardín se abrió estrepitosamente al mismo tiempo que Balduino entraba por ella, tenía un semblante pálido cuando pronunció una extraña palabra:
– Apo… Apol… limia – tartamudeó él temblando aún de frio.
   Albert dio un brinco y exclamó:
– ¡Balduino! ¿Qué hacías afuera a esta hora y sin abrigo?
Apolimia – repitió éste – Fe… Felipe está mu… muerto afuera, ddd… dice Apol… Apolimia
– ¿Felipe muerto? ¿y quien es Apolimia?
   Pero Balduino temblaba aún más hasta que perdió el conocimiento allí mismo frente a su hermano.

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