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ueron felices para
siempre… es una expresión muy usada para terminar muchos cuentos, novelas y
películas; pero en este caso, marca el comienzo de esta historia, aunque no
fueron felices precisamente,… El caso es que allí estaban Tommy Rivers y
Leticia Tovar frente al altar, jurándose amor eterno.
Después de la mágica boda, que pareció ser el
final de un cuento de hadas, las cosas no salieron tan perfectas como se habían
planeado; Sin embargo, ambos decidieron darse otra oportunidad y volver a
intentar salvar su matrimonio, así fue como nació un hermoso niño al que
llamaron Brian Samuel. Parecía mentira, pero a medida que el pequeño crecía,
Tommy y Leticia se entendían más, y se apoyaban mutuamente, Tommy llegó a ser
el dueño de una importante empresa de calzados a la que llamó TOMMIE’S S.A., la
cual fue desenvolviéndose notablemente en el campo laboral; Leticia terminó sus
estudios de Artes Plásticas, pero no ejerció su cargo ya que se dedicó de lleno
a su pequeño hijo. Los años pasaron y ambos estaban en la mejor etapa de sus
vidas, pero pocos días antes del cumpleaños número diez de Brian, Tommy
descubrió algo:
—¿Por qué no me lo
dijiste? Leticia, ¿Por qué lo ocultaste?
—No quería hacerte
daño, pero…
—Pero nada, nada
lo justifica
—Por favor, no se
lo digas a Brian, Tom. Te lo suplico, no le digas nada a nadie
— ¿Y como crees
que me siento? ¿Crees que es fácil para mi aceptar que…?
— lo sé, pero
esperaremos un tiempo y se lo contamos — suplicó Leticia.
— Creo que Brian
tiene derecho a saberlo
— Lo sabrá, te lo
prometo, a su debido tiempo, apenas tiene nueve años, casi diez, no lo
entendería
— Hoy en día, los
niños son muy inteligentes Leti, más de lo que te imaginas, seguro lo comprenderá
— No, por favor,
aún no — lloraba ella.
— Aun así, también
es mi hijo, ¿entiendes?, y solo por eso no le diré nada…por ahora
— Gracias, muchas
gracias
— Pero, ya no
puedo seguir con esto, será mejor que vayamos cada uno por su lado
— Será muy duro para
él
— Después de su
cumpleaños, le daremos la noticia del divorcio, ¿te parece? — dijo Tommy.
— Como quieras —
contestó Leticia con la cabeza inclinada.
Por fin llegó el día tan esperado para Brian,
su cumpleaños número diez, ya estaba haciéndose todo un hombrecito, él estaba
muy emocionado, la casa estaba decorada, sus amigos estaban presentes, la
alegría se desbordaba en el ambiente, aunque ya las piñatas se quedaron atrás,
el colorido aún se mantenía; Una música bailable sonaba de fondo, Tommy y Leticia
estaban felices por un año más de vida de su hijo.
— Brian, ven acá
que quiero presentarte a un amigo — dijo Tommy, — Él es Simón, mi compadre
Simón.
— Que gusto verte
jovencito — dijo Simón, — la última vez que te vi, apenas caminabas… ah, te traje
un regalo, Feliz cumpleaños
— Gracias Sr.
Simón — contestó Brian.
— Vamos, ábrelo,
quiero saber si te gusta
Brian abrió ansiosamente el regalo, y allí
estaba un hermoso reloj de pulsera de oro, Brian se lo colocó en la muñeca, y
con una expresión poco natural y una sonrisa fingida dijo:
— Es finísimo,
Gracias
Como Leticia había salido un momento a buscar
mas hielo, y Tommy estaba con Simón hablando de negocios, Brian salió un rato
al frente para distraerse; al parecer sus amigos se divertían más en su fiesta
que él mismo. Entre tanto, Brian paseaba por la plaza cerca de su casa, al
parecer, nadie notaba la ausencia del cumpleañero,… pero el ruido de un frenazo
de auto se oyó aparatosamente, Brian volteó y vio como un hombre saltaba por
los aires empujado por el impacto de un auto, el pequeño quedó en shock, no
había mucha gente, de inmediato Brian reconoció el auto que se dio a la fuga,
era el auto de su madre; Sin embargo poco le importó, ya que se acercó al
herido en el pavimento, mucha gente gritaba desesperada, alguien gritaba fuerte
llamando una ambulancia, pero Brian se acercó al herido y lo vio a los ojos, no
podía creerlo, eran unos ojos que le hicieron sentir confianza, como si ya los
hubiese visto antes.
A la vez, segundos después, el hombre tirado
en el suelo cerró los ojos y murió. Al instante, Brian tomó su nuevo reloj de
oro, el que le habían regalado, se lo quitó y retrocedió sus agujas una hora;
Luego lo colocó en la muñeca del cadáver frente a él. En ese instante, su
turbada y revuelta mente supo que había una manera de retroceder el tiempo, sus
próximas victimas morirían una hora antes, para prepararse para el más allá.
¿Quién pensaría algo así?, solo la mente siniestra de Brian.
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