miércoles, 16 de enero de 2013

LA HABITACIÓN 267 - Capitulo 6 "La última vigilia"



L
legamos a nuestra habitación lo mas veloz posible, rápidamente abrí la puerta y entré, Daniela entró conmigo, pero ya no había nadie dentro de ella, la habitación estaba completamente vacía, y todo parecía estar en su sitio; de inmediato me dirigí al cuarto de al lado, le pregunté a Torres y Meléndez, si habían escuchado algo.
– No escuchamos nada – dijo Torres
– ¿Cómo que nada? – refiló Daniela – desde abajo vimos la luz encendida y alguien caminaba en el cuarto
– pero no oímos nada – resaltó Meléndez – los micrófonos no han captado nada
– ¿será que descubrió el micrófono y lo apagó?
– déjame chequear – dije y fui a mi habitación, levanté la tapa de la lámpara y vi que aun estaba allí el micrófono – Hola ¿me escuchan? – luego volví al cuarto de al lado lo mas prudente posible, no quería parecer tan obvio que conocíamos a los huéspedes de al lado.
– si te escuchamos – dijo Torres – ¿ves? Funciona bien y por eso te digo que no oímos nada
– me parece muy extraño que…
– esperen un momento – interrumpió Daniela – desde abajo vimos la luz encendida de nuestra habitación ¿cierto Ezequiel?
– cierto – respondí
– entonces ¿por qué cuando entramos estaba apagada?
– tienes razón Daniela, eso significa que la secretaria logró salir antes, logrando apagar la luz
– ¿secretaria? ¿Cuál secretaria? – preguntó Torres
– Ezequiel vio una mujer con un gancho de pelo como el de la secretaria del gerente – dijo Daniela
– era un gancho con forma de pico de tucán rojo – afirmé – se lo vi a la secretaria, no creo que haya muchos así ¿o si?
– aun así eso no prueba nada – resaltó Meléndez – no podemos acusar a nadie con ese argumento
– ¿y entonces?
– iremos a dormir, un sentido figurado, ya que estaremos alerta toda la noche
– Nuestra primera noche en la fatídica habitación 267 – dijo Daniela con un tono aterradoramente burlesco
– Estaremos preparados – dije – lograremos pasar la noche en paz y si algo de esa “maldición” nos llega, lo descubriremos
– Manos a la obra – dijo Torres – aquí tenemos dos tarros de café para que lo tomen y algunos Redbulls, esta noche haremos vigilia.

   Daniela y yo regresamos a nuestra habitación, nos cambiamos y nos fuimos a la cama, cada uno con el arma cerca en caso de escuchar algún ruido, debo confesarles que me sentía un tanto prendido, con el redbull, ver a Daniela en ropa interior compartiendo la cama, y la adrenalina a millón; tenía esos momentos de levante… ustedes saben… lo que todo hombre tiene cuando… en fin… Estuvimos hablando del caso por un buen rato, repasamos las victimas anteriores y algunas hipótesis de porqué se suicidaron, le conté a Daniela la foto que había visto en la sala de la oficina del gerente, donde aparecía junto a la joven que se había lanzado desde el balcón en esta misma habitación.

   Se estarán preguntando por qué Daniela y yo estábamos en ropa interior si nadie más nos observaba, les diré que teníamos la teoría, o mas que una teoría, la certeza de que había una persona en el hotel (tal vez un empleado o un huésped) que estaba detrás de todo este misterio de los suicidios extraños, y que de un momento a otro entraría en nuestro cuarto y debíamos hacerle creer que de verdad éramos una pareja de esposos y descubrir la posible y extraña forma en que pueda hacer que cometamos suicidio, ante todo somos profesionales.
   Pasaron unas tres horas, aun no pasaba nada, tal vez no actuaría esta noche, aun así no podíamos correr el riesgo. Pasaron las horas, así que nos turnamos para dormir un poco, primero fue Daniela, mientras yo vigilaba, ella dormía una hora, durante ese tiempo no oía nada fuera de lo común, nadie entró ni salió, me tomé otra taza de café para no dormirme, el sueño era pesado y me quería vencer; cuando dieron las 4:00 am desperté a Daniela, la había dejado dormir una hora más, pobre Daniela, se veía agotada pero aun así se levantó de prisa.
– Te toca hacer guardia – le susurré
– Ok, déjame lavarme – dijo
   Al cabo de un rato ya estaba cerrando mis ojos para descansar algo, antes del amanecer, claro, tenía una cuantas tazas de café encima y me costaba conciliar el sueño
– Me despiertas en una hora – le dije a Daniela
– te dejaré dormir dos – me dijo – lo que es igual no es trampa
– Gracias, pero cualquier cosa me levantas
– ya duérmete Ezequiel, no es la primera vez que paso una noche de vigilia.


   Me daba cosa dormirme y dejar a Daniela vigilando, pero sabía que era una excelente agente y podía arreglárselas, además ya no aguantaba más el sueño, al parecer el café no había hecho mucho efecto porque logré conciliar el sueño al poco tiempo.

   Un fuerte golpe en la puerta me despertó, me levanté aun con las ojeras, miré al lado y Daniela estaba rendida, vi el reloj y eran las 9 am, No podía creerlo, nos quedamos dormidos y ella no pudo terminar la vigilia,  que poco profesional, pero la entendía perfectamente, en eso volvieron a tocar la puerta.
– Un momento – dije, y luego me dirigí a Daniela – no puede ser que te hayas quedado dormida.
   Me puse la bata y abrí la puerta, era una mucama del servicio a la habitación que ya se retiraba.
– disculpe si lo desperté – me dijo – no tenía el marcador de “No molestar” por eso toqué
– no se preocupe – le dije – venga mas tarde
– de acuerdo – dijo muy nerviosamente y se retiró rápidamente como si huyera de algo o de alguien.
   Aproveché que no había nadie en el pasillo y fui al cuarto de Torres y Meléndez, y casualmente también estaban dormidos.
– pero bueno – les dije – ¿ustedes también? ¿Qué clase de agentes son? ¡Vaya equipo el mío!
   Meléndez se sacudía y Torres se despertaba, se habían quedado dormidos allí sentados en el escritorio con los audífonos aun puestos.
– ¿Qué hora es? – preguntó Torres
– las nueve de la mañana
– eso no puede ser, nunca nos hemos quedado dormidos en una vigilia, ni en ninguna investigación, te pedimos disculpas Domínguez, jamás había pasado algo así.
– descuiden, yo también me quedé dormido, y mi súper centinela no me despertó, por cierto, debo ir a despertarla de una vez, me va a escuchar.

   Me dirigí nuevamente a nuestra habitación, Daniela aun estaba en la cama, sin embargo pude notar que estaba pálida como para estar solo durmiendo, me alarmé bastante y la toqué, tenía la piel fría, mis ojos se abrían más, le tomé el pulso, no tenía ni respiraba, Daniela yacía sin vida en nuestra cama, no era una centinela imprudente, era una centinela caída, una vez más la habitación 267 cobraba otra victima, esta vez en mis propias narices, ya era demasiado.

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