miércoles, 16 de enero de 2013

LA HABITACIÓN 267 - Capitulo 14 "Con un disparo se cierra el caso"



Q
uiero preguntarle una cosa mi estimado detective – me dijo el Sr. Columbus – ¿Cómo supo usted que el chef estaba muerto y que era yo el que me hacía pasar por el?
– muy fácil – respondí – cuando fui a verle a su oficina la primera vez, vi en los cuadros una foto de usted junto al chef Cañizares, de hecho, él salió furioso de su oficina, ambos son muy parecidos, solo que usted tiene bigote, postizo desde luego, luego recordé que cuando mi colega Vergara vio al chef en el restaurant se sorprendió porque sabía que ese no era el verdadero, sino usted disfrazado, así que fue usted quien me envió esa langosta a nuestra mesa ¿cierto?
– en eso se equivoca – intervino ella – él le envió la nota en la langosta pero fui yo quien se la dio
– entonces no era un mesonero, sino una mesonera
– así es, me disfracé de hombre para asegurarme de que la recibiera
– ¿siempre supo que éramos policías encubiertos?
– desde el mismo momento que llegaron
– entonces explíquenme ¿Por qué todas las muertes en la habitación 267? Y ¿Cómo hicieron para que todas esas victimas se suicidaran?
– ¿de que estás hablando? No vamos a decirte nada, solo acabaremos contigo.
   Estaba apunto de zafarme, pero aun necesitaba mas tiempo, tenía que seguir distrayéndoles, así que rápidamente agregué:
– puedo entender lo de acabar con Judith, con Lorena y con su amante, pero ¿Qué tenía que ver con ustedes el joven que se puso un revolver en la boca y la pareja de extranjeros?
– ¿en serio nos cree tan estúpidos como para caer en su trampa? – me dijo el Sr. Columbus
– no le prestes atención Jean Carlos – le contestó Lorena, es decir, Laura
– así que te llamas Jean Carlos – le mencioné
– si ¿algún problema? – me dijo mientras me apuntaba con el arma.
   Yo bajaba la mirada y cerraba los ojos, el gerente criminal se acercó a mí y me susurró al oído:
– todo terminará, este es tu fin, nos arruinaste la vida, nuestro negocio, maldito policía y lo vas a pagar caro.
   Inmediatamente me zafé y le arrebaté el arma, pero Laura fue más veloz que yo y me acercó su revolver en toda la nuca.
– ni se te ocurra – dijo ella.
   No tuve más remedio que soltar el arma, se me acababan las ideas, pero antes de eso ya había marcado el número 5 en mi celular, lo que indicaba que estaba en problemas, y que prontamente vendrían refuerzos, ahora una vez mas, debía ganarles tiempo para salvar mi vida, estaba acorralado.
– Acabemos con esto ya – dijo ella
– ¿Cómo piensan matarme? – les pregunté
– no lo haremos – dijo él – tú te suicidarás
– no lo creo
– ¿quieres apostar? Mira lo que conseguimos – dijo y al instante me inyectó algo en el cuello.


   Me sentí débil al instante, comenzaba a tambalearme, le pregunté que era lo que me habían inyectado.
– ¿No lo reconoces? Es melatonina ¿recuerdas?
– No, no otra vez
– descuida, no es una dosis alta, no te dormirá, y está combinada con otro químico que hará que no se perciba en la sangre, ningún análisis lo encontrará, pero eso ya lo debes saber ¿cierto?
– Ya basta – decía yo – no dejaré que salgan con la suya y…
   Me sentía mucho más débil, Columbus puso su arma en mi mano y la llevó a mi sien, todos usaban guantes menos yo, solo mis huellas se impregnarían, no podía creer que pasaría, estaba a punto de ser asesinado y todos creerían que me suicidé, ahora entendía el modus operandi, y de lo que debieron pasar las otras victimas, yo sería el próximo en la lista de la “maldición” de la habitación 267, sin embargo, por milagro divino la puerta fue tumbada de un golpe, no me pregunten como, pero lograron violar la cerradura hermética, y el Jefe junto a otros oficiales entraron y acorralaron a Columbus y su esposa.
– ¡suelta esa arma y apártate de Domínguez! – le dijo a Columbus
– así no lo planeamos – respondió y se me abalanzó para jalar el gatillo del revolver en mi cabeza.
   Simplemente cerré los ojos y oí un disparo, el tiempo se detuvo en mi mente, todo pasó tan de prisa que apenas podía percibir que era real y que era producto de la adrenalina, tenía miedo de abrir los ojos y encontrarme en un túnel o un lugar blanco, o algo así, me armé de valor y los abrí, pude ver al Sr. Columbus encima de mi con un disparo en la cabeza, el Jefe me había salvado la vida, disparándole a él antes. Su cómplice Lorena, mejor dicho Laura, fue arrestada.
– ¿estás bien Domínguez? – me preguntó el jefe
– si jefe, algo débil, me inyectaron algo, melatonina mezclada con algo más para debilitarme.
– entiendo, ya vienen los paramédicos, te vas a poner bien.
   Y dando un suspiro de satisfacción me dejé caer de nuevo. Podía decir que el caso ya estaba cerrado, después que me dieron de alta y les expliqué a todos lo que había pasado, el gerente fue encontrado culpable y su esposa Laura fue juzgada y condenada a 15 años de prisión por homicidio en segundo grado y robo de identidad, mientras que Helen (que por cierto era esposa del verdadero chef Cañizares), fue condenada a dos años por obstruir con la justicia y estafa al ocultar la muerte de su esposo para seguir cobrando el seguro.
   El caso de la habitación 267 del Hotel Paraíso quedó cerrado oficialmente, sin embargo aún me quedaban algunos detalles sin resolver, unos cabos que aún quedaban sueltos, como el dedo de Judith ¿Cómo llegó al hotel si cuando su cadáver se procesó aun conservaba todos sus dedos? Y ¿Qué significaba esa mancha de vino en la cortina? Eran las dudas que aún tenía, también el porqué el Sr. Columbus asesinaría a una pareja de extranjeros y a un pobre muchacho, mi curiosidad iba mas allá y no me dejaba tranquilo, pasé dos días indagando por mi cuenta, hasta que di con la verdad.
   Encontré un parentesco entre el joven del revolver en la boca y la pareja de extranjeros, y su relación con alguien cercano, había descubierto a otro culpable que no creía que fuese sospechosos, todo cambiaría de ahora en adelante, probablemente este hallazgo causaría mucho dolor pero era mi deber informarlo.

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