martes, 15 de enero de 2013

EL INEFABLE DÍA TRECE - Capitulo 4 "La Posada solitaria"



N
ecesito un teléfono por favor — pidió Robbie al recepcionista de la Posada.
—Claro Señor, aquí tiene uno, es el único que tiene señal en esta zona — contestó el recepcionista.
—Luego me lo presta — dijo Tamara, —necesito avisarle a mi hermana, espero que esté bien.
—Queremos dos habitaciones— dijo Marco.
—Nosotros queremos tres más— contestó Geribeth, —las mejores por favor. Robbie, sólo diles que estamos retrasados.
—Una habitación para mí por favor— dijo Luisana.
—Y una para mí. — dijeron en coro Julián, Ted y Tamara.
—Me asigna otra para mi Señor, —pidió el conductor.
   Eran las dos y media de la madrugada y los viajeros accidentados estaban exhaustos; el recepcionista le entregó las llaves de sus habitaciones a cada uno de los huéspedes.
—Disculpe Señor— le habló Ted al recepcionista, —¿Por qué esta posada se llama Maizén? ¿Tiene que ver con algún maíz?
—Oh No, nada que ver, es mi apellido; Soy Hernán Maizén, la Posada Maizén ha sido cuidada y administrada por varias generaciones de mi familia. ¿Por qué menciona un maíz?
—Por nada, solo sentía curiosidad.
   Los viajeros, que al parecer eran los únicos huéspedes ésa noche, se dirigieron a sus respectivas habitaciones. El detective Julián tenía su rostro semidormido y de una vez se acostó en su cuarto 15, Ted se despidió de su nueva amiga y se metió en el cuarto 10; Marco y Rick compartieron el cuarto 12, mientras que a Cindy le tocó el 11, Por su parte Tamara entró en el cuarto 9; Geribeth usó la habitación 5, la cual era la mas grande al igual que la 16 la cual ocupó Robbie; Anya fue al cuarto 6 y el conductor entró al cuarto 8; Luisana se dirigió al cuarto asignado para ella, miró el número en su llave y lanzó una risa burlona la cual llamó la atención de una mucama que estaba cerca.
—¿Le ocurre algo Srta.?
—No es nada, —respondió Luisana, —Sólo que me volvió a tocar el número 13.
   Luisana entró y cerró la puerta con llave, echó un vistazo a la habitación, la cual lucía acogedora con unos ocho metros cuadrados aproximadamente y su propio baño, algo pequeño pero muy aseado, había también una mesita de noche con su espejo y un mini clóset con sus gaveteros.
   Afuera el Sr Maizén conversaba con sus dos mucamas:
—Hoy tenemos muchos clientes, así que deseo que se esmeren y los atiendan bien.
—Creo que nos agotaremos— dijo una de ellas, —¿No puede llamar a Mel? Necesitamos mas ayuda.
—Mel ya se fue; mañana… —miró su reloj, eran más de las 3:00 am— es decir, hoy es su día libre, pero si hace falta la llamaré.
   La noche avanzaba mientras que la hermosa luna ascendía mucho más en el firmamento, sólo faltaban pocas horas para que amaneciera y el silencio reinó el ambiente de la Posada, hasta que se escucharon uno o dos ronquidos en algunas habitaciones, esa fue la melodía que se escuchó por el resto de la noche.

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