miércoles, 16 de enero de 2013

LA HABITACIÓN 267 - Capitulo 16 "Carta para ustedes"



S
aludos, ¿se acuerdan de mi? Soy el detective Ezequiel Domínguez, el que investigó el caso de la Habitación 267 del Hotel Paraíso, allá en Tinaco, Venezuela. Hoy vivo en otro país, no importa cual, solo les escribo a ustedes los que leyeron o escucharon mi caso, y aun quedaron con dudas e inquietudes, ya han transcurrido casi dos años desde aquel día en que el jefe del departamento se suicidó luego de haber sido hallado culpable por las muertes del Hotel Paraíso. Sin embargo aun queda la pregunta del millón: ¿Por qué la Habitación 267 y no otra?
   Antes de responder esa pregunta, la última de este misterioso caso, déjenme contarles de mi, ya estoy retirado de la unidad de homicidios, de hecho allá en Venezuela fui ascendido, pero me vine a otro país a formar una familia, tal vez mas adelante regrese, ahora soy detective privado, investigo muchos casos del gobierno y privados, obviamente, además la paga es buena.

   De acuerdo, el motivo de esta carta es para contarles toda la verdad y nada más que la verdad sobre mi, desde niño siempre me llamó la atención los casos criminales y la justicia, de hecho estudié derecho e hice un doctorado en leyes civiles antes de ser detective, me leía todos los libros referentes al caso, e incluso algunas novelas policíacas  que aunque eran ficción, me llamaban mucho la atención, siempre me preguntaba si existía de verdad el crimen perfecto, al principio pensé que no, siempre había algo que involucrara al asesino con la victima, pero ¿y si no era así? Y si alguien cometía un asesinato solo por placer, sin ningún motivo, así como el de la serie de televisión, un tal Dexter, que tenía la necesidad de asesinar. Pero ese no era mi caso, realmente tenía esa curiosidad y ¿Qué creen? pude cumplirla.
   Así como lo oyen, este que está aquí, este que viste y calza, o sea yo; fui el autor físico, material e intelectual de los homicidios del Hotel Paraíso, específicamente de la Habitación 267. He aquí como lo hice:


   “Primero, debía buscar un objetivo, una victima, no podía darme el lujo de escoger una al azar, podría dejar rastros, debía investigar sus antecedentes, y que mejor manera que trabajando en la estación de policía; Segundo, debía buscar un buen lugar para cometer el crimen, aunque mi propósito era causar superstición; y Tercero, tenía que buscar a alguien más para que toda la culpa cayera sobre él, en caso de que mi plan fuese descubierto”.

   Bien, yo comencé de atrás para adelante, es decir, primero busqué a quien inculparían las pruebas que posiblemente se encontrarían, decidí que el “chivo expiatorio” sería el jefe del Departamento de Policía, Samuel Ysea, ¿la razón? Ninguna en especifico, no quería su puesto, ni su dinero, nada, solo quería probar que existía el crimen perfecto, poco a poco me fui acercando a él, haciéndome su amigo, él me hablaba de su familia, de su esposa, y una vez me contó que tuvo un desliz con una agente, nadie se había enterado y le prometí como amigo que guardaría ese secreto, me contó que pasó una noche con ella en el Hotel Paraíso, que era perfecto por sus instalaciones privadas y la discreción que sus empleados guardaban; fue allí  donde entré al paso 2; buscar un buen lugar para el crimen, fui como huésped y me di cuenta que Helen nunca se dio cuenta que era yo cuando volví después con Daniela, de verdad que era distraída ¿recuerdan la canción que ella cantaba y que me hizo sospechar que tal vez me había reconocido?, pues resultó que si era una simple canción y cuando llamaba misteriosamente a alguien era al corredor de seguros indicándole que “ya todo estaba listo” y podía cobrar la mensualidad de su esposo fallecido.

   En aquel entonces me quedé hospedado en la habitación 254, la del frente, allí por casualidad observé a los huéspedes de la 267 que construían una especie de “cuarto” secreto, ningún empleado del hotel se dio cuenta de unos huéspedes (narcotraficantes) construían un cuarto de mando dentro de la habitación 267, allí fue cuando me llamó la atención esa habitación, pero no podía delatarlos, aún no, podía usarlos a mi favor, y así lo hice.
   Me comuniqué con ellos a través de internet, como un supuesto cliente, me dijeron que fuese al Hotel Paraíso y que nos veríamos en la habitación 267, una vez allí drogué al hombre con melatonina mezclada con dulce mara, lo que hacía un somnífero incoloro e imperceptible en la sangre, cuando el hombre se mareó grité a propósito para hacer salir a su cómplice del escondite, al salir esta también la dopé, los senté frente a frente e hice que tomasen veneno para insectos; cerré el “cuarto secreto”, tomé la llave y revisé las dos cámaras que tenían, una en la lámpara y otra en la perilla, así es, siempre supe que estaban allí; luego destruí cada evidencia, fue así como me deshice de la “pareja de extranjeros” que no eran más que narcotraficantes.

   Tres meses después, ya estaba el caso cerrado, fue un pacto suicida, todo quedó olvidado, me di cuenta que efectivamente si existía el crimen perfecto, pero luego el Jefe me comentó (creyendo que era su mejor amigo) que seguía engañando a su esposa en ese hotel con varias mujeres, y esta vez tenía ayuda del gerente y dueño del hotel. Lo que me llevó a investigarlo, Jean Carlos Columbus también era un sinvergüenza que tenía cuantas amantes quisiera sin importarle su esposa, era lo que me daba más coraje, pero no podía dejar que mis sentimientos influyeran, me comuniqué con una de sus amantes, Judith, y la seduje hasta llevarla al hotel, ella, al darse cuenta que estaba en el mismo hotel de Columbus, desistió; pero la convencí, mostrándole mi placa y exigiéndole colaborar en una investigación, una vez en la habitación 267 (que no era la nuestra en ese momento, sino que estaba desocupada) la dopé e hice que saltara por la ventana, la superstición y el escándalo comenzaba, no solo era el crimen perfecto, sino que iniciaba una especie de leyenda urbana, sin embargo, el turismo del hotel no descendió, y nuevamente se tomó como suicidio, el caso se cerró y no hubo culpables.

   Meses después me comuniqué bajo un seudónimo falso con un prófugo de la justicia, ofreciéndole protección, después de dudar e insistir, aceptó y le ofrecí la llave de la habitación 267 de ese hotel, registrada con un nombre falso, allí fue donde logré que se disparase en la boca con un revólver, previamente dopado por mi. Por cierto, debo confesarles que el parentesco que dije entre él y la pareja de extranjeros fue previamente inventada y alterada por mi para desviar la culpa a Samuel.
   Con respecto a Lorena y su amante, supe que la esposa de Columbus tenía una hermana gemela, la llamé a declarar en esa habitación por una estafa con su hermana, ella vino con su abogado y… bueno, ya saben, homicidio-suicidio, fue lo que todos, incluyendo su hermana y cuñado, creyeron.


   Ahora el caso era mío, todo marchaba a mi favor de acuerdo a lo planeado, el gerente se hacía pasar por chef para que Helen siguiese cobrando la pensión de su difunto esposo, ya que ella también era amante del susodicho gerente; mis objetivos cambiaron, ahora Columbus sería el “chivo expiatorio” de mis crímenes, pero el Jefe no me asignó el caso a mi solo, sino que puso a Daniela junto a mi, y a Torres y Meléndez al otro lado, tenía que deshacerme de ellos, y así lo hice. Alteré los redbulls para que todos durmiesen, envenené a Daniela con su café (que luego deshice completamente) y me tomé uno de los redbulls alterados para estar también dopado y no despertar sospechas, una menos, faltaban dos. Ah, casi lo olvidaba, ordené una botella de vino, la cual eché un sorbo en la cortina y envié la botella como obsequio al jefe, (anónimamente por supuesto), él debió botarla al no tener remitente, pensando que fue una se sus amantes, pero sus huellas quedaron impregnadas en la botella.

   Volviendo al hotel, me di cuenta que Laura se hacía pasar por su hermana la mucama asesinada y aproveché de matar a Torres y Meléndez, y destruí toda la información de la laptop, cabe destacar que todas las notas me las envié yo mismo colocándolas en lugares específicos, con excepción de la langosta, que efectivamente fue enviada por Columbus y su esposa, quienes me habían descubierto, de hecho, después, como ya saben, me amarraron e intentaron matarme porque ya sabían que era yo quien ocasionó esas muertes en la habitación 267, hasta me inyectaron mi propia “medicina”, realmente pensé que sería mi fin, pero el Jefe los silenció y eso me ayudó mucho más, Columbus y Laura fueron encontrados culpables, pero sabía que tarde o temprano darían con los cabos sueltos, así que recurrí al plan original, hacer caer al Jefe Ysea, y así fue, giré una gran suma de dinero a su cuenta para respaldar el móvil previamente estructurado sobre la pareja sueca (los narcos) y su supuesto sobrino (el prófugo).

   Pobre Jefe, él palidecía al ver tantas pruebas en su contra, sabiendo que era inocente, eso, más la botella de vino fue lo que lo condenó, aunque nadie se preguntó ¿Por qué siendo tan meticuloso en todo dejó sus huellas en una botella y la echó a la basura?, sin mencionar su obsesión porque ninguno de nosotros abandonase el hotel. Pero descuiden, una vez estando a solas con él en su celda, le miré a los ojos y le confesé todo mi plan, y la certeza de que el crimen perfecto si existe, y que la justicia se equivoca, pero no pudo con la carga y se quitó la vida, desde luego, habiéndole yo dejado su propia arma intencionalmente.


   Y con esta carta señoras y señores, es que ustedes y solo ustedes, conocerán la verdad completa, meteré estas siete páginas en una botella bien sellada y la arrojaré al mar, esperando que en un futuro lejano, alguien la lea y sepa mi gran hazaña, mi plan maestro dio resultado, ahora seguiré con una nueva vida, una nueva identidad, y hasta podré morir en paz, aunque no lo crean, tengo la consciencia tranquila, esperando que alguien pueda leer esta carta. No intenten imitarme, se necesita más que talento y paciencia para lograr lo que yo hice, y tal vez no corran con la misma suerte que yo y los atrapen, quizás yo mismo atrape a quien se atreva a tal osadía, probablemente nadie conozca de este crimen perfecto, y nunca sepan de mi, o por el contrario sepan de mi allá en Tinaco.
   También es posible que hasta se haga una película del caso de la habitación 267, la pregunta sería ¿Quién hará mi personaje?, o puede ser que nunca se encuentre esta carta, de igual forma, me despido para siempre.

Atte. Ezequiel Domínguez.





FIN.

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