miércoles, 16 de enero de 2013

LA HABITACIÓN 267 - Capitulo 2 "En la boca del Lobo"



L
a recepcionista nos miró con esos ojos de asombro por unos instantes, creo que su rostro palideció, sin embargo, tras un respiro ella respondió:
– ¿están seguros que quieren la habitación 267?
– desde luego… Señorita… Helen – dijo Daniela luego de ver su nombre en la etiqueta principal de su uniforme.
– por supuesto – dijo ella – sin embargo es mi deber informarles que esa habitación ha estado desocupada por un tiempo debido a una trágica muerte ocurrida hace unos días.
   Me quedé pensando un poco en esa frase que Helen había dicho, tal vez inconscientemente: “una trágica muerte” ¿acaso hay una muerte que no cause tragedia? De inmediato interrumpió mis pensamientos.
– Inmediatamente se la preparamos
– ¿es que ya no está lista para usarse?
– Nadie ha querido entrar allí, les dije que es medio aterradora, ¿seguro que no quieren otra? Tenemos más habitaciones muy…
– Srta. Helen – le interrumpió Daniela - ¿puedo tutearte?
– Como no
– Ok Helen, allí fue donde conocí a mi esposo, donde pasamos nuestra primera noche juntos, y ahora que estamos de luna de miel, queremos estar allí, tiene mucho significado para mi, y ya que no está ocupada no veo porqué tanta molestia.
– No es molestia, solo pensé que no conocían la extraña maldición de esa habitación
– Por favor – dije yo – ¿Cuál maldición? ¿Ud. cree en maldiciones en pleno siglo XXI?
   Helen tomó el teléfono, habló algo y luego nos dijo:
– En 20 minutos estará lista su habitación, mientras tanto les invito a esperar en el lobby y tomarse lo que gusten, cortesía de la casa, disculpen las molestias.
– Descuide – dije mientras le daba la tarjeta de crédito especialmente diseñada para el caso.
   Veinte minutos después, la recepcionista nos llamó de nuevo
– Sr. Ferrer, su habitación está lista.
   Cabe destacar que mi alias para el caso es Abraham Ferrer y el de Daniela es Eva Fernández de Ferrer, para que no se confundan. Bien… les decía que un botones nos llevó a la habitación, junto con nuestro equipaje y allí estábamos en la famosa habitación 267.
– Tengo algo de miedo – me susurró Daniela
– Yo también – le dije – pero entremos ya.

   La habitación lucía grande, bien iluminada y muy acogedora, contaba con una cama matrimonial, una mesa de noche, una lámpara, un escritorio, unas alfombras turquesa que hacían un buen contraste con el piso marrón hecho de pura madera, tenía un baño y una ventana corrediza que daba al balcón y del cual se veía las instalaciones del hotel, el parque y las piscinas, era una gran vista. Las paredes del cuarto eran celeste claro y las cortinas turquesa con marrón.
   Después que el botones se retiró, instalamos dos micrófonos en la habitación, uno en la lámpara y otro en un cuadro cerca de la ventana.
– ¿vamos a dormir en la misma cama? – preguntó Daniela
– desde luego, no hay sofás – le respondí irónicamente
   Ambos nos echamos a reír, somos profesionales y sabemos que nunca se debe mezclar el trabajo con el placer.
– Manos a la obra
   Desempacamos un poco de ropa, tomamos nuestras armas de reglamento y nos cambiamos para salir y dar un “paseo” por las instalaciones del hotel, pero antes di tres golpes cortos en la pared contigua a la habitación de al lado, como señal para indicar que todo marchaba bien, recordando que en la habitación de al lado de hospedaban dos de nuestros colegas para vigilar cada movimiento de nuestro cuarto (para eso los micrófonos).
   Cuando ya estuvimos listos para salir, abrí la puerta e inmediatamente uno de los botones se enderezó sorpresiva y nerviosamente, era obvio que estaba husmeando, pero a diferencia de mis colegas policías, él no era uno de nosotros.
– ¿Qué hacía Ud. allí? – le reprendí
– Lo siento, no quise… que tenga buen día – respondió él mientras se alejaba rápidamente.
– sospechoso ¿verdad? – dijo Daniela
– desde luego – respondí – hay que tener los ojos muy abiertos, no debemos bajar la guardia
– ¿y si lo seguimos?
– de nada servirá, estoy seguro que debe haberse escondido bien, pero lo investigaremos.

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