miércoles, 16 de enero de 2013

LA HABITACIÓN 267 - Capitulo 7 "La bebida que no te da alas"



N
o puedo describir con palabras la rabia e impotencia que sentía en ese momento, alguien era lo suficientemente astuto como para estar un paso delante de nosotros, uno de los nuestros había caído en sus garras y ahora éramos menos, Torres, Meléndez y yo; sin embargo sabía que otros agentes custodiaban clandestinamente los alrededores del hotel, entre ellos Andrade, entonces ¿Cómo ocurrió todo esto en nuestras narices?, comenzaba a preguntarme si la teoría de Andrade era cierta, si esa tal Lorena Fernández no fue ninguna victima de la habitación 267 y mas bien fue una homicida ¿de verdad era ella tal como Andrade lo aseguraba? Ahora quedaba yo solo en la habitación, todos creían que había perdido a mi recién esposa, sin embargo muchos me miraban como diciéndome: “nadie te manda a quedarte en esa habitación sabiendo sus antecedentes” y precisamente por eso es que acepté este caso, para llegar al fondo de la extraña “maldición” de la habitación 267, eran demasiados suicidios como para ser casualidades… ¡Suicidio! ¡eso es! Estoy seguro que Daniela no se suicidó, no hubo ninguna carta de despedida o lago parecido, solo tengo que probarlo y podremos llegar al fondo de todo este misterio, se lo debo a ella, junto a su cuerpo juré que encontraría al culpable, porque ahora estoy seguro que hay un culpable detrás de todo, alguien de carne y hueso, y no un “espíritu” como los supersticiosos afirmaban.

   Después que el equipo forense se llevó el cuerpo de Daniela, me quedé un rato en mi habitación, pensando en lo ocurrido, ¿Cómo
pudo pasar algo así en mi presencia? ¿Por qué murió solo Daniela si ambos estábamos en la habitación? ¿Por qué me dejaría vivo? ¿Qué beneficio obtendría alguien de esto? Fue así como me hice la pregunta del siglo: ¿Quién se beneficiaría con la muerte de Daniela y las otras victimas?
   Dos horas más tarde, un equipo del laboratorio regresó al hotel para tomarnos muestras de sangre a Torres, Meléndez y a mi.
– ¿con que objetivo? – preguntó Torres
– encontramos cianuro en el organismo de la detective Vergara – nos dijo – queremos asegurarnos que ustedes no están envenenados
– ¡eso es! – exclamé – no fuimos envenenados, solo fuimos dopados para dormirnos mientras el asesino o asesina envenenaba a Daniela.
– y eso tuvo que ser después de las 4:00 am, que fue lo ultimo que recuerdo haber escuchado – mencionó Meléndez
– es cierto – afirmé – a esa hora Daniela me relevó en la guardia y aún estaba viva
– pero ¿Cómo nos doparon sin darnos cuenta?
– debió ser el café – dije – el café debe estar alterado
– eso es imposible – dijo Torres – yo mismo lo preparé
– ¿alguna vez lo perdiste de vista? ¿así sea por un instante? – le pregunté
– No, no lo creo – respondió – preparé el café y lo serví a todos, a nosotros cuatro ¿recuerdan?
– si, lo recuerdo, y nadie mas tuvo acceso a eso
– ¿insinúan que uno de nosotros echó la droga en el café?
– Claro que no, tal vez no sea el café lo que usaron para doparnos
– sería irónico ¿verdad? Café para dormir
– de todas formas llévense muestras del café – les dije a los de laboratorio.
   Estuve después en el restaurant, el chef estaba ausente ese día, no había mucho movimiento pero aun así algunos huéspedes ordenaban platos extraños que necesitaban prepararse con la mayor diligencia.
– ¿Dónde está el chef Cañizares? – pregunté
– salió esta mañana para San Carlos, una emergencia familiar – dijo un empleado del restaurant
– ¡que extraño! – pensé – muy conveniente, algo sospechoso.
   Y de inmediato recordé aquella ocasión en la que Daniela y el chef Cañizares intercambiaron unas miradas extrañas que yo como detective experimentado pude notar, a pesar de la negación de Daniela, ahora estaba seguro que ella y el chef se conocía de antes, la pregunta era ¿de donde? Y ¿Qué relación había entre ellos?
   Seguía con mis pensamientos y mirada al infinito, cuando uno de los guardias de la Unidad de Homicidios se me acercó.
– ¿Qué sucede oficial? – le pregunté simulando que no lo conocía, ya que aun no debían saber que también soy policía encubierto
– llegaron los resultados de las muestras de sangre
– ¿y bien?
– efectivamente ustedes fueron drogados con melatonina, un somnífero poco común pero eficaz
– lo sabía ¿era el café?
– no, la sustancia estaba en las latas de redbulls
– ¿en serio?
– así es, ¿de donde las sacaron?
– las trajo Meléndez.
   Inmediatamente fuimos al cuarto de Torres y Meléndez a contarles el nuevo descubrimiento.
– las compré en el dispensador del lobby – dijo él – tu mismo escoges la bebida, solo echas una moneda y…
– lo entiendo – dijo el oficial – no tenían idea de que estaban alterados
– ¿Por qué alguien se tomaría la molestia de echar un somnífero en esas bebidas?
– ¿Cómo lo hizo?
– obviamente sabe de nosotros y de los que estamos investigando
– pero ¿Por qué arremetería solo contra Daniela?
– eso señores es lo que tenemos que descubrir antes que sea demasiado tarde – dije sin vacilar.

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