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cott y
Rachel tenían su propio plan, pero para realizarlo, éste debía realizar su
misión e intercambiar las coronas, no tenía nada en contra del Rey Leopoldo,
pero sabía hasta donde podía llegar Gracy si no cumplía, ahora había
involucrado a su esposa y no podía dar marcha atrás, no podía traicionar a
Apolimia, al menos no por ahora. Después de todo el viejo Ezequiel Domínguez
era experto en realizar crímenes perfectos.
– ¿Dónde
has estado? – le preguntó Richard apenas lo vio
– estaba
esperándote para entrar – respondió Scott
– Amy
no ha podido rastrearte ¿y tu GPS?
– aquí
est… ¡oh no! Debió caerse durante el forcejeo
– ¿Cuál
forcejeo?
– ¡cual
mas! Ayudé a Phil a eliminar a Albert, y tuvimos que esconder su cuerpo junto
con el de Balduino en el salón de…
– si, si,
luego me cuentas, ahora toma este nuevo GPS transmisor y la maleta de la
corona, espera que Amy te indique el momento para entrar, recuerda que tienes
30 segundos…
– ya lo
sé.
Scott se dirigió hasta la bóveda de las
joyas reales, como era el supuesto Duque Theodore, la guardia real no le
impidió el acceso, mas no podía entrar al compartimiento de la corona, hasta
que… sonó un silbato indicando que eran las once en punto y era el cambio de
turno de los guardias, los dos vigilantes se retiraban mientras los nuevos
llegaban, los 30 segundos en que la bóveda quedaba sin protección comenzaban.
Scott colocó la clave que Amy le
había proporcionado, una vez adentro, sacó la corona falsa y la cambió por la
original, debía colocarla exactamente en la misma posición, activó el chip en
su interior y guardó la original en la maleta saliendo de prisa, justo cuando
el Rey Leopoldo venía escoltado por la guardia de turno.
– ¡Theodore!
– exclamó el Rey – ¿Qué haces aquí?
– estoy
esperando a Albert – respondió – pero se
está demorando, lo buscaré en el vestíbulo
– No
hay nadie allí, todos están afuera, creo que Albert está evitándote querido
sobrino
– eso
creo Tío Leopoldo, buscaré a Balduino
– ese
es otro que está desaparecido, cuando lo veas dile que lo necesito en el Palco,
es mala educación desaparecer tanto tiempo ante tan importantes invitados, y
mas siendo el futuro Rey
– le
diré, con permiso.
Scott se retiró y Leopoldo entró a la
bóveda, echó un vistazo y le ordenó a sus criados de confianza que preparasen la
corona real y la de los príncipes, uno de los comentaba que la corona real se
sentía un poco mas pesada, nadie tomó en cuenta su opinión, ni mucho menos
examinaron su interior, no había tiempo, sin embargo el chip permanecía oculto
en ella.
Por otra parte, Julián tenía un extraño
presentimiento al notar que la ausencia del Rey se prolongaba mas de la cuenta,
ya le había avisado sobre Beatrix y ese tal Richard, pero el Rey solo le dijo
que todo el Palacio estaba custodiado, el instinto de Julián le decía que debía
entrar y asegurarse que todo marchaba bien.
Mientras tanto en el Auditorio Real del
Palacio, Martine y Gracy se encontraron, esta vez como madre e hija.
– Al
fin te encontré Gracy, siempre te tuve cerca estos meses y ni lo sabía
– Buen
trabajo Martine
– puedes
decirme madre
– no lo
creo – dijo Gracy – aun tengo en mi mente ese momento en que asesinaste a mi
padre frente a mi
– no
era yo, no quise…
Martine sufría otra transición, esta vez
Isamar habló:
– siempre
te quisimos, te buscamos incansablemente pero no…
Nuevamente Martine perdía el conocimiento
brevemente.
– Tienes
razón en odiarme – decía Isabella en su cuerpo – yo fui la que destruyó tu
niñez, mírame, ya estoy vieja, pero aún así somos un equipo
– ¿de
asesinos? – agregó Gracy – porque eso es lo que somos, no te culpo por eso,
aunque todo empezó inconscientemente fui yo quien decidió ser lo que soy
– te
pido perdón hija
– no
hay nada que perdonar Isabel o Martine o Isamar, yo no puedo ofrecerte perdón
porque no tengo de donde dártelo
– sé
que aún tienes corazón
– yo
creí eso también ¿sabes? Cuando pensaba que me había enamorado de Balduino por
culpa del plan de venganza, pero descubrí que no, Balduino murió y no siento
nada al respecto, así que no es que no quiera perdonarte, es que no puedo, no
tengo un corazón de donde hacerlo… Madre.
Gracy pronunció esta última palabra con tan
macabro énfasis que Isabella sintió escalofríos.
–
Martine es el mejor alter-ego que he tenido – decía Isabella – es la mejor
cocinera del mundo y gracias a ella pude llegar a ti
– no,
yo te busqué a través de Amy, porque necesitaba de ese servicio
Ambas se miraban fijamente tratando de
encontrar algún sentido a su conversación, cuando fueron interrumpidos por un
guardia.
– ¡No
se muevan! – gritó él mientras les apuntaba con un arma.
Rachel venía con él, y al percatarse que se
trataba de Gracy, no dudó en dispararle, pero Isabella en el cuerpo de Martine
se interpuso entre la bala y su hija recibiendo el impacto justo en el cuello.
Martine volvió en sí mientras agonizaba.
– ¡Señorita!
¿Por qué disparó? – dijo el guardia arrebatándole el arma a Rachel.
Gracy aprovechó el momento para ir, pero
antes se acercó a la moribunda Martine diciéndole:
– hiciste
un gran trabajo, nos vemos en el infierno… Madre – y salió corriendo del
Auditorio, Rachel la siguió pero perdió su rastro, Martine murió desangrada
allí mismo.
Julián Montiel oyó un disparo mientras
estaba aun en el vestíbulo, provenía del Auditorio Real, así que fue a ver,
pero al llegar al pasillo se encontró con un rostro conocido, un joven que no
esperaba ver allí.
– Buenas
noches detective – saludó Richard
– ¿Rick
Cassetti? ¿Tú por aquí? – dijo Julián – es mucha casualidad, lo que significa
que ahora trabajas para Gracy ¿cierto?
– así
es
– ¿Por
qué echas a perder tu juventud de esa manera?
– Ella
es lo mejor que me ha pasado – respondió Richard con una mirada de admiración y
orgullo
– ¿lo
mejor que te ha pasado? Ella mató a tu hermano y a tu cuñada, quien por cierto
estaba embarazada
– fue
una cuestión de honor, detective, ya han pasado cinco años y ya no soy el mismo
muchacho
– eso
lo puedo notar ¿sabes que es mi deber detenerlos?
– lo
sé, y es mi obligación impedírselo, detective, desde Chile le tengo respeto, así
que no me lo haga difícil
– no
traigo arma joven Rick – añadió Julián – así que no soy una amenaza para ti
– si lo
es, es usted astuto – respondió Richard mientras lo empujaba fuertemente hacia
una habitación detrás de él, encerrándolo con llave.
– No se
saldrán con la suya, ni tu ni ella – gritaba Julián desde adentro
– Apolimia lo hará, Apolimia lo hará –
repetía Richard al mismo tiempo que se alejaba.
Afuera la lluvia de meteoritos continuaba
deleitando a los presentes, era el mejor espectáculo jamás visto; Adentro,
Gracy preparaba su encuentro con el Rey Leopoldo, ella misma daría la estocada
final.
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