miércoles, 16 de enero de 2013

LA HABITACIÓN 267 - Capitulo 5 "Un gancho rojo al asecho"



E
stuve como quince minutos hablando con el Sr. Columbus, obviamente (o al menos así daba la impresión) no tenía idea del fulano dedo que llegó a nuestra habitación, y también ignoraba que yo era un policía encubierto, así que ya no tenía porqué seguir allí, muy amablemente me despedí de él y me dispuse a retirarme, cuando recibí un mensaje de texto en mi celular, era de Andrade, me decía que lo viera en el área de las piscinas, que tenía algo importante que decirme.
   Al salir de la oficina del gerente del hotel, pude notar que su secretaria no estaba en su puesto, su escritorio permanecía vacío y solitario, realmente me pareció un poco extraño, sin embargo no le di mayor importancia.
   Me encontré con Daniela en el lobby, estaba un poco inquieta.
– Al fin te encuentro – me dijo – Andrade quiere hablarnos
– si, también me escribió
– se está arriesgando a que lo descubran
– no lo creo, él sabe lo que hace
– Bien, veamos que quiere
   Llegamos al área de las piscinas, buscamos en todas partes pero no estaba él, varios huéspedes se bañaban, otros conversaban, pero Andrade no se veía en ningún lado.
   Disimuladamente saqué mi celular y me dispuse a escribirle: Donde estás? ya estamos aquí”… enviar. Nos quedamos un rato esperando, hasta que respondió: “hay moros en la costa, nos vemos en una hora en la cancha de golf, hoyo 19”
– pero que meticuloso ¿Quién nos estará observando?
   Una hora mas tarde, el sol ya se estaba ocultando y la noche se asomaba, Daniela y yo fuimos al lugar especificado en el mensaje de Andrade, la cancha de golf estaba sola, y unos arbustos ocultaban el hoyo 19, efectivamente allí se encontraba Andrade.
– ¿Por qué tanto misterio Marco Antonio? – le preguntó Daniela
   Él sacó su teléfono y nos mostró unas fotos, eran de una mujer hablando con el Sr. Columbus.
– Sólo es el gerente del hotel con una posible huésped – respondí – ¿Qué tiene eso de relevante y urgente?
– ¿no reconocen a la mujer? – preguntó él
– la verdad no – dijo Daniela
– yo tampoco – mencioné
– es Lorena Fernández, la supuesta “victima” del homicidio-suicidio de hace una semana ¿recuerdan?
– cierto, se parece mucho a ella pero…
– no puede ser ella, ella está muerta, fue asesinada en la habitación 267, yo mismo vi el expediente.
– tal vez sea una gemela
– o quizás nunca murió, se hizo pasar por muerta para asesinar a su esposo
– pero ¿Por qué en esa habitación? ¿Qué razones tendría?
– es lo que investigaremos
– ¿Quién tomó ese caso?
– creo que fue Gómez
– pues él debe saber si ella murió o no, y si no fue así, tiene que explicarnos por qué la hizo pasar por muerta, sólo él sabe la verdad de ese caso
– yo hablaré con él – dijo Andrade – nos vemos después, por favor cuídense, creo que alguien de aquí sabe que están investigando ese caso
– desde luego – dijo Daniela – ¿no te has enterado del dedo?
– ¿dedo? ¿Cuál dedo?
– ya lo envié a laboratorio, ve a la comisaría y allá sabrás los detalles.

   Andrade se fue y Daniela y yo regresamos al hotel, desde luego teníamos que pasar por el área de la piscina y el restaurant para entrar de nuevo al hotel. Desde allí se podía observar nuestra habitación, después de todo, la chica que se lanzó desde el balcón de esa habitación cayó en el área de las piscinas, y no precisamente en una piscina; sorpresivamente pudimos notar que la luz de nuestra habitación estaba encendida.
– ¿Tú dejaste la luz prendida? – le pregunté a Daniela
– No, no lo hice – respondió
– Hay alguien en la habitación
   Miramos arriba, eran siete pisos, pero aun así pudimos ver una sombra que se movía en la habitación 267, nuestra habitación.
– Vamos de inmediato para allá – dijo Daniela
– ¡Espera, espera un poco! – recalqué – cuando lleguemos ya se habrá ido, veamos si descubrimos algo.
   Daniela sacó unos binoculares de su cartera, los apuntó a la habitación y pudo notar una silueta.
– ¡es una mujer! – exclamó – la que está en la habitación es una mujer
– ¿Cómo es? Préstame a ver – le dije mientras tomaba los binoculares
– no se ve bien desde aquí – decía yo mientras ajustaba el visor del zoom – pero lleva en el pelo algo rojo, yo he visto ese gancho en otra parte.
– ¿en serio?
– ¡es la secretaria!, ese gancho tipo cuerno se lo vi a la secretaria del gerente, ella es la que nos acosa – le dije a Daniela mientras me dirigía rápidamente al ascensor, ella me seguía, habíamos descubierto algo importante, ya me parecía sospechoso que la secretaria del Sr. Columbus no estuviese en su puesto de trabajo.

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