lunes, 14 de enero de 2013

RELOJ EN REVERSA - Capitulo 8 "Un Crimen"



B
uenos días Sr. Rivers — saludó Anastasia cuando Tommy llegaba con una cara de angustia esa mañana asoleada, él apenas murmuró:
— Buenos días Anastasia
  A ella le pareció extraño que Tommy siguiera de largo y no le preguntara que llamadas recibió, o que citas tenía hoy; simplemente él llegó y se instaló en su oficina y se inclinó sobre su escritorio cubriendo su cabeza con sus manos, como si quisiera esconderse de algo o de alguien; o como si se hubiese arrepentido de algo que hizo… en fin… Anastasia no le dio mucha importancia, ya que no tenía ni citas, ni llamadas que informarle a su jefe.
 Varios pisos más arriba, se encontraba Leticia atendiendo a los hijos de empleados, en eso entró el Sr. López, él era el encargado de pagar a los empleados.
— El próximo fin de semana es el pago de nómina — dijo el Sr. López a Leticia y se fue.
  Un rato después llegó Brian, respirando agitadamente y sudando.
— ¿Qué te ocurre hijo? — Preguntó Leticia, — ¿Por qué no estás en la escuela? ¿Por qué vienes así?
— Papá me fue a buscar temprano, él quería llevarme a producción para darme unos zapatos, ¡Míralos! — decía el niño estirando su pierna para que su madre pudiera ver sus nuevos zapatos. — ¿Te gustan?
— Son bellos, hijo… pero ¿Por qué te regaló zapatos? Si los tuyos todavía están buenos
— Creo que es por mi cumpleaños
Reloj en Reversa  —  33
— Pero si aún faltan veinte días
— No importa Mamá — y en tono suave, casi en susurro, Brian dijo para sus adentros: — seguro piensa que no llegaré a los once
— ¿Perdón?, ¿Cómo que no llegarás a los once? — preguntó Leticia quien oyó el susurro de su hijo.
— Olvídalo Mamá, sólo son suposiciones, es un decir,… tú sabes… nadie quiere seguir cumpliendo años ¿verdad?
— Sí, pero tú aún eres muy joven para preocuparte por eso, ¿no crees?
— Tienes razón como siempre — respondió Brian.
  La conversación de Madre e Hijo fue interrumpida por un grito tan agudo que se escuchó en todo el edificio empresarial. Todos corrieron hacia donde provenía el grito, era una chica que estaba en una biblioteca pequeña en el primer piso, con una mirada de terror mientras señalaba algo que estaba detrás de un mueble.
— Es un cadáver — exclamó ella.
  Y efectivamente lo era, sin embargo al verlo de cerca todos se dieron cuenta que se trataba de Patrick Rivers.
  No pasó mucho tiempo cuando el oficial Tompson llegó con su asistente a la escena del crimen, el policía criminalista se percató de que el cuerpo tenía el cuello rasgado; y por la cantidad de sangre que había, concluyeron que el occiso fue degollado en ese mismo lugar.


  Jeremy echó un vistazo a la escena del crimen, y efectivamente, allí estaba la supuesta arma homicida: un cuchillo de un solo filo de unos diez centímetros de largo.
— Llévese esto — ordenó Jeremy tomando el cuchillo, — y busquen huellas, y si las hay, compárenlas con la que encontramos en el caso de la Srta. Valery.
— De inmediato, Señor — respondió Yuls y se fue.
  Luego Jeremy se dirigió a la oficina de Tommy:
— No sé porqué pero tengo la sensación de que Ud. sabe algo que yo no — dijo Jeremy Tompson.
— ¿De que habla oficial? — preguntó Tommy algo confundido.
— No se haga, ¿Por qué si su hermano acaba de ser asesinado en su empresa, Ud. no tiene la mas mínima muestra de consideración? ¿No debe estar Ud. triste?
— ¿Que mi hermano qué? — su confusión se convirtió en asombro.
— Su hermano está muerto; me va a decir que no sabe nada al respecto
— Le juro por mi madre que no sé nada
— No me venga con eso, sé perfectamente que Ud. odiaba al Sr. Patrick — reprochó Jeremy.
— Mi hermano y yo, nunca nos llevamos bien, pero eso no significa que yo…
— Pero él es su hermano, su sangre
— Escuche oficial, no venga a molestarme, ni a perder su tiempo acusándome de…
— Yo no lo estoy acusando de nada
— No hace falta que lo diga — respondió Tommy alterado — ahora si me disculpa, tengo mejores cosas que hacer.

  Jeremy salió y se dirigió a la puerta principal, cuando oyó a Anastasia hablando secretamente con otra empleada, se acercó un poco más y logró oír:
— Es que el Sr. Rivers discutía mucho con el Sr. Patrick, cada vez que él venía se peleaban…
— ¿Por qué no me sorprende? — dijo Jeremy, y se fue.

  Esa misma noche Simón se encontraba en un bar cerca de la empresa, no hacía falta irse en carro, ya que se podía ir caminando desde la empresa; Sin embargo Simón se había llevado su auto gris plateado, él estaba en una mesa pensando en la extraña muerte de Patrick por un buen rato. Ya habían pasado muchas horas y el bar estaba por cerrar, pero Simón seguía pensando, tal vez por haber tomado mucho, pero lo cierto era que su mirada estaba distraída en el horizonte, en un lugar infinito.

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