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uenos días Sr.
Rivers — saludó Anastasia cuando Tommy llegaba con una cara de angustia esa
mañana asoleada, él apenas murmuró:
— Buenos días
Anastasia
A ella le pareció extraño que Tommy siguiera
de largo y no le preguntara que llamadas recibió, o que citas tenía hoy;
simplemente él llegó y se instaló en su oficina y se inclinó sobre su
escritorio cubriendo su cabeza con sus manos, como si quisiera esconderse de
algo o de alguien; o como si se hubiese arrepentido de algo que hizo… en fin…
Anastasia no le dio mucha importancia, ya que no tenía ni citas, ni llamadas
que informarle a su jefe.
Varios pisos más arriba, se encontraba Leticia
atendiendo a los hijos de empleados, en eso entró el Sr. López, él era el
encargado de pagar a los empleados.
— El próximo fin
de semana es el pago de nómina — dijo el Sr. López a Leticia y se fue.
Un rato después llegó Brian, respirando
agitadamente y sudando.
— ¿Qué te ocurre
hijo? — Preguntó Leticia, — ¿Por qué no estás en la escuela? ¿Por qué vienes
así?
— Papá me fue a
buscar temprano, él quería llevarme a producción para darme unos zapatos,
¡Míralos! — decía el niño estirando su pierna para que su madre pudiera ver sus
nuevos zapatos. — ¿Te gustan?
— Son bellos,
hijo… pero ¿Por qué te regaló zapatos? Si los tuyos todavía están buenos
— Creo que es por
mi cumpleaños
Reloj
en Reversa — 33
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— No importa Mamá —
y en tono suave, casi en susurro, Brian dijo para sus adentros: — seguro piensa
que no llegaré a los once
— ¿Perdón?, ¿Cómo
que no llegarás a los once? — preguntó Leticia quien oyó el susurro de su hijo.
— Olvídalo Mamá,
sólo son suposiciones, es un decir,… tú sabes… nadie quiere seguir cumpliendo
años ¿verdad?
— Sí, pero tú aún
eres muy joven para preocuparte por eso, ¿no crees?
— Tienes razón
como siempre — respondió Brian.
La conversación de Madre e Hijo fue
interrumpida por un grito tan agudo que se escuchó en todo el edificio
empresarial. Todos corrieron hacia donde provenía el grito, era una chica que
estaba en una biblioteca pequeña en el primer piso, con una mirada de terror
mientras señalaba algo que estaba detrás de un mueble.
— Es un cadáver —
exclamó ella.
Y efectivamente lo era, sin embargo al verlo
de cerca todos se dieron cuenta que se trataba de Patrick Rivers.
No pasó mucho tiempo cuando el oficial
Tompson llegó con su asistente a la escena del crimen, el policía criminalista
se percató de que el cuerpo tenía el cuello rasgado; y por la cantidad de
sangre que había, concluyeron que el occiso fue degollado en ese mismo lugar.
Jeremy echó un vistazo a la escena del
crimen, y efectivamente, allí estaba la supuesta arma homicida: un cuchillo de
un solo filo de unos diez centímetros de largo.
— Llévese esto —
ordenó Jeremy tomando el cuchillo, — y busquen huellas, y si las hay, compárenlas
con la que encontramos en el caso de la Srta. Valery.
— De inmediato,
Señor — respondió Yuls y se fue.
Luego Jeremy se dirigió a la oficina de
Tommy:
— No sé porqué
pero tengo la sensación de que Ud. sabe algo que yo no — dijo Jeremy Tompson.
— ¿De que habla
oficial? — preguntó Tommy algo confundido.
— No se haga, ¿Por
qué si su hermano acaba de ser asesinado en su empresa, Ud. no tiene la mas
mínima muestra de consideración? ¿No debe estar Ud. triste?
— ¿Que mi hermano
qué? — su confusión se convirtió en asombro.
— Su hermano está
muerto; me va a decir que no sabe nada al respecto
— Le juro por mi
madre que no sé nada
— No me venga con
eso, sé perfectamente que Ud. odiaba al Sr. Patrick — reprochó Jeremy.
— Mi hermano y yo,
nunca nos llevamos bien, pero eso no significa que yo…
— Pero él es su
hermano, su sangre
— Escuche oficial,
no venga a molestarme, ni a perder su tiempo acusándome de…
— Yo no lo estoy
acusando de nada
— No hace falta
que lo diga — respondió Tommy alterado — ahora si me disculpa, tengo mejores
cosas que hacer.
Jeremy salió y se dirigió a la puerta
principal, cuando oyó a Anastasia hablando secretamente con otra empleada, se
acercó un poco más y logró oír:
— Es que el Sr.
Rivers discutía mucho con el Sr. Patrick, cada vez que él venía se peleaban…
— ¿Por qué no me
sorprende? — dijo Jeremy, y se fue.
Esa misma noche Simón se encontraba en un bar
cerca de la empresa, no hacía falta irse en carro, ya que se podía ir caminando
desde la empresa; Sin embargo Simón se había llevado su auto gris plateado, él
estaba en una mesa pensando en la extraña muerte de Patrick por un buen rato.
Ya habían pasado muchas horas y el bar estaba por cerrar, pero Simón seguía
pensando, tal vez por haber tomado mucho, pero lo cierto era que su mirada
estaba distraída en el horizonte, en un lugar infinito.
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