jueves, 17 de enero de 2013

APOLIMIA ATACA AL REY - Capitulo 9 "Se anuncia el ataque"



Octubre 14, Cuatro meses para el ataque

E
l Castillo de Laeken era más tranquilo, la familia real se preparaba para el regreso del príncipe Balduino, luego de unas breves vacaciones, luego de haber terminado una maestría en Psicología y Sociedad, área que necesitaba dominar como el futuro Rey, ahora volvía a Bélgica, Balduino a sus 26 años aún permanecía soltero aunque varias pretendientes de la alta sociedad ya le habían echado el ojo, él era muy bien parecido y romántico con las damas, su padre el Rey Leopoldo siempre le aconsejaba tener mucha prudencia y sabiduría a la hora de elegir a su futura esposa, recordándole que él sería el sucesor al trono de Bélgica. Balduino siempre fue un joven juicioso y sensato, muy bien criado por su madre, el rey Leopoldo estaba tranquilo y confiado sabiendo que en un futuro, el destino de Bélgica estaría en muy buenas manos cuando Balduino ascendiera al trono. No podía decir lo mismo de su hijo menor Albert, de 24 años y con carácter rebelde, fue el dolor de cabeza de su padre Leopoldo y de su difunta madre la reina Astrid. Albert había abandonado sus estudios y aunque no necesitaba trabajar, le gustaba ganar su propio dinero vendiendo objetos extraños en eBay(*), actitud que disgustaba a su padre y hermano.
   En horas de la tarde, Balduino regresaba al castillo, lleno de grandes aventuras que contar, fue recibido por Felipe Syville quien lo escoltó de inmediato al salón de copas, mientras ordenaba que le trajesen un aperitivo.
– ¿Cómo han estado las cosas por aquí Felipe? – preguntó Balduino mientras tomaba un bocado de tartaletas
– normales, Su Alteza, todo marcha…
– ¡mmm! – le interrumpió mientras seguía comiendo – esto está delicioso ¿Qué es?
– son tartaletas de pescado alemán, Su Alteza
– exquisito, veo que por fin el viejo Charles ha mejorado sus platos
– oh no, el viejo Charles fue despedido, con una buena liquidación desde luego, ahora contamos con una nueva chef
– me gustaría conocerla
– lo hará Su Alteza, pero ahora debe descansar para que pueda encontrarse con Su Majestad
– mi padre debe haberme extrañado – reía Balduino al mismo tiempo que volvía a probar otra de las tartaletas.
   Felipe se retiró y luego de un breve momento entró Albert al salón.
– Vaya hermano, al fin te dignas a regresar
– También te quiero Albert – respondió Balduino – ¿Qué ha pasado en mi ausencia?
– no mucho, sólo que el Club Brugge perdió 3-1, construiremos una reserva de petróleo en el Mediterráneo, y nuestro primo Theodore quiere que lo visitemos
– ¿Theodore?
– así mismo, el primo que no vemos hace años y que nunca se ha dignado a visitarnos, nos ha enviado una invitación para conocer su nueva mansión, o algo así
– déjame ver.
   Albert le extendió la tarjeta a su hermano mayor, éste la hojeó y
leyó varias veces sin salir de su asombro, luego añadió:
– pensé que ni nos recordaba, ahora vive en Los Balcanes
– si, en Rumania ¿Qué te parece?
– ¿crees que debamos aceptar su invitación?
– ¿ir allá? ¿a Pensilvania?
– no es Pensilvania
– como sea, no gracias hermano, yo no pienso ver su nueva mansión cuando él nunca se dignó a venir a vernos
– no seas mezquino Albert, él fue a estudiar allá con Tío Félix
– ¿Cuál Tío Félix? Él era solo hijo de un primo de nosotros y ya murió, y Theodore hizo su vida allá, bien por él, pero no pienso visitarle
– recuerda que es nuestra familia Albert, de hecho es el único pariente vivo que nos queda, así que te pido que lo consideres
– Olvídalo, seguro que quiere algo a cambio
– ¡por Dios! ¿Qué querría Theodore de nosotros? Nos está invitando
– ya te dije lo que pienso
– no seguiré discutiendo contigo, es inútil tratar de convencerte, hablaré con nuestro padre al respecto
– ese es otro detalle Balduino, Theodore sólo nos invitó a ti y a mi, a nuestro padre no
– lo imaginé, recuerdas que Papá y el Tío Feliz no quedaron en buenos términos, razón por la que nunca nos visitó en estos diez años
– ¡tonterías! Eso era entre Félix y nuestro padre, a Theodore nada le impedía visitarnos, ni mucho menos después de la muerte de Félix
– de igual forma lo consultaré con él, después de todo es el Rey.
   A varios metros de allí, al otro lado del Castillo, el Rey Leopoldo caminaba de un lado a otro en la Sala de Conferencias, mientras su secretario le decía:
– por favor Su Majestad, trate de calmarse
– ¿Que me calme? ¿Se da usted cuenta de esto? Debo avisarle inmediatamente a Felipe
– creo que solo es una broma de mal gusto
– como sea, llame a Felipe, hay que alertar a la guardia.
   Al poco tiempo entró Felipe Syville diciendo:
– Dígame Su Majestad.
   El Rey le entregó el sobre que había recibido esa mañana con una breve nota amenazante, Felipe leyó en voz de susurro la frase de la tarjeta que decía: “Leopoldo III, prepárese para caer” cuya nota estaba firmada por una tal Apolimia.


(*) sitio destinado a la subasta de productos a través de internet

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