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l caer la tarde,
la Madre Superiora convocó una Junta Directiva extraoficial, era una reunión
algo secreta y a puerta cerrada.
– El motivo de
esta reunión es para que todos podamos mantener la calma – anunciaba la Madre
Superiora – ha ocurrido una desgracia, y hasta que las autoridades hayan
esclarecido el caso, no podemos sacar conclusiones, ni mucho menos perder el
control de esta institución, que bien todos sabemos que sirve de retiro
espiritual y de adiestramiento para aquellos que desean servir en las filas del
Señor.
– Disculpe que la
interrumpa Madre – intervino el Padre Camilo – pero todos estamos indignados
por la extraña muerte de la Hna. Rita.
– Así es – acotó
otra monja – no podemos pasar por alto el asesinato de una sierva de Dios, ni
mucho menos aquí en el Convento.
– estamos
aterrados
– pero no podemos
demostrárselo a los que dependen de nosotros.
– Si, pero aun
así, es inhumano.
– tal vez sea por
la maldición de la leyenda – expresó la Hna. Isabel.
Todos callaron al mismo tiempo que sus
miradas se posaban en la hna. Isabel.
– No sea absurda –
le dijo la Madre Superiora con un tono de soberbia – Una hija de Dios no puede
dejarse llevar por una leyenda tonta.
– Disculpe Madre,
pero entonces ¿Por qué está prohibido quedarse fuera de sus habitaciones
después de las 8pm?
– ¿Está Ud.
Cuestionando las reglas?
– No, es que si
ustedes no creen en ninguna leyenda, ni maldición, ¿Por qué el toque de queda?
– Eso no está en
discusión, es una tradición, eso permite que estemos más en comunión con Dios
en vez de estar vagueando por los alrededores.
– No fue mi intensión
crear controversias – se disculpó la Hna. Isabel – lamento si pasé por encima
de su autoridad.
– Disculpa
aceptada Hermana Isabel.
La reunión había finalizado, muchos quedaron
convencidos, pero otros como la Hna. Isabel aun tenían la sospecha de que la
Madre Superiora o alguien del rango mayor de la Directiva, estaba ocultando
algo, un secreto que de ser revelado crearía un caos total en el misterioso
convento.
La noche estaba llegando y los últimos rayos
de sol apenas se veían en el gran valle donde estaba ubicado el Convento,
pronto vendría la hora de dormir, o por lo menos, de encerrarse en sus cuartos.
Sin embargo, Ricardo, Samanta y Adrián planeaban algo para esa noche, …bueno…
en realidad Ricardo y Samanta obligaron a Adrián a salir esa noche e investigar
la veracidad de tal leyenda.
– Algo malo nos va
a pasar – decía Adrián asustado – estamos rompiendo las reglas.
– Ssshhtt, nos van
a oír.
– Vamos a ver si
ese tal San Agustín se nos va a aparecer
– Quiero ver como
me va a ahorcar un maldito fantasma.
– entonces ¿si
crees en la leyenda?
– claro que no, y
lo probaré.
Los tres jóvenes llegaron al jardín
principal, vestían las típicas túnicas de monjes las cuales le ayudaban a
esconder sus rostros. Eran mas de las ocho, y nada, pero absolutamente nada se
oía en el ambiente, ningún carro transitando en la lejanía, ningún grillo
cantando… ¡Nada!, era como si la naturaleza se hubiese quedado muda. Pasaron
unos veinte minutos cuando oyeron el sonido de un chorro de agua que caía, los
muchachos fueron a ver de donde provenía el sonido y al llegar vieron algo
insólito, algo que jamás había ocurrido en años, la fuente principal que había
dejado de funcionar hace casi 200 años desde la muerte del Padre Agustín,
estaba funcionando de nuevo, sus pequeños chorros salían de sus esquinas y
bañaban la superficie, la fuente volvía a salpicar y regar su arquitectónica y
medieval forma.
– ¿Están viendo lo
mismo que yo? – preguntó Samanta
– No puedo creerlo
– dijo Adrián – es extraño y…
– sobrenatural –
interrumpió Ricardo.
– No vengas con
eso, debe haber una explicación lógica.
– ¿Cómo cual?
– ¡Miren eso! –
exclamó Ricardo – miren lo que hay en la fuente
– ¿son manzanas? –
preguntó confuso Adrián – ¿Cómo llegaron esas manzanas allí?
– Eso quisiera
saber yo – dijo furiosa Samanta – alguien me debe estar jugando una broma.
Los tres chicos comenzaron a sacar las
manzanas de la fuente, cuando de pronto una sombra tras ellos los espantó,
definitivamente alguien o algo los asechaba, sus corazones latían mas rápido mientras
oían unos pasos que se acercaban.
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