Febrero 17, Día del ataque
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l día
tan esperado por todos, al fin había llegado, desde tempranas horas los
principales monarcas, presidentes y ministros de Europa se dieron cita en el
Palacio Real de Bruselas, donde el Rey Leopoldo III tenía organizada una gran
fiesta celebrando la llegada del cometa Apolo a los cielos del atlántico norte.
Naturalmente Apolimia también estaba organizando su plan de ataque, sus
miembros se habían encargado de inmiscuirse en la realeza belga sin ser notados
con el propósito de preparar el terreno; Ahora la fase II del Proyecto
Apolimia, la fase final, estaba a punto de comenzar.
La noche se acercaba, afortunadamente el
cielo permanecía despejado lo que haría más vistoso el cometa y la lluvia de
meteoritos pronosticada para ese día. Una innumerable lista de invitados
comenzó a llegar al Palacio, mientras los príncipes Balduino y Albert los
recibían con la cortesía y nobleza que les caracterizaba; Los reyes de España,
Suecia, Dinamarca y Noruega llegaron temprano; las reinas de Inglaterra y
Holanda más los príncipes de Mónaco, Andorra y Lienchtenstein junto al Duque de
Luxemburgo les precedían; mas atrás venían entrando los presidentes de
Alemania, Italia, Francia, Portugal, Polonia, Rumania, Bulgaria, Suiza, Austria
y Hungría.
Después de ellos llegaban algunos primeros
ministros, aristócratas y diplomáticos más importantes de la época. La fiesta
organizada por la realeza de Bélgica, no era para tratar ningún tema
político, económico o social, sino para compartir un evento único de la
naturaleza entre líderes de estados, demostrando la iniciativa del compañerismo
y buenas relaciones entre las naciones mas influyentes de Europa.
Entre los invitados de honor se encontraba
el detective Julián Montiel quien iba acompañado de una hermosa dama de
cabellos oscuros, piel blanca y ojos claros, vestía muy elegante de acuerdo a
la ocasión.
– No te
alejes mucho – le dijo Julián a la dama que lo acompañaba
– Debo
verlo, detective, necesito hablar con él – respondió ella
– el
Duque está por allá, venga conmigo.
Ambos caminaron entre los principales
invitados, rumbo a las escaleras principales, subieron muy diplomáticamente,
saludando con una leve reverencia a los que se cruzaban con ellos. Una vez
arriba Julián llamó a Scott:
– Duque
Theodore, quiero presentarle a alguien.
Éste volteó e hizo cuanto pudo para ocultar
su asombro frente a los monarcas con quien conversaba.
– me
disculpan por favor – dijo Scott mientras se retiraba con Julián y la dama,
hacia uno de los salones privados
– ¡es
usted el mejor detective! – exclamó Scott, justo antes de besar apasionadamente
a la mujer que venía con él – Que bueno verte Rachel
– Si
Scott, el detective Montiel me encontró y pues yo a él… ya sabes, por el dato
que me diste en Nochebuena, de buscar en el aeropuerto
– el
libro del “Portal del Espejo en el Baño”
– así
es, sabemos que Jimmy aun no sabe leer, así que supe de
inmediato
que se trataba de una pista, y precisamente en el espejo del baño del
aeropuerto estaba escrito el número de teléfono del detective
– yo
mismo lo escribí madame – intervino
Julián – luego que capté el S.O.S de su esposo, sabía que alguien lo observaba,
sin embargo él dejó escrita la frase “Apolimia está en Bruselas”, escribí mi
numero porque pensé que regresaría
– pero
no pude regresar – continuó Scott – así que le dije a Rachel entre líneas que fuese
al aeropuerto y buscara en el espejo del baño, sé que nunca limpian los bordes
de los espejos, no podía decírselo directamente porque estaban escuchando la
llamada
– Gracy
¿verdad?
– no,
uno sus cómplices, Beatrix Stonen, es la que usted debe detener, detective,
aquí se hace pasar por Amy Kassan
– lo
imaginaba, en el anuario del Champittet
que vi figuraba ella entre los involucrados con el caso del atacante del Rey,
Monsieur Tom Stonen, era de esperarse
– así
es, ella y un joven llamado Richard Favelli están a cargo de eliminar al Rey
– De
inmediato le avisaré y le pondré bajo protección – dijo Julián al mismo tiempo
que se retiraba.
Una vez que Scott y Rachel quedaron a solas,
éste le preguntó:
–
¿Dónde está Jimmy?
– está
en Vancouver, lo dejé con Alice, descuida, está a salvo de esa tal Gracy, el
detective Montiel le puso vigilancia
– nadie
está a salvo de Gracy, no será fácil deshacerme de su yugo, ya me gané su
confianza pero…
– lo
lograremos – le interrumpió ella – ya verás que saldremos de esta.
Mientras tanto, en la Sala Principal del
Palacio, el rey Leopoldo anunciaba que el cometa Apolo estaba a punto de cruzar
la órbita terrestre, y les invitaba a salir al Palco exterior, ambientado y
arreglado especialmente para la ocasión. Todos salían a degustar su vista con
la impactante caída de estrellas que ofrecería la aproximación del cometa con
la atmósfera.
Sin embargo, Gracy había escapado de su
celda y se encontraba en el Palacio Real, Balduino logró verla escabullirse
entre los invitados, iba disfrazada de criada, sin duda alguna era ella
– Ambar
está aquí – le comentó Balduino a Albert
– ¿estás
seguro? Sé que aun te duele que…
– es
ella Albert, te digo que la vi ¿me vas a ayudar a buscarla o no?
– como
quieras, pero debemos alertar a los guardias
– tienes
razón, le diré a Phil
– mande
usted, Alteza – dijo Phil una vez que los príncipes lo llamaron
– escuche
con atención – le ordenó Balduino – busque a Humbert, el Jefe de la Guardia
Real, y alértele sobre la prófuga Gracy
– ¿prófuga?
¿se escapó?
– si
sí, no pregunte y haga lo que le digo
– de
inmediato Alteza – decía Phil, mientras se retiraba a toda prisa con una
sonrisa en el rostro, sabiendo que efectivamente no daría ninguna razón,
Apolimia se acercaba
– esto
es demasiado, necesito un trago – sugirió Albert
– yo
también – agregó Balduino tomando una de las copas que un criado llevaba en una
bandeja.
Todos los invitados salieron al Palco a ver
el cometa, pero Albert y Balduino seguían buscando a Ámbar en el Palacio.
Al rato Balduino tomó de la copa y casi que
inmediatamente su lengua se hinchó, sus ojos se abrieron y su respiración
disminuyó mientras su piel se palidecía.
– ¡Balduino!
¿Qué tienes? – exclamaba Albert – ¡Auxilio! Por favor alguien que me ayude –
gritaba el, pero nadie le oía, todos estaban afuera y el personal de servicio
estaba con ellos para atenderles, Albert y Balduino estaban completamente solos
– ¡Hermano! No te muevas, yo…
– la
copa – susurraba Balduino – está envenenada.
Inmediatamente Albert tiró su copa que aún
no había probado, luego exclamó:
– ¡el
criado! Debo encontrarlo, el tiene la bandeja con las copas, él debe saber…
– sé
fuerte Albert – decía Balduino con la respiración entrecortada – protege a Papá
hasta que te toque reinar…
– No
digas eso hermano, tú eres el futuro Rey, no quiero perderte, ahora mismo te
llevo a un médico.
Acto seguido, Albert cargó a su hermano
moribundo y corrió lo mas que pudo cruzando el gran vestíbulo para salir, no
podía creer que nadie estaba por allí, era como si se hubiesen puesto de
acuerdo, efectivamente así lo había planeado el Proyecto Apolimia.
– no te
muevas – sollozaba Albert mientras bajaba a Balduino para pedir ayuda – ¡El
príncipe fue envenado! ¡Ayúdenme!
– dile
a Gracy que yo la… siempre la amé – dijo Balduino con dificultad antes de
perder el conocimiento.
Albert buscó su pulso desesperadamente con
los ojos empañados, pero el príncipe Balduino falleció en ese instante.
– Te
quiero hermano, perdóname – se lamentaba Albert frente al cuerpo de su hermano
Unos minutos después entró Phil al vestíbulo
del Palacio observando la escena sin ninguna contemplación ni emoción alguna.
– ¡No
te quedes allí parado, mayordomo inútil! – le gritó Albert – busca ayuda, llama
a Humbert, esto es obra de esa maldita Ambar, ella es Apolimia
– no
será necesario, Alteza – decía Phil mientras sacaba una jeringa escondida en su
manga, previamente envenenada y se acercaba lentamente al príncipe Albert quien
seguía junto al cadáver de su hermano.
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