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eñorita Tamara, Srta. Tamara — llamaba Víctor a la
puerta de la habitación nueve.
—Debe estar en el jardín con los demás Sr Oficial—
le dijo una mucama.
—Gracias señorita.
Víctor
Almarza se dirigía al jardín pero una extraña conversación en el cuarto de
enfrente, el número 12, le llamó la atención. Era la voz de Marco y Cindy:
—Nos van a descubrir— susurraba Cindy.
—No lo harán —decía Marco.
—¿Y si Rick les dice algo?
—Él no sabe nada, lo tengo al margen de todo.
—Pero él detective podría…
—Sshhtt, baja la voz Cindy.
—¿Escuchando a escondidas oficial? —preguntó Tamara
quien se acercaba a él trayendo una bata de baño puesta y una toalla enrollada
en su cabeza.
—Señorita Tamara, la estaba buscando —decía el Sr
Almarza saliendo del susto y respirando profundo para disminuir los latidos de
su corazón.
—Creo que lo asusté oficial ¿Se encuentra Ud. bien?
—Oh, no vaya a creer que yo acostumbro escuchar las
conversaciones ajenas.
—No tiene que disculparse, sé bien que curiosear es
parte de su trabajo investigativo.
—Así es, es su turno para declarar. ¿Por qué no
contestó cuando toqué su puerta?
—Lo siento, estaba en la ducha.
—Bien, ¿me acompaña Srta.?
—¿Ahora?, es que no estoy presentable.
—Realmente no es importante si tiene un vestido
nuevo, o uno negro elegante, o un traje verde oscuro, o si está en bata de
baño, lo que importa es que esté presente para declarar.
—Bien, si a ustedes no le molesta, a mi tampoco.
El oficial
Almarza y Tamara entraron a la habitación de Julián.
—¿Por qué tardaron tanto? —preguntó Julián cuando
los vio entrar.
—No lo creería Sr Montiel —dijo Tamara.
—Por supuesto que si lo creería, después de lo
ocurrido nada me parecerá increíble —contestó Julián— Supongo que tiene que ver
con el hecho de que Ud. esté en bata en baño Srta. Tamara.
—Así es Señor.
—Sin embargo el Sr Almarza me lo contará después
¿verdad?
El
detective Julián miró a su homólogo con una mirada penetrante de disgusto, el
Sr Almarza agachó la mirada, y luego Julián se dirigió a Tamara.
—Por favor dígame su nombre completo y edad.
—Tamara Venusya Beltrán Arroyo, Tengo 23 años.
—Beltrán, ¿es un apellido extranjero?
—Si Señor, creo que es Europeo.
—¿Acaso la he visto en otro lugar? Es que me parece
haberla visto antes, —dijo Julián.
—No lo sé, tal vez nos hallamos visto en la
Capital, es una ciudad grande pero con pocos sitios de interés.
—Me parece que nos hemos visto en otro país.
—Ah, ahí si me va disculpar, pero yo no soy una
persona que ha viajado por el mundo como Ud. Sr Oficial, Yo siempre he vivido
en éste país.
—Discúlpeme Señorita —dijo Julián— Me parece que he
visto tantos rostros que ahora los confundo.
Tamara
asintió con la cabeza mientras sonreía, Víctor observaba silenciosamente, luego
Julián se apresuró a preguntarle a Tamara.
—¿Conocía Ud. a la Srta. Geribeth?
—Solo de vista, aparte de verla en la TV y
revistas, la vi una vez en una fiesta allá en la capital, pero nunca
intercambiamos palabras, sinceramente me pareció un poco falsa y superficial,
pero aquí en la posada pude ver que estaba como sensible.
—¿Sensible? ¿Y Como llegó a esa conclusión?
—Es que en el bus la noté muy callada, y luego ésta
mañana lucía muy triste como si sufriera mucho, no es que yo sea psicóloga,
pero mi experiencia como estudiante de sociología me ha demostrado esa
percepción.
—Tengo entendido que Ud. se dirigía a la ciudad de
La Floresta ¿Qué iba a hacer allá?
—A ver mi hermana Lany, me llamó ayer diciéndome
que me fuera para allá porque su ex marido la perseguía.
—Entiendo, espero que no le haya pasado nada.
—Yo también oficial.
—¿Ud. vio quien arrojó un jugo encima a la Srta.
Geribeth?
—Creo que fue ese chico Ted, porque yo estaba de
espaldas a ellos, ya que estaba en la barra comprando unas papas con queso,
cuando oí un ruido y unos gritos, volteé y vi a Ted salir corriendo y a la
modelo manchada de jugo.
—¿Y después qué pasó?
—Bueno, la chica modelo salió con su
guardaespaldas…
—Su asistente querrá decir.
—Sí, su asistente, luego todos fuimos al jardín que
está en el patio trasero.
—¿Hay alguien que asegure que Ud. estaba con el
grupo?
La mirada
de Tamara se tornó seria y con un tono irritante dijo:
—No me gusta su forma de investigar ¿Me acusa de
algo?
—Aún no responde mi pregunta.
Tamara sonrió sarcásticamente y sin vacilar
respondió:
—Ud. Sr Montiel, Ud. puede corroborar mi coartada.
—¿Yo?
—Así es, ¿acaso olvidó que Ud. iba saliendo de su
habitación y nos preguntó que era lo que ocurría? ¿Y recuerda quien le dijo
estas palabras?: “Esa modelito está armando un escándalo, no debe ser
importante.”
—Tiene razón, fue Ud. quien me respondió ésta
mañana, aunque le confieso que tampoco me gusta la manera en que responde Ud.
Srta. Tamara ¿Segura que no nos conocemos de algún lado?
—Oficial, Por mi parte nunca en mi vida lo había
visto a Ud., pero si Ud. me vio alguna vez, jamás me di cuenta.
—No se ponga a la defensiva —recalcó Julián— No
pretendo acusarla de nada, sólo queremos descartarla como sospechosa.
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