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levaba
mucho tiempo sin saber de ti – susurraba el detective Julián Montiel desde su
automóvil, mientras miraba una mujer entrar a una especie de Pensión para
ancianos – me pregunto para qué has venido ¿Qué te traes entre manos Gracy?
Su auto estaba estacionado a dos cuadras de
dicha pensión, no podía darse el lujo de ser descubierto, el detective Montiel
llevaba mas de cinco años siguiéndole la pista de Gracy Vilman, desde aquella
ocasión del “Caso del Día Trece” en
Chile, ahora había dado con una pista y le había seguida el rastro hasta
Canadá, incluso escuchó hablar de Gracy en Suiza, pero no pudo llegar a
atraparla, él estaba decidido a dar con su paradero y entregarla a las
autoridades de, al menos cinco países, que solicitaban su captura, pero Gracy
era muy astuta y siempre lograba escapar.
De pronto Julián vio a un hombre extraño
entrar a la misma pensión, era muy sospechosa su actitud, parecía asustado por
algo, probablemente tendría que ver con Gracy, así que se bajó de su vehículo y
caminó hacia dicho lugar; Si, efectivamente era la pensión “Pour Toi” que se especializaba en cuidados de ancianos, se
devolvió cuando divisó a una mujer parecida a Gracy que dejaba unos libros en
un locker.
Rato después Julián regresó a la pensión e
inmediatamente se dirigió al locker, eran unos estantes enumerados y sin
puertas, lo que facilitó que tomara los libros para hojearlos cuidadosamente,
uno de ellos era sobre espionajes, se titulaba: “Técnicas secretas del espionaje” estaba escrito en francés, otro
libro era de mitología
Llamado:
“Apolimia, la diosa de la vida, la muerte
y la destrucción”, y había otro libro mas titulado: “La Realeza Belga”
– ¿Qué
tienen que ver estos libros entre si? – se preguntaba – ¿para que los tiene
Gracy? Para nada bueno será.
Decidido, el detective fue a echarle un
vistazo más cerca, subió las escaleras arriesgándose a ser descubierto, sin
embargo, un hombre las bajaba de prisa tropezando con él.
– Disculpe,
déjeme ayudarle – dijo aquel hombre mientras le recogía los libros caídos por
el choque.
– no se
moleste – respondió Julián al mismo tiempo que tomaba de vuelta aquellos tres
libros
– es mi
culpa, venía distraído – dijo el misterioso hombre y tras otra breve disculpa
se retiró del lugar velozmente como si huyera de algo o alguien.
Un extraño presentimiento se apoderó de
Julián, aquel hombre había visto u oído algo que lo espantó, rápidamente
devolvió los libros al locker y se montó de nuevo en su automóvil. Esperó unas
tres horas más, pero la mujer de quien estaba seguro que era Gracy, nunca salió
de la pensión, no apareció mas. Julián regresó de nuevo al locker y esta vez
estaba completamente vacío, los libros ya no estaban.
– otra
vez escapaste Gracy – murmuró – pero no irás muy lejos, esta vez no, te
atraparé, o dejo de llamarme Julián Montiel – dijo mientras miraba su reloj,
eran las trece horas.
***
– ¿Qué
te vas a donde? – le preguntó Rachel a su esposo Scott
– a
Bélgica mi cielo – respondió él – un viaje de negocios, estaré de vuelta en
unos meses
– ¿por
unos meses? ¿Qué te crees Scott?
– nada
reina, es una buena oportunidad que me ofrecieron y…
– ni te
molestaste en consultarlo conmigo, soy tu esposa por Dios ¿Por qué aceptaste
asi tan rápido?
– es la
oportunidad que estaba esperando, tendremos todo lo que soñamos, Jimmy tendrá
su futuro asegurado
– ahora
piensas en tu hijo, al que abandonarás
– claro
que no querida, llamaré constantemente
– ¿Cuándo
regresas?
– en
cinco meses con el favor de Dios
– ¿en
Febrero del próximo año? ¿te das cuenta que tu hijo pasará la navidad sin ti y
yo…?
Scott la interrumpió plasmándole un beso en
la boca mientras una lágrima corría por su mejilla, luego le susurró:
– no
sabes cuanto te voy a extrañar Rachel
– dime
la verdad Scott, algo no me cuadra
– no
tienes que preocuparte por nada, estaré bien te enviaré dinero ¡en euros! ¡imagínate!
– no
estás metido en nada ilegal ¿verdad?
Scott sonrió, tomó sus maletas y salió;
luego regresó y fue a la habitación de su hijo, era muy temprano y no quiso
despertarlo; se acostó a su lado y lo besó, suavemente le dijo:
– No
estaré para navidad, pero volveré e iremos a la playa que tanto anhelas, te
quiero hijo.
Rápidamente salió y cuando se disponía a
montarse en el taxi, su esposa le detuvo
– ¿Por
qué no lo despertaste?
– si lo
hago, no me podría ir, no podría – contestó él – Te amo
Rachel, nunca lo olvides, pase lo que pase,
nunca olvides que te amo.
Los ojos de Scott se empañaban de nuevo,
mientras se alejaba tras la ventana del taxi, Rachel tenía la extraña sensación
de que su esposo jamás regresaría.
– lo
hiciste muy bien Scott – dijo la conductora del taxi donde iba él
– he
cumplido mi parte del trato – respondió él – espero que cumplas la tuya
– desde
luego, lo que digo lo cumplo, tu familia estará fuera de peligro mientras
cumplas con tu misión – respondió Ambar mientras seguía manejando el taxi y
llevaba a Scott al aeropuerto dándole instrucciones de donde se verían en
Europa.
Al llegar al aeropuerto, Scott reservó un
boleto en el vuelo de las 13:00 rumbo a Bruselas; sin embargo, al voltear en la
taquilla, se encontró de frente con unos ojos que ya había visto anteriormente,
era aquel hombre que había tropezado en las escaleras de aquella pensión,
rápidamente vino a su mente el nombre de Apolimia, el libro que a aquel
caballero se le cayó, un extraño presentimiento invadió a Scott.
– es
usted de nuevo – dijo él – nos tropezamos en aquel lugar
– cierto
– respondió el hombre – en “Pour Toi”
¿visitando un familiar?
– así
es – mintió Scott – una tía, si me disculpa debo prepararme para mi vuelo.
Aquel hombre que no era otro que Julián
Montiel, observó el boleto que Scott tenía en su mano, rápidamente éste lo
guardó en su chaqueta.
– por
supuesto – dijo Julián – una agradable casualidad, aunque si hay una tercera
vez, deberíamos tomar unos tragos ¿no cree?
Scott rió nerviosamente y luego agregó:
– ¿sabe
usted cual es la diferencia entre casualidad y destino?
– eso
depende de si cree o no, pero no comprendo…
– no se
fije – le interrumpió
Scott sentía que Ambar lo observaba en algún
lugar cercano, no podía entablar una conversación con nadie, se despidió
amablemente aunque pestañeaba constantemente.
– ¿le
sucede algo? – preguntó Julián
– creo
que algo me cayó en el ojo, iré a lavarme, hasta luego Monsieur – respondió
Scott mientras se alejaba hacia los baños del aeropuerto.
Ya era mediodía, Julián compró algo de
comida para llevar y volvió a la taquilla de boletos.
–
¿Hacia donde se dirige Señor? – preguntó la recepcionista de la taquilla
– a
Bruselas, quiero un boleto para Bruselas, Bélgica
– el
vuelo ya está despegando, no creo que pueda… pero si lo desea…
– no,
no tengo prisa, iré en el próximo vuelo.
Luego de comprar el boleto, Julián se
dirigió al baño, donde había visto entrar a Scott, pero éste, naturalmente, ya
no estaba.
– Algo
está pasando o está a punto de ocurrir – se decía Julián a si mismo, mientras
leía en el borde del espejo del baño una palabra conocida: “Apolimia” luego miró su reloj
nuevamente y eran las trece horas en punto.
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