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usquen al Sr Montiel, él es policía —dijo Robbie.
Rápidamente Ted fue en busca del detective a la
cafetería.
—Señor Montiel, debe Ud. venir de inmediato.
—¿Qué sucede Ted?
—Es la modelo, fue asesinada.
—Pero… ¿Cuándo? Si hace rato la vi que iba a su
cuarto.
—Si, pero no sé que pasó, por favor acompáñeme.
—De acuerdo.
Ted, el
conductor y el Sr Montiel se dirigieron de inmediato a la habitación número
trece, todos los demás estaban aglomerados en la puerta, tratando de ver el
cadáver más de cerca.
—Por favor, retírense —dijo el oficial Montiel—
esto es un asunto policial.
—Pero Ud. no es policía, sino un detective—
respondió Anya.
—En este momento soy la autoridad competente más
estrechamente ligada a la policía — aclaró Julián.
—Dejen al oficial trabajar— dijo Rick.
Julián
Montiel tomó el teléfono de la recepción y llamó a su secretaria:
—Celia, ¿Cómo estás? … Muy bien gracias … No, no
estoy en la playa … El bus se quedó varado … claro que pensaba avisarte …
Óyeme, te llamo por otra razón, ubícame a Thor y dile que venga a la Posada
Maizén … es la que queda en la carretera Panamericana a unos diez kilómetros después de la ciudad
de Vallenar, de prisa … Gracias … Tú también.
Julián
regresó al cuarto 13 y echó un vistazo, la cama estaba organizada, el cuerpo
yacía boca abajo con una soga atada al cuello, él se colocó unos guantes y
desató la soga, y para su sorpresa, no había ninguna marca, ni cicatriz en su
cuello que demostrara ahorcamiento.
—Si no fue ahorcada ¿Cómo murió? — se preguntaba.
Luego
volteó el cuerpo y revisó su ropa, un papel arrugado con un número de teléfono
borroso escrito con lápiz, fue hallado en uno de sus bolsillos.
—241308, ¿de quien será éste número? — y se dispuso
a marcarlo para llamar.
—El número que Ud. marcó está fuera de servicio o
no existe, por favor inténtelo de nuevo— decía la voz de la operadora.
—Tal vez no sea ese el número, está muy borroso y
confuso.
De pronto
su vista se desvió a la mesa de noche, un frasco vacío que decía “veneno para
ratas” estaba colocado allí; Pero lo que mas llamó su atención fue el espejo de
la mesa el cual estaba quebrado como si alguien le hubiese arrojado un objeto
duro. Rápidamente abrió la puerta, aún se encontraban todos allí afuera
curioseando.
—¿Qué encontró oficial? — preguntó Cindy.
—Srta. Luisana, ¿Ud. vio el…?
—Sí detective, lo vi— interrumpió ella, —el espejo
roto en un cuarto trece.
—Son siete años de mala suerte ¿verdad? — comentó
Marco.
El
detective Montiel sonrió, porque sabía bien a lo que se refería Luisana, su
sueño extraño ahora cobraba sentido.
Sin
embargo Luisana no quiso comentar su sueño con nadie más que Ted, y por alguna
razón se sentía asustada.
Ya era
mediodía y Julián aún se encontraba en la habitación junto al cadáver, luego
salió y en ese momento un hombre de mediana estatura de unos 30 años con un
traje de segunda mano y un maletín, entró.
—Dr. Víctor Almarza— exclamó Julián
—Sr. Montiel —dijo el hombre— ¿solicitó Ud. mi
ayuda? Pues aquí estoy.
Ambos
entraron al cuarto 13 y el Sr Almarza examinó el cadáver, tomó unas muestras,
las etiquetó y las guardó.
—Te habrás dado cuenta que ésta no parece una
escena del crimen —acotó el Sr Almarza.
—Por supuesto que me di cuenta Thor— respondió
Julián, —acompáñeme por favor.
Ellos
salieron y trancaron el cuarto 13 con llave. Luego se dirigieron a la
habitación de Geribeth pero estaba trancada.
—Qué extraño — dijo Julián, —Pensé que su asistente
dijo que estaba abierta. Luego se dirigió a una mucama:
—¿Podría abrirnos el cuarto de la Srta. Geribeth?
—¡Como no!
Al entrar
a la habitación 5, ésta lucía un poco desordenada como para pertenecer a una
modela famosa; Pero allí, justo en la cabecera de la cama, había una mancha de
sangre y un trozo de tela verde oscuro tirado en el piso. El oficial Víctor lo
tomó y lo procesó al igual que la mancha de sangre.
—Llevaré estas muestras al laboratorio— dijo.
—Mejor envíelas con un equipo de criminalistas,
porque lo necesito a Ud. aquí. —respondió Julián.
Víctor
llamó a su equipo para que se llevaran el cuerpo y las evidencias encontradas.
Luego ambos se dirigieron a la cafetería donde estaban concentrados los demás.
—¡Atención Señores! —dijo Julián— Les presento al
oficial Víctor Almarza, él me ayudará en el caso, lamento informarles que nadie
podrá continuar su viaje a San Martin o La Floresta hasta haber resuelto el
caso.
—¿Pero Por qué?
—¿Y si dura mucho en resolverse?
—Necesito ver a mi hermana
—Y yo debo ir al hotel, es mi premio.
—¿Ya arreglaron el Expreso?
—Debo estar en una boda.
—Lo siento mucho señores, pero aún nadie puede
continuar su viaje, —informó Julián— Todos serán interrogados.
—¿Cómo? ¿Acaso somos sospechosos?
—Es protocolo, es solo para descartarlos, los
iremos llamando uno por uno, por favor sean pacientes. —dijo el Sr. Almarza.
—Comenzaremos por la Srta. Anya —dijo Julián
—¿Y yo Por qué? ¿Creen que yo la maté?
—Nadie ha dicho eso —aclaró Julián— Tengo entendido
que Ud. fue la última persona en verla con vida, además Ud. era la persona mas
allegada a la occisa.
—Viéndolo de esa forma… está bien, pregunten lo que
quieran.
—No, será en privado, en la habitación 15, “mi
oficina”.
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