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ranscurrieron
apenas unos veinte minutos cuando recibí otra llamada del jefe en mi celular,
se oía muy enfadado, prácticamente me estaba regañando aunque no de un modo
directo, me informó de los resultados de análisis del dedo en la caja,
pertenecía a una tal Judith Fernández, era la joven que se había lanzado desde
el balcón hace cinco meses, la misma chica que aparecía en la fotografía junto
al Sr. Columbus, y curiosamente se apellidaba Fernández, como la otra mujer que
vio Andrade hablando con el gerente ¿casualidad? Claro que no, de alguna u otra
forma el Sr. Columbus se veía involucrado con dos victimas hospedadas en su hotel,
era el momento de volver a entrevistarme con él, pero el jefe me interrumpió.
– Pero
eso no es todo – me dijo – esta mañana encontraron a Gómez muerto en su casa
– ¡a
Gómez! ¿Cómo pudo pasar algo así?
– lo
estamos investigando Domínguez, tú continúa con el caso de la habitación 267
– lo
haré jefe, pero ¿se da cuenta de que Gómez era el único que nos podía aclarar
varias cosas respecto al caso del homicidio-suicidio de hace unas semanas?
– estoy
al tanto de todo, te avisaré cualquier descubrimiento.
Al
colgar me quedé pensando, tratando de atar cabos, me sentía impotente al no
poder resolverlo, tenía tantos detalles ligados unos a otros y a la vez no
tenía nada. pero tenía que seguir adelante por Daniela y por mi dignidad como
detective.
Judith Fernández podía ser familia de Lorena
Fernández, o tal vez no, después de todo ese es un apellido muy común en este
país, pero ¿y si no? ¿y si eran hermanas? No podía salir del hotel aunque
muchos se preguntaban que hacía yo aun en el hotel si mi esposa fue asesinada,
así que llamé a Andrade y le pedí que investigara esas dos mujeres, sus pasados
y sus relaciones con el Sr. Columbus, luego me dirigí nuevamente al último piso
para hablar con el gerente, esta vez iría en calidad de policía… ya va… si el Sr.
Columbus era el responsable de todo, no debería enfrentarlo yo solo ni mucho
menos en su territorio, así que me devolví, tenía que enfrentarlo en un lugar
público, pero ¿Cómo haría para que el gerente del hotel me atendiera a mi, un
simple huésped en mi habitación? Tendría que ser por un motivo importante.
De inmediato me comuniqué con su secretaria
pidiéndole avisarle al Sr. Columbus que viniese a mi cuarto porque una joven
llamada Judith Fernández lo esperaba y quería hablarle únicamente en esta habitación
y por nada del mundo se iría hasta no haber hablado con él.
Pude notar el nerviosismo en la voz de la
secretaria, la Sra. Rosales cuando le mencioné el nombre de Judith Fernández,
había dado en el blanco, solo era cuestión de esperar. Sorpresivamente pasó
solo media hora cuando alguien tocaba a mi puerta, fui a abrir y el sorprendido
fui yo al ver una mucama desesperada e inquieta de pie frente a mi habitación.
– le
suplico que me deje entrar – me dijo
– yo la
he visto antes – mencioné – usted es…
– así
es – me interrumpió – soy Lorena Fernández.
Mi asombro aumentó mucho más, tenia frente a
mi a la supuesta victima del homicidio-suicidio de hace unas semanas ocurrido
en esta misma habitación, ella se dirigió a la mesa de noche y aun temblando se
sirvió una taza de café.
– ¿Qué
significa todo esto? – le pregunté
– es
que los muertos también toman café – respondió irónicamente mientras tomaba un
sorbo
– ¡exijo
una explicación!
– déjeme
decirle detective que yo…
– ¿Cómo
sabe que soy detective? – le interrumpí
– ¿quiere
que le explique o no?
– lo
siento, continúe
– como
le decía, yo trabajo aquí desde cinco años aproximadamente, como mucama ¿sabe?
Me he llevado bien con todo el personal, pero hace unos días atrás mi hermana
se hospedó en esta habitación con su esposo.
– ¿su
hermana?, déjeme adivinar ¿Judith?
– no
señor, mi hermana se llamaba Laura ¿Quién es Judith?
–
olvídelo, siga por favor
– bien,
mi hermana fue asesinada aquí en esta misma habitación, pero ella no se estaba
hospedando con sus esposo, sino con su amante, y por eso se hizo pasar por mi
¿entiende?
– entiendo,
su hermana Laura ¿era su gemela?
– Así
es, fácilmente pudo hacerse pasar por mi, y hasta se registró con mi nombre,
por eso la cree que estoy muerta
– ¿y a
nadie le pareció extraño que una Lorena Fernández que se hospedaba aquí fuese
idéntica a otra Lorena Fernández que trabajaba como mucama?
– fíjese
que no, la tonta de Helen nunca se fija en eso
– le
creo, le creo, pero ahora dígame ¿Cómo supo usted que yo soy detective?
– me da
mucha pena decírselo, pero estuve en su habitación mientras estaban fuera,
registré sus cosas y vi sus identificaciones, sé que no debí hacerlo pero tiene
que entender que yo pensaba que ustedes eran los responsables de la muerte de
mi hermana, ya que nadie más ha querido usar esta habitación excepto ustedes.
– entonces
¿era usted la que caminaba aquella noche aquí con un gancho rojo en el cabello?
– si,
le pido disculpas por eso, ¿Cómo sabia que tenía un gancho rojo?
– la
pude ver desde afuera ¿es común ese tipo de ganchos de pelo tipo tucán?
– no,
ese me lo regaló Elizabeth, la secretaria del Sr. Columbus.
– me lo
imaginé – le dije – ahora bien, si fue su hermana gemela la asesinada por su
amante en esta habitación ¿Dónde está es esposo de su hermana?
De
pronto la puerta se abrió nuevamente y el mismo Sr. Columbus en persona hacía
acto de presencia.
– Yo
puedo explicárselo – dijo él con su típica voz autoritaria.
Nuevamente me sentí acorralado pero no podía
demostrarlo.
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