Zaragoza, España
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se 5 de
Septiembre, fue el día mas agitado en el prestigioso Restaurant “Nueva Delicia”,
muchos se habían dado cita para asistir al XVII Festival de Gastronomía
Europea, de los cuales Nueva Delicia era uno de los nominados, y grandes
expertos en la materia venían a probar su menú y servir como jueces del
Festival. Mas de 15 cocineros y 30 asistentes servían en dicho restaurant,
entre ellos se encontraba Martine Luport, una gran y excelente chef de 40 años
que le daba vida a sus platillos, ella cocinaba de una forma tal que parecía
que varios cocineros actuaban en ella, así era Martine, conocida por su gran
desempeño en realizar diversos platos en el menor tiempo posible, sin duda
alguna ella era una de las mejores.
Los jueces del Festival quedaron encantados
con todo lo que Martine les ofrecía, desde paella rizziatte, ensalada gourmet hasta
pastelitos de caracoles, la mayor delicia y único en su genero, creado solo por
ella. Gracias a ella y al gran equipo de chefs, el restaurant Nueva Delicia
figuraba entre los diez más exquisitos en toda España, incluso los reyes habían
apartado una cita para visitar dicho restaurant.
Pero lo que mas impactó ese día a la chef
Luport no fue la nominación de su restaurant, sino la visita de una mujer
misteriosa sentada en una esquina que no paraba de mirarla; Martine se sentía
intimidada cada vez que pasaba cerca de ella, pronto se armó de valor y se
dirigió a su mesa.
– ¿ya
probó el flan de moras con aceitunas? – le preguntó Martine a la misteriosa
clienta – es ideal para un postre después del lomo con salsa Zaragoza
– Oh
no, muchas gracias – respondió ella – quedé muy satisfecha
– insisto,
debe probar ese postre, se lo recomiendo
– de
acuerdo, pero le recuerdo que no soy jueza del Festival, solo soy una clienta
mas
– Lo sé
mi Señora, con gusto le traeré el postre.
Al rato llegaba Martine con el plato del
postre y lo colocó frente a la dama.
– es el
primer restaurant que veo donde propia chef te sirve la comida en la mesa –
dijo la dama
– no se
acostumbre – respondió irónicamente Martine – solo es por hoy, cortesía de la
casa
– lo
imaginé, tiene usted un gran talento
– muchas
gracias, no la había visto por aquí ¿es extranjera?
– ¡Vaya!
Que buen ojo tiene, si, soy ecuatoriana, estoy de paso por aquí debido a unos
negocios
– comprendo,
que pase un buen día, con permiso – añadió la chef mientras hacia una
reverencia y daba media vuelta.
Al final del día, luego de que todos se
hubiesen ido, Martine salía de su turno y se dirigía a su departamento, al
pasar por una plaza vio a aquella mujer ecuatoriana con quien había conversado,
estaba sentada en una banca. Martine tuvo un mal presentimiento acerca de esa
misteriosa mujer, y sin rodeos ni tapujos se dirigió a ella con una pregunta
fulminante:
–
¿Puedo saber quien es usted y por qué me sigue?
–
caramba señora Luport, es usted extraordinaria – respondió aquella mujer –
tiene un instinto estupendo, es lo que necesito
– aun
no responde mi pregunta – dijo Martine con un tono de impaciencia
– mi
nombre es Amy Kassan
– ¿Kassan?
Ese no es un apellido ecuatoriano
– bien
por usted, también le puedo asegurar que Luport no es un apellido español
– mis
abuelos eran ingleses, pero eso no es de su incumbencia ¿Por qué me sigue? ¿Qué
quiere?
– vengo
a proponerle un negocio, pude ver la facilidad con que usted realiza esos
platos
– ¿Qué
clase de negocio?
– no se
alarme, no es nada ilegal, tiene que ver con su don de cocinar ¿es usted la
cocinera original o es alguien mas?
– ¿De
que está Ud hablando? Claro que soy la cocinera original
– no me
ha entendido señora Isabel…
– ¿Cómo
sabe eso? ¿Quién le dijo que soy Isabel? – preguntaba Martine mas alarmada que
nunca
– veo
que no lo niega, Isabel Delgado Ruiz, ¡cuanto tiempo ha pasado!
– jamás
en mi vida la había visto y hace mas de 25 años que ya no me llamo asi
– tal
vez usted no me conoce, pero Isamar si
– ¿Qué
sabe Ud. de Isamar?
– lo
básico, se escapó de un sanatorio y huyó de México, y ahora es una gran
cocinera aquí en España.
Martine se puso en pie, su rostro se
enrojecía de la ira, sus arrugas denotaban que ya no era la misma jovencita de
hace 20 años que protagonizó el caso mas crucial de México, ahora con mas
de
cuarenta años, lucía radiante aún bajo una nueva identidad; Sin embargo ahora,
al sentirse descubierta, era mas vulnerable, Martine empuñaba sus manos de ira
mientras Amy seguía hablándole:
– ¿ahora
está usted dispuesta a escuchar mi negocio?
Martine volteó y de una sola vez le
respondió:
– ni
usted ni nadie me chantajeará, si quiere denunciarme con las autoridades
españolas y mexicanas, hágalo; pero le advierto que después de 20 años no creo
que tenga éxito.
– jamás
le he dicho que vengo a reportarla ¿no me oyó? Vengo a hacer negocios con usted
– ¿a
cambio de que? Porque apuesto a que no me saldrá gratis, sepa usted que no
necesito dinero
– no
vengo a ofrecerle dinero mi señora – dijo Amy – vengo a ofrecerle lo mas
deseado por Ud: su hija Gracy
El rostro de Martine cambio radicalmente a
uno mas relajado y con aire de esperanza
–
¿Gracy? ¿sabe donde está? Llevo 20 años buscándola, fui a Venezuela, Ecuador, e
incluso a Chile donde también estuvo, pero perdí su rastro
– No
está en Sudamérica, está en Europa, específicamente en Belgica
– tiene
toda mi atención – respondió Martine mientras se acomodaba de nuevo en la banca
al lado de su interlocutora
–
quiero que trabaje para la Familia Real Belga, como su cocinera personal, a
cambio le diremos donde y como encontrarse con Gracy
–
¿diremos? ¿en plural?
– desde
luego, olvidé mencionarle que es mi jefa la que quiere sus servicios, y es ella
precisamente la que sabe con exactitud donde está su hija
– ¿Cómo
sé que no es una estafa?
– solo
hay una forma de saberlo ¿no cree usted?
– de
acuerdo, acepto, iré a Bélgica, después de todo ya sé hablar francés
– por
Isadora ¿verdad?
– ahora
soy Martine Luport, mis alter-egos se encuentran temporalmente en reposo ¿cree
que me aceptarán en la realeza?
–
seguro lo harán
–
¿Dónde puedo hablar con su jefa?
– en
Bruselas, desde luego, le daremos todo lo necesario
– ¿y su
jefa tiene nombre?
Amy soltó una carcajada, luego con una
mirada tétrica se le acercó a Martine y le susurró al oído:
– se
llama Apolimia
Y ambas caminaron juntas perdiéndose entre
la multitud de la plaza.
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