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lamé a
todo el departamento de la policía estatal y convoqué una reunión extraoficial
con carácter de urgencia, no estaba autorizado para llamar a dicha reunión pero
el jefe me apoyó, que por cierto se llama Samuel Ysea, creo que nunca lo
mencioné… En fin, en media hora todo el departamento se encontraba en la
estación, específicamente en la Unidad de Homicidios.
– ¡Señores!
– exclamé – necesito su atención por favor, el motivo de esta reunión es para
informarles de un nuevo indicio del caso del Hotel Paraíso
– ese
caso ya está cerrado – comentó alguien
– si,
no perdamos tiempo en eso – mencionó otro
– lo
comprendo – intervine de nuevo – por eso sólo necesito a los jefes de departamentos,
los demás pueden continuar con su oficio.
El jefe me miró de mala gana, Andrade seguía
confundido y yo le pedí a ambos que entrásemos a su oficina, junto con el jefe
de la Unidad de extraviados y la fiscal principal.
– ¿Por
qué todo ese alboroto Domínguez?
– solo
quería contárselo a todos, pero con ustedes es suficiente, lamento si me excedí
–
Alborotaste toda la estación y todos los departamentos con tu gran notición,
esperemos que valga la pena
– Así
es – respondí – les explico. Después de que el Sr. Columbus muriera y se le
hallara culpable al igual que su esposa, me quedé pensando en otros detalles
inconclusos, como la primera pareja suicida del Hotel, y el joven del tercer
caso ¿recuerdan? ¿Qué
relación
tenían?, fue cuando investigué su pasado y encontré esto.
Les mostré unos expedientes que tenía y
continué hablando:
– como
pueden ver, el joven se llamaba Albert Paredes, quien probablemente también
haya sido dopado y forzado a dispararse, pues descubrí que él era sobrino
político de Venus y Manny Dumort, la pareja sueca que se suicidó en el primer
caso de la habitación 267.
– de
acuerdo, eran parientes ¿y a que viene eso ahora? – preguntó Andrade – igual el
Sr. Columbus los asesinó, así que debían tener alguna relación con él.
– esa
es la mejor parte Marco – le respondí – ellos no conocían ni tenían nada que
ver con el Sr. Columbus
– ¿y
entonces?
– antes
de responder eso, les diré algo mas que me tenía intrigado ¿Cómo llegó un dedo
de Judith Fernández al hotel, si su cuerpo ya había sido procesado y estaba
completo?, solo significaba que alguien con acceso al cadáver fue el que lo
envió
– ¿quieres
decir que el Sr. Columbus tenía un cómplice en este departamento? Eso es muy
grande y delicado Domínguez, lanzar semejante acusación podría dañar tu carrera
¿tienes pruebas de eso?
–
Naturalmente, como verán los resultados demuestran que el dedo de Judith fue
cortado post mortem y salió desde este departamento, Andrade lo puede confirmar
– es
cierto – dijo Andrade – yo mismo hice el análisis del dedo
–
entonces dinos de una buena vez ¿Quién es esa persona?
– esa
persona, señoras y señores, dejó sus huellas en una botella de vino del año 57
encontrada en esta misma jefatura, lo que indica que fue esa persona quien
asesinó a Vergara.
– pero
bueno Domínguez, nos tienes en ascuas ¿vas a decir quien es o no?
Yo cerré los ojos e hice la señal de la
cruz, que Dios me proteja, respiré hondo y continué:
– el
Jefe, las huellas pertenecían a Samuel Ysea, el jefe.
Todos quedaron estupefactos, nadie podía creerlo,
de hecho yo tampoco lo creía hasta que vi las pruebas y até los cabos sueltos.
– ¡eso
es imposible! – exclamó el jefe mientras se colocaba en pie – ¡como vas a decir
eso Domínguez, después de todo lo que hice por ti! ¡te salvé la vida por Dios!
– y se
lo agradeceré siempre jefe, pero tal vez era parte de su plan, recuerdo que
antes de usted dispararle a Columbus, él dijo que “así no lo planearon”, así
que ambos eran aliados y al ser descubierto usted lo eliminó para que no lo
delatara.
– ¿Cuál
plan? Eso no es así
– a ver
Domínguez – intervino la fiscal – una huella en una botella no es suficiente
para acusar a alguien ni mucho menos para reabrir un caso
– eso
lo sé fiscal – respondí – por eso les traje estos estados de cuenta donde una
buena suma de dinero fue enviada a la cuenta del jefe desde Suecia, los esposos
Dumort eran chantajeados por él, para darle dinero a cambio de liberar a su
sobrino Albert Paredes quien era prófugo de la justicia y estaba cumpliendo una
condena en San Carlos, nadie supo que el era un reo fugado, todos creían que
era un huésped más, eso solo lo pudo ocultar alguien con poder en el
departamento que pudiese controlar el acceso a los archivos.
El jefe palidecía, y se recostaba en una
silla, nunca pensó que alguien, ni mucho menos yo, lo descubriría, había
silenciado a Columbus, el único que podía delatarlo, ahora entiendo su obsesión
porque yo nunca abandonase el hotel durante la investigación, me quería lejos
del departamento, después de todo fue él quien me asignó el caso, sabiendo
desde luego cuanto lo quería, pero ¿Por qué mataría a Daniela? ¿Quería echarme
la culpa? ¿o ella tenía alguna deuda con él? tal vez nunca sabré la respuesta,
pero mi consciencia y mi ética profesional están limpias, y a pesar sentirme un
Judas por haber entregado a un gran hombre y amigo, podía caminar con la frente
en alto porque sabía que había cumplido con mi deber.
Llevaron al jefe a una celda de la estación,
mientras la fiscal preparaba su caso para llevarlo a la corte; Sin embargo, fui
a hablar con él a solas para saber el motivo de esa decisión, nadie se
convierte en asesino en serie solo porque si, ni de la noche a la mañana, tenía
que conversar con él, estuvimos hablando por una hora mas o menos, intentando
comprenderlo psicológicamente, pero yo no sirvo para eso, me despedí esperando
que la justicia y los profesionales hicieran su trabajo.
Yo seguía en mi oficina cuando me
notificaron al día siguiente, que el jefe Samuel Ysea se había suicidado en su
celda, era una noticia muy lamentable para mi, una mala decisión efectuada, y a
pesar de lo ocurrido, me dolía y lloré amargamente, le exigí al departamento
que se le hiciese un funeral digno de un gran agente policial, y así lo
hicieron, ahora Daniela, Torres y Meléndez podían descansar en paz, y el mismo
jefe también, todo parecía un final de película, pero aun no terminaba.
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