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stuve
como quince minutos hablando con el Sr. Columbus, obviamente (o al menos así
daba la impresión) no tenía idea del fulano dedo que llegó a nuestra
habitación, y también ignoraba que yo era un policía encubierto, así que ya no
tenía porqué seguir allí, muy amablemente me despedí de él y me dispuse a
retirarme, cuando recibí un mensaje de texto en mi celular, era de Andrade, me
decía que lo viera en el área de las piscinas, que tenía algo importante que
decirme.
Al salir de la oficina del gerente del
hotel, pude notar que su secretaria no estaba en su puesto, su escritorio
permanecía vacío y solitario, realmente me pareció un poco extraño, sin embargo
no le di mayor importancia.
Me encontré con Daniela en el lobby, estaba
un poco inquieta.
– Al
fin te encuentro – me dijo – Andrade quiere hablarnos
– si,
también me escribió
– se
está arriesgando a que lo descubran
– no lo
creo, él sabe lo que hace
– Bien,
veamos que quiere
Llegamos al área de las piscinas, buscamos
en todas partes pero no estaba él, varios huéspedes se bañaban, otros
conversaban, pero Andrade no se veía en ningún lado.
Disimuladamente saqué mi celular y me
dispuse a escribirle: Donde estás? ya
estamos aquí”… enviar. Nos quedamos un rato esperando, hasta que respondió:
“hay moros en la costa, nos vemos en una
hora en la cancha de golf, hoyo 19”
– pero
que meticuloso ¿Quién nos estará observando?
Una hora mas tarde, el sol ya se estaba
ocultando y la noche se asomaba, Daniela y yo fuimos al lugar especificado en
el mensaje de Andrade, la cancha de golf estaba sola, y unos arbustos ocultaban
el hoyo 19, efectivamente allí se encontraba Andrade.
– ¿Por
qué tanto misterio Marco Antonio? – le preguntó Daniela
Él sacó su teléfono y nos mostró unas fotos,
eran de una mujer hablando con el Sr. Columbus.
– Sólo
es el gerente del hotel con una posible huésped – respondí – ¿Qué tiene eso de
relevante y urgente?
– ¿no
reconocen a la mujer? – preguntó él
– la
verdad no – dijo Daniela
– yo
tampoco – mencioné
– es
Lorena Fernández, la supuesta “victima” del homicidio-suicidio de hace una
semana ¿recuerdan?
–
cierto, se parece mucho a ella pero…
– no
puede ser ella, ella está muerta, fue asesinada en la habitación 267, yo mismo
vi el expediente.
– tal
vez sea una gemela
– o
quizás nunca murió, se hizo pasar por muerta para asesinar a su esposo
– pero
¿Por qué en esa habitación? ¿Qué razones tendría?
– es lo
que investigaremos
–
¿Quién tomó ese caso?
– creo
que fue Gómez
– pues
él debe saber si ella murió o no, y si no fue así, tiene que explicarnos por
qué la hizo pasar por muerta, sólo él sabe la verdad de ese caso
– yo
hablaré con él – dijo Andrade – nos vemos después, por favor cuídense, creo que
alguien de aquí sabe que están investigando ese caso
– desde
luego – dijo Daniela – ¿no te has enterado del dedo?
– ¿dedo?
¿Cuál dedo?
– ya lo
envié a laboratorio, ve a la comisaría y allá sabrás los detalles.
Andrade se fue y Daniela y yo regresamos al
hotel, desde luego teníamos que pasar por el área de la piscina y el restaurant
para entrar de nuevo al hotel. Desde allí se podía observar nuestra habitación,
después de todo, la chica que se lanzó desde el balcón de esa habitación cayó
en el área de las piscinas, y no precisamente en una piscina; sorpresivamente
pudimos notar que la luz de nuestra habitación estaba encendida.
– ¿Tú
dejaste la luz prendida? – le pregunté a Daniela
– No,
no lo hice – respondió
– Hay
alguien en la habitación
Miramos arriba, eran siete pisos, pero aun
así pudimos ver una sombra que se movía en la habitación 267, nuestra habitación.
– Vamos
de inmediato para allá – dijo Daniela
–
¡Espera, espera un poco! – recalqué – cuando lleguemos ya se habrá ido, veamos
si descubrimos algo.
Daniela sacó unos binoculares de su cartera,
los apuntó a la habitación y pudo notar una silueta.
– ¡es
una mujer! – exclamó – la que está en la habitación es una mujer
– ¿Cómo
es? Préstame a ver – le dije mientras tomaba los binoculares
– no se
ve bien desde aquí – decía yo mientras ajustaba el visor del zoom – pero lleva
en el pelo algo rojo, yo he visto ese gancho en otra parte.
– ¿en
serio?
– ¡es
la secretaria!, ese gancho tipo cuerno se lo vi a la secretaria del gerente,
ella es la que nos acosa – le dije a Daniela mientras me dirigía rápidamente al
ascensor, ella me seguía, habíamos descubierto algo importante, ya me parecía
sospechoso que la secretaria del Sr. Columbus no estuviese en su puesto de
trabajo.
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