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equipo forense levantó la escena del crimen que por primera vez no fue en la
habitación 267, sino en la de al lado, donde se guardaba y registraba todo lo
ocurrido en la 267, ahora todos los registros habían desaparecido, no cabía la
menor duda de que se trataba de un empleado del hotel, aunque mis sospechas se
centraban en el gerente principal: el Sr. Columbus, pero una corazonada no era
suficiente para obtener una orden de registro, necesitaba investigarlo, y sé
que puede parecer imprudente de mi parte, pero decidí investigar al Sr.
Columbus por mi propia cuenta, corriendo el riesgo de caer en una posible
trampa, aun me preguntaba ¿Por qué el acoso hacia mi persona? ¿Qué objeto tenía
eliminar a mi equipo y dejarme vivo? ¿Por qué asesinaba a todos y a mi solo me
dopaba? Algún propósito tenía ¿acaso quería que yo personalmente lo
descubriera? Pues eso es lo que haré.
Esta vez no me importó el riesgo ni el
peligro que corría, me dirigí a la oficina del Sr. Columbus, esta vez en
calidad de detective, la secretaria apenas me vio se puso de pie
– el
Sr. Columbus no puede atenderle – me dijo
– estoy
en una investigación y debe atenderme – le respondí mientras le mostraba mi
placa.
Acto seguido entré a su oficina sin
anunciarme y para mi sorpresa estaba vacía.
–
¿Dónde está el Sr. Columbus? – le pregunté a la secretaria
– no se
encuentra
– eso
lo puedo notar, pregunté donde está
– salió
a una reunión hace una hora
– ¿una
reunión? Que conveniente – murmuré mientras sacaba mi teléfono y llamaba a
Marco Antonio para saber si había visto salir al gerente
– no lo
ha hecho – respondió él – al menos no por la puerta principal
– ¿a
que te refieres?
– si
está huyendo lo habrá hecho por la parte trasera del hotel, hasta allá no tengo
acceso
– no
puede ser, no puede escaparse Marco Antonio, debemos atraparlo
– pero
Ezequiel, necesitamos una prueba en su contra para arrestarlo
– ¡demonios!
– exclamé con furia y colgué.
Sé que Andrade no tenía la culpa de mi
cólera, pero me daba coraje no poder hacer nada, teníamos a un sospechoso pero
no podíamos interrogarle porque nada lo acusaba, solo era su palabra contra la
mía, algo tenía que hacer, si el Sr. Columbus era el responsable de todas estas
muertes lo atraparé, eso lo juro, no será mas listo que yo, claro que no
carajo, algún error debe cometer y lo atraparé.
Volví a mi habitación, me acosté un rato
para calmar mis ideas y pensar claramente, me di un buen baño de agua fría y me
acosté mirando al techo, seguía pensando, de ser el Sr. Columbus el responsable
debía tener un cómplice, sus coartadas eran ciertas, aun me preguntaba ¿como
hacía para que los huéspedes se suicidasen? ¿les apuntaba con un arma? ¿los amenazaba?,
no lo sé,
pero
era extraño, muy extraño, aunque debo reconocer que era un poco ingenioso, pero
¿Qué motivos tendría? Todo criminal debe tener un motivo.
El teléfono sonó, era el jefe diciéndome que
encontraron una huella del Sr. Columbus en la laptop formateada, prueba
suficiente para solicitar una orden de registro a su casa y oficina, fue la
mejor noticia que he oído en días.
Fui autorizado junto con Andrade a revisar
la oficina del sospechoso, indagamos en cada recoveco buscando algo que lo
asociara con los crímenes, ya no estaban las fotos donde aparecía con Judith
Fernández, revisamos cada libro de su oficina, que mas bien parecía una
biblioteca, ¡que cantidad de libros tenía ese señor en su oficina! Había de
economía, finanzas, política, salud, ciencia, de todo; pero nada sospechoso, en
eso Andrade mostró un papel guardado en una gaveta del escritorio.
– encontré
esto Ezequiel – me dijo al mismo tiempo que abría la hoja de papel doblada en
cuatro partes, similar a las otras que había recibido.
– es él
– dije – es igual a las demás, tiene que ser él
– ¿y
que dice?
Lo leí en voz alta, la nota decía: “una casa sin libros es como una habitación
sin ventanas, ¿por sonde saltarás?”
– tiene
que ver con el suicidio de Judith – dije
–
cierto, la que se lanzó por la ventana ¿tu crees que esté relacionado?
– desde
luego Marco Antonio, es él, el Sr. Columbus es el responsable.
– pero
creo que es una especie de acertijo, aunque parece una simple metáfora.
– ¡Acertijo!
Tienes razón, debemos ver las otras notas que recibí junto a Daniela ¿Dónde
están?
– en la
estación, ya las mando a traer
– y a
todas estas ¿Por qué el jefe no quiere que salgamos del hotel?
– no
hasta que terminemos la investigación – respondió Andrade
– que
obsesión ¿no crees?
– creo
que si, pero hay que seguir sus órdenes.
Andrade y yo bajamos al lobby y fuimos a
recepción, la señorita Maldonado nos confirmó que el Sr. Columbus había salido
hace una hora junto a la mucama Lorena Fernández.
– esto
si que es interesante – murmuré – los cuñaditos ahora se la pasan para arriba y
para abajo
De pronto Helen la recepcionista agregó:
– por
donde saltarían
– ¿perdón?
– no me
haga caso – dijo ella nerviosamente – es solo una canción que no se me quita de
la cabeza
– ¿Cuál
canción?
– una
que dice que si una habitación no tiene ventanas ¿por donde saltarías tú?
–
¿Quién la canta?
– es
muy vieja de los 70, no recuerdo el grupo, pero puede descargarla en internet.
Me quedé pensando en la nota que encontramos
en la oficina del gerente, tuve un presentimiento y llamé a Parra, un colega
que se encargó de registrar la casa del Sr. Columbus
–
Parra, soy Domínguez, ¿por casualidad hay algún libro en la casa del
sospechoso? – le pregunté
–
fíjate que no – respondió – lo mas insólito es que ni un solo libro hay en esta
casa ¿no te parece extraño?
– la
verdad si, pero no me sorprende.
Una casa sin libros es como una habitación
sin ventanas ¿por donde saltarás?, era la frase que tenía entre ceja y ceja,
algo significaba, algo que descubriría apenas tuviera todas las notas anónimas.
Mientras seguía reflexionando pude notar como Helen, la ingenua y descuidad
recepcionista, nos miraba con una sonrisa un tanto maléfica y misteriosa, yo
seguía hablando con Andrade pero mi oído estaba atento a lo que ella decía;
Helen tomó el teléfono de recepción, marcó un número y dijo: “Ya está todo
listo” y colgó; ella pensó que por la distancia no la escucharía, pero si logré
oírle, ahora ella con su cancioncita, entraba en mi lista de sospechosos.
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