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o fue
sino hasta las seis de la tarde, cuando recibí una llamada anónima en mi
habitación, una voz femenina me dijo por el auricular: “No cierres los ojos, de lo contrario no despertarás”. Era una
clara amenaza que recibía, sin embargo ni Torres ni Meléndez pudieron descifrar
el mensaje ni rastrear la llamada, realmente me sentía intimidado y odiaba eso,
quería vengar la muerte de Daniela, pero no tenía las fuerzas necesarias para
hacerlo, pronto vendría la noche, otra noche más en esta oscura y vacía
habitación, aunque lucía como las demás, se sentía un escalofrío entre sus
paredes.
Me quedé pensando en esa llamada y ese
extraño mensaje ¿Por qué tanta amenaza y nada de acción? Claro, después de lo
de Daniela ¿para que más acción? Comenzaba a sospechar que esa era la manera en
la que esta persona lograba que sus victimas llegasen al borde de la
desesperación y tal vez eso los impulsaba a suicidarse, estaba seguro que
efectivamente se trataba de alguien que jugaba con los temores de los demás,
aun así quedaba la gran incógnita ¿Por qué solo en los huéspedes de esta
habitación? ¿Por qué la habitación 267?
Seguía pensando en el cuarto, muy atento a
cualquier posible movimiento o sonido, no sabía si podía pegar el ojo,
necesitaba dormir pero no podía, aunque Torres y Meléndez estuvieran atentos en
la otra habitación, algo inesperado podía pasar, después de todo fuimos
drogados y adormecidos mientras Daniela era envenenada, me sentía tan
vulnerable, deseaba renunciar al caso, pero no podía, era un gran reto para mi
llegar al fondo de todo y encontrar
al responsable de las muertes del 267, se lo debía a las familias de las
victimas y sobretodo se lo debía a Daniela.
La noche había caído y no tuve ganas de
cenar, no salí de la habitación, tampoco quise pedir servicio a la habitación,
quería estar solo, estaba listo para dormirme cuando algo llamó mi atención,
algo que normalmente nunca hubiese notado sino fuera por unas hormigas en la
cortina, así como lo oyen, curiosamente había un grupo de hormigas que subían y
bajaban por la cortina hasta posarse en lo que parecía una mancha, una mancha
rojiza que parecía parte del diseño marrón con turquesa de la cortina de la
ventana, y de no ser por las hormigas jamás la hubiese visto. Me acerqué y tomé
una muestra, llamé de inmediato al laboratorio y estos se llevaron la cortina
completa, desde luego la sustituyeron por otra para no despertar sospechas en
los empleados del hotel, porque ahora estaba más que seguro que detrás de todo
esto se encontraba algún empleado del hotel con acceso a la habitación. Pero
las horas pasaron y el sueño me venció.
A la mañana siguiente, di gracias a Dios por
amanecer con vida, logré pasar una noche en esa habitación sin que nada
ocurriera, ya me estaba volviendo paranoico. Volvió a sonar el teléfono, sentía
algo de temor en contestar aunque me armé de valor y respondí, después de todo
¿Qué peligro había en contestar una llamada telefónica? Eran del laboratorio
para darme los resultados, la mancha en la cortina era de un vino tinto del año
57, ¿Quién ordenaría un vino del 57 en esta habitación?
Llamé a recepción y para mi sorpresa me
dijeron que en esa habitación, hace una noche ordenaron una botella de vino,
inmediatamente mandé a pedir un registro de las últimas solicitudes de la
habitación 267. Allí estaba yo boquiabierto cuando vi que
la madrugada anterior, a las 5:05 am se ordenó una botella de vino añejo del
año 1957 a la habitación 267 a nombre de la Sra. de Ferrer (así era conocida
Daniela), eso solo significaba dos cosas: una que Daniela aun estaba viva a las
5 de la mañana, ordenó un vino y el “asesino” se lo trajo hasta aquí para envenenarla;
la otra era que ya estaba muerta a las 5 am y el “asesino” la ordenó, de ser
así ¿para que lo haría?, y sea cual sea la situación ¿Cómo llegó esa mancha a
la cortina? Obviamente era un vino muy dulce ya que atrajo un número de
hormigas, pero jamás vi una botella de vino en la habitación, ¿Qué había
ocurrido mientras dormía anestesiado? Pobre Daniela, algo debió ocurrir, algo
que involucraba una botella de vino y no pude hacer nada al respecto por estar
dopado, sentía que me acercaba más a la verdad pero a la vez me sentía tan
limitado como antes, nuevamente las dudas me atacaban.
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