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e repente su interrogación fue interrumpida cuando Cindy
entró apresuradamente a la habitación de Julián, éste, Víctor y Tamara se
pusieron de pie al instante y Julián reclamó:
—Srta. no debe entrar así de esa forma, estamos en
medio de una investigación.
—Lo sé detective, y lo lamento, pero debe Ud. venir
a ver esto.
Los
oficiales y Tamara acompañaron a Cindy a la habitación ocho, allí estaban todos
los demás aglomerados.
—Con permiso, abran paso por favor —dijo Julián
Montiel.
Y al
entrar vio al Sr Combs tirado en su cama empapado en sangre con el cuello
rasgado.
—Apuesto a que no murió degollado como parece —dijo
Víctor.
—Tienes razón Thor, mira esto —dijo Julián.
Y al
voltear el cuerpo pudieron ver una cicatriz de pinchazo en la parte izquierda
de su cuello, como si le hubiesen inyectado algún “veneno para ratas.”
—Julián mira el estampado de la sábana de la cama
—exclamó Víctor— ¿Son tigres?
—No mi amigo, son varios jaguares.
—¿Jaguares? — preguntó asombrada Luisana.
—Debe salir del cuarto Srta. Luisana.
—Pero, ¿se da cuenta? Todo encaja, no era un auto
sino un animal de verdad.
—Por favor, me veré obligado a sacarla sino sale en
éste momento.
Luisana
salió y los demás aún estaban allí en la puerta, mientras que adentro de la nueva
escena del crimen los dos oficiales buscaban evidencias.
—No toques nada Thor.
—Por lo menos descartamos a la Srta. Tamara, ya que
ella estaba rindiendo declaraciones cuando mataron al conductor.
—¿Y qué te hace pensar que el asesino del Sr Combs
es el mismo que el de la Srta. Geribeth?
—Julián, no me digas que son dos asesinos.
—Eso lo sabremos pronto mi amigo.
—Entonces crees que Tamara no mató al Sr Combs pero
si pudo haber matado a Geribeth.
—Es una posibilidad Thor.
—¿Solo porque ella te recuerda a alguien? Eso no la
convierte en asesina.
—¿Acaso te gusta Tamara? Creo que harían buena
pareja.
—No seas absurdo Julián.
En ese
momento el Sr Maizén tocó la puerta.
—Disculpen oficiales pero lo llaman de la estación
de policía.
—Gracias Sr Maizén, Yo iré —dijo Julián— sigue
cualquier cosa que sirva de evidencia Thor.
Julián
salió y todos estaban en la pequeña sala de estar ubicada entre la recepción y
el pasillo principal, al otro lado de la cafetería. El detective habló por un
buen tiempo, mientras observaba a los huéspedes: Luisana escribía algo en una
libreta, Marco y Cindy tenían una mirada mas de impaciencia que de miedo; Rick
hablaba con Tamara quien acababa de vestirse, mientras Anya y Robbie se
acercaban al detective.
—Disculpe Sr Montiel— dijo Robbie, — Anya y yo no
tenemos nada que hacer aquí, nos gustaría irnos y ver el cuerpo de Geribeth,
para darle su sepultura, y olvidarnos de todo esto.
—¿Ya podemos irnos?— preguntó Anya, —Ya declaramos
todo lo que sabíamos.
—No todo, —respondió Julián— Acaban de decirme los
resultados de la prueba forense de la Srta. Geribeth.
—¿Y ya saben como murió?
—Tal como lo sospeché, fue asfixiada.
Todos se
miraron asombrados, Julián observó sus reacciones y luego se dirigió a Robbie.
—Sr Robbie, tenemos el testamento de la Srta.
Geribeth y supongo que querrá saber que le dejó a Ud. ¿cierto?
—Eso es lo de menos Oficial —respondió Robbie.
—Cuando sepa Ud. lo que le dejó no dirá lo mismo.
—¿Acaso sabe que me dejó Geri?
—El Abogado viene en camino con el testamento, así
que no podrá marcharse hasta entonces.
Julián regresaba
a la habitación del Sr Combs, pero se detuvo frente a Luisana.
—¿Qué es lo que escribe Ud. allí Srta. Luisana?
—Es mi diario Sr Montiel, escribo lo sucedido hoy,
creo que mi sueño y lo que está ocurriendo debe quedar escrito.
Los demás
la vieron con cierta indignación, excepto Ted y Tamara quienes se interesaron
por el contenido del diario de Luisana.
—¿Podemos leerlo? —preguntó Ted.
—Creo que lo leerás cuando ella lo termine —resaltó
Tamara.
—Esperaré a que se descubra al asesino ¿Se
imaginan? Seré la primera en plasmar éste caso oficial —decía Luisana.
—Sí, pero tal vez la policía te lo quite —dijo
Tamara.
—No lo haremos si no es necesario— recalcó el
detective Julián quien había oído su conversación, luego se dirigió a Rick
diciéndole:
—Dentro de diez minutos lo veré en mi habitación.
—Sí Oficial, —respondió Rick, y mirando a Marco le
habló solo moviendo los labios diciendo: “Tranquilo,
no diré nada”
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