Managua, Nicaragua
A
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penas
se oía un murmullo en la celda, los reclusos dormían, al menos la mayoría de
ellos, ya que otros planeaban una especie de plan de fuga. Sid Juarez, conocido
como “El Martillo” liderizaba la reunión, en la que participaban otros tres
reos, entre ellos Adrián Soto.
– Mañana
en la mañana llevaremos a cabo el plan – decía El Martillo
– debe
ser después de las once – acotó otro
– todos
ya saben que hacer
– estaremos
en posición.
Al otro día, justo en la hora del almuerzo,
los prisioneros de la Cárcel Montalbán hacían la cola acostumbrada para
servirse la comida, el reloj marcaba las once y diez, Adrián aguardaba en su
puesto esperando su turno, mientras Sid, próximo a servirse, echó un polvo en
el plato del reo de al lado. Dos minutos después uno de los prisioneros
convulsionaba en el suelo producto de una fuerte reacción alérgica,
Inmediatamente las autoridades del recinto tomaron cartas en el asunto,
llevaron al enfermo a una ambulancia en la salida, mientras calmaban el tumulto
que se había formado entre los reclusos; Una hora mas tarde todo volvía a la
normalidad, excepto por cinco reclusos que habían desaparecido sin despertar
sospecha alguna: Sid, Adrián y tres más se encontraban en la segunda etapa de
su plan de fuga.
Los cinco reclusos se separaron para tomar
sus respectivos puestos de acuerdo al plan, Sid debía cambiarse de ropa
rápidamente y convertirse en el “chofer” de la ambulancia, Adrián debía ir al
máster y bloquear las cámaras para que Sid pudiese salir sin problemas. Los
otros tres saldrían por el túnel de ventilación y se reunirían en el
estacionamiento vestidos como policías y huirían en una patrulla común.
El plan funcionaba perfectamente, la víctima
fue escogida adrede por Sid, ya que era alérgico a la pimienta, al ingerir gran
cantidad de dicha sustancia, su cuerpo convulsionaba y naturalmente era
indispensable trasladarlo a un hospital, cosa que debían aprovechar para huir.
Sid logró salir y encendió la ambulancia esperando que un oficial diese la
orden de arrancar, nadie sabía que era él; Los tres reos ya vestidos como
policías se encontraban en la patrulla del estacionamiento esperando a Adrián,
pero algo no salió como lo planeado, fueron interceptados por un escuadrón
policial y obligados a regresar Sid aceleró en la ambulancia, lo que ocasionó
un choque e intercambio de balas, Sid fue acribillado con doce disparos por
parte de los agentes policiales.
Mientras los encerraban de nuevo ellos se
preguntaban cono se habían enterado los guardias.
– alguien
nos delató – dijo uno de ellos
– ¿pero
Quien?
– lo
descubriremos y rogará nunca haber nacido.
La victima de la alergia fue trasladado al
hospital en otra ambulancia previamente preparada ya que la policía conocía el
plan de fuga de antemano, mientras Adrián salía por la puerta principal del
recinto disfrazado de pies a cabeza como un
funcionario
de la ley, todos lo vieron y a la vez nadie supo que era él; Antes que se
diesen cuenta de que otro de los prisioneros faltaba, Adrián ya se encontraba a
miles de kilómetros de la ciudad, mientras en la cárcel sus compañeros se daban
cuenta perfectamente que fue él quien los había delatado, Adrián reveló el plan
de fuga a los guardias porque tenía su propio plan, y vaya que dio resultado.
Dos semanas después, Adrián Soto se
encontraba en el pueblo de Boquerón, a 9.000 km de Managua, debía cambiar de
apariencia completamente, ya no lucía como aquel jovencito de 20 años con
varios kilos de más, ahora habían pasado mas de tres años y medio y estaba en
completa forma para huir del país, a pie si era necesario.
Llegó a una posada y alquiló una habitación,
salió un rato a comprar provisiones, nadie lo conocía, de hecho, ninguna señal
del prófugo Adrián Soto había llegado a ese pueblucho, asi que nadie tendría
porqué reconocerlo.
En la tarde, al llegar a la posada, encontró
a un joven vestido de etiqueta, sentado frente a la entrada, al pasar éste le
dijo:
– eres
toda una leyenda
Adrián se sorprendió un poco, pero lo ignoró
y se dirigió a su habitación. Media hora después recibió una llamada de
recepción.
– ¿bueno?
– Disculpe
Sr, pero un joven pregunta por Ud.
– ¿Qué
joven? – preguntó Adrián
– se
hace llamar San Agustín – dijo el recepcionista.
Adrián palideció de repente, dejó caer el
auricular, supo que había sido descubierto, así que salió por la ventana y
corrió lo mas que
pudo, pero fue alcanzado por aquel joven que se sentaba frente a la posada.
– ¿Por
qué tanta prisa? – dijo el joven con traje
– ¿Qué
quiere? Mas le vale que me deje en paz – respondió amenazante Adrián
– descuida
Adrián, no soy de la policía
– ¿Cómo
sabe mi nombre?
– eres
una leyenda ¿recuerdas? No solo en San Agustín, sino en todo el país, y ahora
te buscan por prófugo
– entiendo,
eres un caza recompensa, podemos llegar a un acuerdo
– Si,
podemos… pero no pienso entregarte, quiero que trabajes para mí, es decir, para
mi jefa
– ¿tu
jefa? ¿Quién es ella y que quiere?
– es la
mejor de todas y quiere tus servicios, tu brillantez
– ¿a
cambio de que?
– de tu
libertad, una nueva identidad…
– esas
son babosadas, no creo una palabra de lo que dice.
El joven del traje sacó un maletín y se lo
entregó a Adrián, luego añadió:
– allí
tienes tu nueva identidad y un adelanto, si deseas tener un reto de verdad,
llámame, aquí tienes mi tarjeta.
Acto seguido se metió en una limosina y
arrancó, Adrián abrió la maleta, allí estaban unas identificaciones,
pasaportes, partida de nacimiento y demás documentos oficiales a nombre de Phil
Benz, cuya foto era él mismo, más 1.000.000 de córdobas.
– ¿Cómo
consiguió mi foto? – se preguntaba él – ¿Qué trabajo quiere que haga?
Y luego de un tiempo de indecisión llamó al
número de la tarjeta que decía: “Richard
Favelli, abogado e inversionista”
– Me
alegro que te hayas decidido – dijo Richard una vez que Adrián lo llamó
– ¿Qué
trabajo quiere que yo haga? – le preguntó éste último
– no
será nada sencillo, deberás mezclarte con la realeza belga
– ¿la
realeza belga?
– así
es, te daremos todas las indicaciones
– ¿y
quien es su jefa?
–
digamos que se llama Apolimia, llámala así: Apolimia
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