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ubo un
silencio incómodo por unos segundos, todos estábamos tensos y a la defensiva,
los tres nos mirábamos unos a otros, hasta que el Sr. Columbus tomó la palabra.
– le
puedo explicar oficial
–
adelante, realmente me gustaría que aclare todo – dije
Él tomó un respiro, tragó saliva y continuó
hablando
– la
Srta. Fernández dice la verdad, desde que su hermana murió ha estado muy
paranoica y…
–
¿paranoica? – le interrumpió Lorena – ¿cree que es normal que todos mueran en
esta habitación?
– oh
no, no me refiero a eso
–
patrañas, acaban de matar a una mujer policía aquí ¿y usted dice que estoy
paranoica?
– no se
altere señorita – le dije a Lorena mientras le servía un vaso de agua – tenga,
tome un trago
– no
gracias – respondió ella – no se lo tome personal pero ya no confío en nadie
– como
quiera
Luego me dirigí nuevamente al Sr. Columbus
– ahora
bien, estaba usted dispuesto a explicarnos el paradero del esposo de Laura, ya
que fue asesinada con su amante ¿sabe donde está su esposo?
Ambos se miraron en silencio, Lorena y el
Sr. Columbus callaban, un eterno minuto transcurrió en silencio, ninguno quería
pronunciar palabra alguna.
– ¿y
bien? – les pregunté – me lo van a decir aquí o lo harán en la estación
– de
acuerdo – intervino Lorena – le diré
– Soy
yo – se le adelantó el Sr. Columbus – yo soy el esposo de Laura Fernández, la
hermana de Lorena
– realmente
no me sorprende – afirmé
– pero
tiene que creerme oficial – añadió él – yo no tuve nada que ver en ese
asesinato
– aun así
– le mencioné – ¿no le parece extraño que su esposa le sea infiel en su propio
hotel? O ella tenía un plan o era muy tonta ¿no creen?
–
¡Laura no es ninguna tonta! – exclamó Lorena – ella era muy lista y por eso no
entiendo porqué trajo un amante aquí si sabía que su esposo era el dueño del
hotel
– ¿y
por qué se registró con su nombre Srta. Lorena? Algo se traía entre manos
– eso
pregúnteselo a Helen – dijo el Sr Columbus
– ¿a
Helen? – agregó Lorena – esa no sabe ni donde está parada, esa si es una tonta
– ahora
pregunto yo ¿Por qué no declararon esto a las autoridades cuando se investigó
ese caso?
– Todos
pensaban que la muerta había sido yo – dijo Lorena nuevamente – por eso nadie
investigó al Sr. Columbus
– ¿ya
caso nadie sabe que la esposa del gerente principal del Hotel paraíso era su
hermana gemela?
De nuevo hubo un silencio, ambos se miraban
y bajaban la cabeza
– ¡Oh
por Dios! – exclamé – Nadie lo sabía ¿cierto? ¿Ni siquiera por los cuadros de
su oficina? ¡no puedo creerlo!
– mi
oficina no es muy visitada – dijo el Sr Columbus – y nadie se fija en los
cuadros de la pared
– no me
venga con eso ahora – dije muy molesto – voy a informarle de esto a la estación
y mas les vale que estén preparados para declarar
– como
quiera oficial – dijo Lorena y se retiró.
Luego el Sr. Columbus se dirigió lentamente
a la puerta, pero antes de salir se detuvo, dio la vuelta y se me acercó
– No la
tendrá tan fácil – me susurró
– ¿Qué
es esto? ¿me está amenazando?
– solo
le digo que no se confíe, este hotel tiene ojos por doquier y muchos de ellos
se posan en esta habitación
– me
está espiando?
– piense
lo que quiera, pero no encontrará nada en mi contra – afirmó él y en un abrir y
cerrar de ojos salió disparado de la habitación.
Inmediatamente comencé a buscar posibles
cámaras ocultas en la habitación 267, ahora sabía que el Sr. Columbus estaba
detrás de todo, para probarlo debía encontrar esas cámaras, pasé horas buscando
y no encontré ninguna, pero aun debía encontrar el máster principal donde
seguro veía lo que las cámaras captaban, ¿Por qué aseguraba que nada lo podía
inculpar?, probablemente sabía como eliminar evidencias, así que de nada servía
encontrar ese máster porque no habría ningún registro; Ya no cabía duda, el Sr.
Columbus era el sospechoso numero uno y mi próximo objetivo de investigación,
después de todo lo que declaró en esta habitación nada podía… ¡eso es!... el Sr
Columbus me reveló algo importante en mi habitación, la número 267, quiere
decir que Torres y Meléndez grabaron todo, ya que aun están los micrófonos.
Así que me dirigí rápidamente a la
habitación contigua, toqué y toqué y nadie abría, me pareció extraño y
sospechoso que ni Torres ni Meléndez estuviesen en su puesto de trabajo, llamé
a una mucama, ya no tenía objeto seguir ocultando mi identidad policiaca, le
mostré mi placa y le exigí que abriera la puerta de la habitación de al lado.
Lo veía y no lo creía, la mucama daba gritos y yo más vulnerable que nunca
llamaba urgentemente a la estación.
– Habla
el Detective Domínguez, Encontré a Torres y a Meléndez con dos disparos en el
pecho y en la cabeza cada uno, solicito refuerzos y equipo forense de inmediato
– dije mientras me recostaba un momento y me volvía el color al cuerpo.
Sabía perfectamente que no debía tocar nada
hasta que llegase el equipo criminalista, pero necesitaba saber si se había
grabado la extraña confesión o amenaza del Sr. Columbus, con unos guantes abrí
la portátil y estaba en negro, habían formateado la laptop y todo lo registrado
estaba borrado. Ahora si que me sentía supremamente enfadado, ese desgraciado
siempre estaba a un paso antes que yo, allí junto a la laptop de Torres había
un trozo de papel doblado, lo abrí y nuevamente mi ira aumentó al leer la
líneas que decían: “Ellos ya no pueden
ver, pero los ojos del hotel te siguen observando”
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