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cierto Ezequiel – me comentaba Marco Antonio mientras nos dirigíamos al
restaurant del hotel – estabas tan furioso porque el sospechoso escapó que no
me dejaste contarte lo que encontré acerca de las mujeres que me mandaste a
investigar
– ¿las
Fernández?
–
exacto, Judith y Lorena
– ¿y
bien?
– No
son hermanas ni familia, pero ambas trabajaron aquí, y lo mejor de todo es que…
– ¿es
que qué? no te detengas
Marco Antonio se cayó repentinamente
mientras me hacía una seña con sus ojos indicándome que volteara. Así lo hice,
giré mi cabeza y vi al chef Cañizares que entraba al restaurant con una mano
vendada.
– ¿Qué
le habrá pasado en la mano?
– no lo
sé, pero así no podrá cocinar bien
– ¿tú
crees que…?
– creo
que si mi amigo, estoy seguro que si.
Nos levantamos al instante y nos dirigimos a
la cocina donde previamente había entrado el chef, pero no estaba en dicha
cocina, le preguntamos a los asistentes y demás cocineros y nadie lo había
visto entrar.
–
¿estás pensando lo mismo que yo? – le pregunté a Marco Antonio con una mirada
de sorpresa
– creo
que si Ezequiel, ese no era ningún chef
– exacto,
el chef Cañizares sigue desaparecido y alguien se ha hecho pasar por él
– ¿pero
quien?
– solo
una persona pudo hacerlo – agregué – la misma persona que disparó contra Torres
y Meléndez a quemarropa, un inexperto en armas tal vez, lo que hizo que su mano
se quemase con la pólvora.
– ¡Bingo!,
el Sr. Columbus sigue en el hotel disfrazado del chef Cañizares, ¡debemos
atraparlo!
– ya se
debe haber cambiado y escondido nuevamente.
– ¿y
entonces? ¿nos quedamos cruzados de brazos esperando a que se digne a aparecer?
– no mi
amigo, haremos algo mejor… iremos directo a su escondite
– su
oficina ¿verdad?
– no
Marco Antonio, su escondite tiene que ser la habitación 267
– ¡Como!
¿estás hablando en serio?
– mas
serio que nunca, siempre me pregunté por qué esa habitación se veía mas pequeña
que las demás, la de al lado, al igual que las otras que vi, eran mas amplias;
mientras la 267 no, eso solo significa que allí hay un “escondite secreto”
– entiendo,
así fue como mató a Torres y a Meléndez, y también a… Daniela
– razón
por la cual lo haré pagar
– pero
¿Qué estamos esperando? Vamos a arrestarlo
– recuerda
que no tenemos nada en su contra
– ¿y
entonces?
– paciencia
mi amigo, iremos a hablar con alguien que sabe más de lo que dice
– Elizabeth,
su secretaria ¿cierto?
– una
vez más has errado Marco, me refiero a Helen, la recepcionista
– ¿en
serio? ¿ella? Luce tan tonta
– una
cubierta perfecta
– bien,
entonces vamos.
Mientras caminábamos hacia el lobby retomé
la conversación anterior que habíamos interrumpido.
– me
decías que habías descubierto algo importante con las Fernández ¿Qué era?
– ah
si, Judith y Lorena no solo trabajaban aquí, sino que fueron amantes del Sr.
Columbus
– ¡Lo
sabía! – exclamé – esas juntas del gerente con su cuñadita no eran normales,
aunque ¿Por qué asesinaría a su amante y luego a su esposa para quedarse con
otra amante? Realmente no comprendo.
–
quizás al tipo le debe faltar un tornillo en la cabeza
– o tal
vez no haya sido su esposa la asesinada en la habitación 267
– ahora
me fregaste Ezequiel, no entiendo nada
– te
explicaré luego – le dije ya que habíamos llegado a recepción, rápidamente me
acerqué a Helen y antes que pronunciase palabra alguna, me le adelanté con una
pregunta fulminante que ni ella ni mi colega se esperaban.
–
Dígame Srta. Maldonado – le mencioné de una vez – ¿Cuándo pensaba usted decirme
que el Chef Cañizares está muerto?
Helen quedó boquiabierta, comenzó a temblar
y pude ver como el color de su rostro cambiaba, Marco Antonio me miraba
perplejo y luego a ella, sabía que había dado en el blanco, ahora se podía
aclarar el misterio de la Habitación 267.
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