jueves, 17 de enero de 2013

APOLIMIA ATACA AL REY - Capitulo 16 "La Nochebuena de Balduino"



A
l fin Balduino pudo conciliar el sueño, dormía plácidamente cuando sintió un golpe en su puerta, el príncipe abrió los ojos, levantó la cabeza medio dormido, ya no se oía nada, así que volvió a acomodarse en su cama, nuevamente escuchó que alguien tocaba la puerta de su habitación, contra su voluntad salió de la cama y un tanto furioso exclamó:
– ¿Quién es?
– es Felipe Alteza, es urgente que hable con usted
– aguarde un momento.
   Balduino se restregó sus soñolientos ojos, odiaba que le interrumpiesen el sueño, lo ponía de mal humor; se dirigió al baño y enjuagó su rostro para que sus ojos terminasen de despertarse, tomó su bata de dormir y se la colocó.
– mas le vale que sea urgente Felipe porque…
   Cuando abrió la puerta ya no había nadie, se asomó al pasillo y estaba completamente vacío.
– ¡Maldición! – exclamó él – me despiertan a esta hora y luego se van, mañana me oirán.
   Estuvo a punto de cerrar la puerta nuevamente para volver a dormirse, cuando se percató de un papel tirado a sus pies frente a su puerta, lo recogió y leyó: “Por favor ven a verme en la plaza del jardín, es urgente, con cariño Ambar.” Sin pensarlo dos veces bajó al pasillo que daba al Salón Real, estaba vacío, abrió la puertaventana y salió al jardín, así sin abrigos ni nada más que su bata, al cerrar la puertaventana tras de sí, puedo escuchar la
primera de las doce campanadas que el Reloj del Castillo debía sonar por ser Nochebuena, ya eran las 12:00 am. Balduino cruzó el jardín lo más rápido que pudo, hacía un frío intenso, al llegar a la plaza buscó desesperadamente a Ambar, temía que se encontrase en peligro, de pronto divisó una luz de una linterna a lo lejos que provenía del cercado del Castillo, la luz titilaba regularmente, Balduino inmediatamente captó el mensaje en código Morse, así que se dirigió hacia allá. Al llegar allí, su semblante de angustia cambió a uno más relajado.
– Ah, eres tú – dijo el príncipe – pensé que… olvídalo ¿Qué haces aquí?
   Una voz femenina con acento francés le habló diciendo:
– vine a traerte tu regalo, mi cielo – al mismo tiempo que le entregaba una pequeña caja envuelta en un lujoso papel de regalo
– No tenías que hacerlo Beatrix, ya no somos nada ¿lo olvidas?
– no me hables así ma vie – respondió ella
– ahora estoy saliendo con alguien más, y la amo de verdad Beatrix así que…
– ya lo sé mi cielo ¿Cómo crees que logré que vinieras? Creíste que era Ambar ¿verdad? Siempre la preferiste a ella
– estoy enamorado de ella, espero que ésta vez te quede bien claro, amo a Ambar, siempre la amé, lo de nosotros solo fue un desliz
– Estás destrozando mi corazón Balduinito
– no me llames así
– igual este regalo es con todo mi amor, Feliz Navidad mi príncipe
– ¿Cómo lograste entrar sin ser vista?
– conozco a uno de los guardias y me dejó entrar – respondió ella
– mañana mismo lo despediré. Dime quien es
– ¿y crees que te lo diré? No me tomes por estúpida
– no vuelvas a aparecerte por aquí, ni a enviarme esas notas con… ¡Ahh!... ya veo, Felipe es tu contacto, él te dejó entrar ¿cierto?
– ¿de que hablas? No sé quien es ese Felipe, él no es mi contacto.
   La nieve caía más y más mientras la temperatura disminuía hasta hacer banquear la piel de Balduino, Beatrix se cubría más, claro, ella vestía un abrigo de pieles mientras que el príncipe apenas se cubría con su bata de dormir.
– ¡Vete ahora mismo y no regreses! – exclamó Balduino mientras tomaba a su interlocutora del brazo y la acompañaba a una de las compuertas del castillo que daba a la calle
– suéltame, iré sola – respondió ella mientras se alejaba y se perdía en la nublada noche.
   Balduino regresó corriendo de prisa, encogiéndose de hombros y frotando sus manos, cuando atravesó nuevamente el jardín, divisó a alguien tirado en la plaza, se acercó y palideció aun más cuando vio a Felipe Sybille sin vida y con un cuchillo clavado en el corazón, cual película de terror, estaba muy desangrado, pero lo que más le llamó la atención fue que junto a su cuerpo había una caja de regalos con una tarjeta que decía: "Para el Rey Leopoldo, De Apolimia".

APOLIMIA ATACA AL REY - Capitulo 15 "La Nochebuena de Albert"



Y
a todos se habían retirado a sus habitaciones, la Guardia Real custodiaba el Castillo, sin embargo en el Salón de Copas se encontraba el príncipe Albert, completamente solo, sirviéndose un par de tragos, muchas cosas pasaban por su mente: – Ámbar Drescher, eres muy hermosa – se decía a si mismo – ¿Por qué te fijaste en Balduino y no en mi? – claro, es obvio, él es el heredero al trono – no confío para nada en las mujeres como tú – yo podré estar enamorado de ti desde Champittet, pero no permitiré que te burles de mi hermano – por ti dejé mis estudios y mírame aquí, como un tonto ordures despechado por tu culpa, aun enamorado de ti maldita Ambar, pero ya no más, quieres meterte a Balduino en el bolsillo y ser la futura Reina de Bélgica ¿verdad?, pues te digo Ambar… sobre mi cadáver. Inmediatamente escuchó al Reloj del Castillo dar 12 campanadas como reforzando sus palabras.
   Albert seguía hablando consigo mismo, bajo los efectos del alcohol, luego de haberse desahogado, exclamó:
– Ahora mismo se lo diré, Balduino sabrá que me gusta su novia – dijo mientras salía del Salón de Copas y subía rumbo a la habitación de su hermano, al llegar a su puerta se detuvo – mejor no, Balduino me odiaría por siempre si le confieso eso, pero ¿Cómo haré para hacerle ver que ella no es de fiar?
– ¿se le ofrece algo Alteza? – le preguntó uno de los guardias que transitaban el interior del Castillo como parte de la vigilancia
– no, solo quiero hablar con mi hermano – respondió Albert entrando en dicha habitación.

   Para su sorpresa, estaba vacía, Balduino no se encontraba en su recámara: – ¿me habré equivocado de habitación? – se preguntaba Albert consciente de su ebriedad, rápidamente salió y quiso buscar a aquel guardia de turno, pero tampoco lo halló.
– Algo extraño está ocurriendo – se dijo Albert mas alarmado que nunca – no me equivoqué, ese es su habitación, necesito un café.
   Se dirigió a la cocina para servirse una taza de café, debía hacerlo él mismo ya que los criados dormían. – muy eficiente esa Martine – comentaba él al descubrir que había café hecho y listo para servirse.
   Repentinamente escuchó unas voces que provenían de atrás de la cocina, y se acercaban aun más, Albert se escondió como pudo, ya que el Castillo siempre permanecía iluminado toda la noche, se ocultó detrás de un estante mientras escuchaba a un hombre y una mujer discutir, pudo reconocer la voz femenina, sin duda alguna era Ambar, la voz masculina le pareció la de un caballero americano, atento escuchó su conversación:
– no puedo creer que hayas logrado entrar – decía ella – ¿Cómo hiciste con los guardias?
– soy amigo de uno de ellos – respondió el caballero – me dejó entrar, hace un frío infernal allá afuera
– aun así es arriesgado, ¿trajiste lo que te pedí?
– aquí lo tienes Gracy
– baja la voz Rick, aquí las paredes pueden tener oídos, salgamos antes que uno de los guardias internos te vean.
   Un silencio reinó por un instante, ya no se oían voces, Albert esperó un rato más detrás del estante hasta estar seguro que ya no se escuchaba nada, al salir efectivamente no había nadie, caminó
hasta la puerta trasera de la cocina que da al patio central, no había rastro de la pareja.
– ¿lo habré imaginado? ¿Quiénes son Gracy y Rick? El alcohol no me sienta bien – murmuraba.
   Albert salió tambaleándose de la cocina y se dirigió al pasillo central rumbo a su recámara, pero de pronto, al pasar por la Sala Real, la puertaventana del jardín se abrió estrepitosamente al mismo tiempo que Balduino entraba por ella, tenía un semblante pálido cuando pronunció una extraña palabra:
– Apo… Apol… limia – tartamudeó él temblando aún de frio.
   Albert dio un brinco y exclamó:
– ¡Balduino! ¿Qué hacías afuera a esta hora y sin abrigo?
Apolimia – repitió éste – Fe… Felipe está mu… muerto afuera, ddd… dice Apol… Apolimia
– ¿Felipe muerto? ¿y quien es Apolimia?
   Pero Balduino temblaba aún más hasta que perdió el conocimiento allí mismo frente a su hermano.

APOLIMIA ATACA AL REY - Capitulo 14 "La Nochebuena de Theodore"



N
uestra crónica debe dividirse en tres partes iguales y separadas. La Nochebuena había de ser envuelta en ciertos sucesos y cada una de las personas involucradas en ella la vio desde su punto de vista particular. Comenzaremos con el Duque Theodore, quien no era otro que Scott Campbell, en el momento que se retiró a su habitación. Estaba muy inquieto y no podía conciliar el sueño, minutos mas tarde tomó su teléfono y marcó un número.
– necesito comunicarme con Rachel, por favor Amy, te lo suplico, es Nochebuena y quisiera hablar con ella
– sabes muy bien que eso no puede ser posible – aclaró Amy desde el teléfono
– por lo que mas quieras, no le diré nada, puedes escuchar la conversación si quieres
– a Ámbar no le gustará
– yo me arreglo con ella
– de acuerdo – asintió Amy – podrás hablar con tu esposa, pero si le comentas algo del proyecto, o le insinúas algo de la misión, sin duda alguna ella y tu hijo pagarán las consecuencias, estaré oyendo su conversación
– Trato Hecho.

   La llamada se cortó y a los 30 segundos, Amy logró comunicar a Scott con su esposa en Canadá, su eficacia sobrepasaba los límites de la tecnología, nada era imposible para Amy.
¿Hello? – preguntó una voz al otro lado de la línea
– ¿Rachel? ¿cielo? ¿eres tú?
– ¡oh madre santa! ¡Scott! ¿Cómo…? ¿Qué estás…?
– estoy bien mi amor, llamaba para saber de ustedes y para desearte…
– Feliz Navidad a ti también mi vida – le interrumpió Rachel con un sollozo – Te extraño, Jimmy siempre pregunta por ti
   A Scott se le hizo un nudo en la garganta, y su voz se entrecortó, extrañaba tanto a su hijo, cerró los ojos y trató de respiró hondo tratando de aguantar un leve llanto.
– pásame a Jimmy por favor.
   Unos segundos después el pequeño estuvo en el teléfono:
– Hola Papi, ¿Cuándo regresarás?
– muy pronto campeón, en febrero ¿Cómo te estás portando?
– bien, saqué buenas notas
– te amo hijo, nunca lo olvides…
   Scott, tuvo que detenerse para evitar que su hijo se diera cuenta de su dolor, su corazón se le encogió, luego continuó:
– hijo… ahora… pásame de nuevo a tu madre – decía Scott entrecortando la voz.
   Rachel volvió al habla:
– Esta navidad será la mas horrible que hayamos pasado – dijo ella
– la mía también – respondió él – Te amo Rachel, no te imaginas cuanto
– yo también Scott, te amo y te extraño, a veces sueño que estás aquí y…
– pronto lo estaré, quiero que le compres ese libro que tanto le gusta a Jimmy – dijo Scott – ¿recuerdas? El del Portal del Espejo en el Baño, le encanta la ciencia ficción, por favor Rachel, cómprale el libro de mi parte, aquí no se consigue.
– pero yo no…
– ya sé que es costoso, te enviaré el dinero después para reponerlo
– no lo sé, mañana todas las tiendas estarán cerradas
– el aeropuerto no, la librería del aeropuerto nunca cierra
– de acuerdo Scott, a Jimmy le gustará, nunca hemos podido dárselo
– esta vez se lo merece, dile que se lo envío yo
– así será mi amor
– bien ahora te tengo que dejar, un beso mi cielo, te amo – dijo Scott con una mirada empañada
– Te amo, vuelve pronto – respondió Rachel.
   Después de colgar, el teléfono su repicó:
– Te felicito Scott – le habló Amy – te portaste bien, tu familia seguirá a salvo, se nota que se aman mucho.
   En ese instante se escuchó el Reloj del castillo dar una campanada, luego otra, y otra, y así sucesivamente hasta dar doce en total.
– Nunca había sonado ese reloj – mencionó Scott
– solo ocurre en Nochebuena y en Fin de año – respondió Amy – significa que ya es media noche y oficialmente la comienza la Navidad, por cierto Feliz Nav…

   Scott colgó el teléfono antes que Amy terminase de hablar, se asomó por la ventana de su habitación y vio alguien cruzar el jardín, iba vestido con una bata muy fina, así que supuso que era uno de los príncipes, pero ¿Qué estaría haciendo afuera a esa hora?, Scott se vistió y bajó a la Sala Principal del Castillo, cuando se disponía a abrir la puertaventana que daba al jardín, una voz le detuvo:
– ¿A dónde va a esta hora, Duque Theodore?
– oh, solo quería un poco de aire fresco Don Felipe – respondió él lo mas calmado que pudo
– no se lo aconsejo mi Señor – agregó Felipe – el clima está muy frío afuera y pronto comenzará a nevar.
   Scott meditaba para si: “es cierto, con tanto frío afuera y alguien camina con una simple bata de dormir” y Luego añadió:
– entonces me quedaré un momento aquí, aun no puedo conciliar el sueño
– le traeré un té, Duque, enviaré a un criado – dijo Felipe mientras se retiraba.
   Scott, o mejor dicho Theodore, se acercó al Árbol Gigante de navidad, echó un vistazo a los regalos instalados al pie de éste, y su asombro fue porque ya no estaba el obsequio que él mismo había puesto para el Rey de parte de Apolimia, alguien se había llevado la cajita que Ambar le había ordenado colocar allí, ¿pero quien?.

APOLIMIA ATACA AL REY - Capitulo 13 "Cenando con el enemigo"



Diciembre 24, Dos meses para el ataque

U
na vez que todos estuvieron en el comedor y en sus respectivos asientos, el Rey ordenó que se sirviera la comida, éste ocupaba la cabecera de la mesa obviamente, a su lado derecho estaba Balduino y junto a él Ambar quien sonreía tímidamente con las ocurrencias de él. Frente a ellos, en el lado izquierdo de la cabecera, estaba Albert y junto a él se encontraba Theodore, un puesto más allá estaba Felipe, el resto de los asientos de la enorme mesa de 12 metros, estaban desocupados.
   Se sirvió de entrada unos macarrones con salsa de champiñones, Theodore hablaba de sus viajes por Europa Oriental y Medio Oriente, Albert comentaba de vez en cuando su deseo de viajar por esos países, Ambar mostraba un gran interés en las aventuras de Theodore, mientras el Rey Leopoldo miraba frecuentemente aquella joven que acompañaba a su hijo Balduino, estaba seguro que la conocía de algún otro lugar aparte del Champittet, pero no recordaba cual, sin embargo el apellido Drescher por alguna razón le causaba escalofríos.
– ¿En que piensas padre? – preguntó Balduino interrumpiendo sus ideas
– solo pienso en lo agradecido que estoy por tener a mi familia unida – respondió él
– así es – dijo Balduino – propongo un brindis por eso.
   Todos alzaron sus copas, luego Albert agregó:
– nuestra madre estaría orgullosa, que Dios la tenga en su santa gloria
– Amén – intervino Theodore – tengo vagos recuerdos de ella, pero sé que era una mujer muy hermosa
– lo era, y muy sabia además – añadió Balduino – Mamá era la persona mas inteligente que jamás haya conocido.
   Theodore tomó un bocado y luego agregó:
– ¿puedo preguntar?, si no es mucha indiscreción ¿Cómo murió la Reina Astrid?
– fue un accidente – respondió el Rey Leopoldo – un terrible accidente automovilístico.
   Una lágrima rodó por su mejilla, mientras Ambar se percataba de que el Rey tenía una mirada culpable y avergonzada, ella sonreía porque conocía la verdad sobre la muerte de la reina, y no fue tan “accidental” como el Rey lo aseguraba.
– es lamentable – dijo Ambar – que Su Majestad el Rey y Su Majestad la Reina estuviesen solos en aquel momento, nadie pudo auxiliarla a tiempo
– asi es mademoiselle – respondió el Rey – tuve suerte en salir a tiempo, pero mi querida Astrid no, y cuando llegaron los paramédicos ya era muy tarde y…
– ¡Es Suficiente! – exclamó Felipe quien había permanecido en silencio hasta ahora – Ya basta de recordar ese trágico día, no le hace bien a Su Majestad
– Felipe tiene razón – mencionó Albert – este no es un tema ideal para una cena navideña
– quiero aprovechar entonces para agradecerles el pasar con ustedes estos días – resaltó Ambar – mi tío y mi prima siguen fuera del país, y es muy triste pasar la navidad sola, pero gracias a Balduino no fue así
– Yo también agradezco que Tío Leopoldo me haya invitado, llevaba mucho tiempo sin venir – acotó Theodore
– pero nunca te dignaste a visitarnos – agregó irónicamente Albert
– Albert, no empieces – le regañó su hermano
– es cierto – prosiguió Theodore – no me atrevía a venir sin ser invitado por temor a que ser rechazado debido a los errores de mi padre
– Tonterías Theodore – dijo el Rey nuevamente – lo que ocurrió entre Félix y yo no tiene nada que ver contigo, solo fueron diferencias entre diplomáticos referentes a temas económicos
– lo sé, y gracias de nuevo.
   En ese instante se sirvió el plato principal, un carnero asado relleno, con salsa dublé y ensalada de bruselas, la comida favorita de la realeza. Todos degustaban esas exquisiteces.
– es delicioso – dijo Ambar – felicítenme al chef
– es la chef – agregó Balduino – Martine Luport, es la mejor que hemos tenido
– debes llevarme con ella para felicitarla en persona, Balduino
– no es necesario mademoiselle – dijo el Rey – la mandaré a llamar.
   Martine entró al Gran Comedor Real y con una reverencia saludó a los presentes.
– permítame felicitarla madame Luport por tan exquisita comida, una delicia para el paladar – halagó Ambar
merci mademoiselle – respondió Martine
– igualmente digo yo – intervino Theodore
– lo mismo digo Martine – agregó Balduino
– gracias a ustedes, lo hago con toda mi alma.

   Una hora después, luego del postre, la Familia Real y sus invitados a la mesa, se retiraban al Salón Real donde contemplaban el enorme árbol navideño decorado espléndidamente, mientras conversaban un rato, hasta que al final todos se retiraron a sus recámaras para dormir.
– Mañana abriremos los obsequios – dijo Balduino – ya ordené que los colocaran.
   Efectivamente, al pie del enorme árbol, se encontraban varias cajas envueltas, la realeza no perdía la costumbre de regalar detalles en navidad, sin embargo una de las cajas decía en su tarjeta: “Para el Rey Leopoldo, De Apolimia.”

APOLIMIA ATACA AL REY - Capitulo 12 "El Caballo avanza hacia el Rey"



Diciembre 23, Dos meses para el ataque

S
erá un evento único en su estilo, ocurre cada 107 años, no solo el cometa Apolo se acercará a la tierra, sino que traerá una lluvia de meteoritos que será visible en casi toda Europa y Norte de África la noche del 17 de febrero – comentaba el rey Leopoldo a sus hijos Balduino y Albert durante el desayuno – y para eso he invitado a los grandes monarcas y diplomáticos de la época a una gran cena en el Palacio Real.
   El Rey Leopoldo era un hombre de aspecto sobrio que impartía autoridad, rondaba los cincuenta años de edad, pero poseía un espíritu joven y lleno de prosperidad; su barba canosa, en lugar de darle una imagen de senilidad, lo hacía ver más sabio y regio. Sus hijos asentían y escuchaban mientras él proseguía con sus planes; por supuesto todos ya tenían conocimiento acerca del gran evento de febrero, incluso ya se había comunicado meses atrás el deseo de hacer una gran fiesta ese día de la llegada del cometa y la lluvia de meteoritos que mas bien parecerá una lluvia de estrellas cayendo en el firmamento. Al final del discurso, el Rey agregó:
– Además, para la Cena Navideña de mañana he invitado a su primo Theodore para que pase esta temporada con nosotros
– ¿Cómo? – preguntó Albert acelerado –  ¿Por qué has invitado a Theodore?
– ya es hora de hacer las paces ¿no creen?
– es lo que le comentaba a Albert – intervino Balduino – Theodore no tiene la culpa de lo que hizo Tío Félix
– ¿y vas a seguir diciéndole Tío a ese traidor? – agregó Albert – Félix era nuestro primo tercero
– ¡como sea! – retomó el Rey Leopoldo – ya lo he invitado y mañana mismo estará aquí, así que quiero que sepan apreciarle y atenderle, como cuando eran niños y jugaban los tres
– por favor padre, ya no somos niños
– eso lo sé Albert, pero denle una nueva oportunidad, Theodore ya pagó por los errores de su padre y quiere enmendarlo todo, quiere empezar de nuevo
– es justo – agregó Balduino – el perdón es el mayor de los honores, él es nuestro único familiar
– ni modo – murmuró Albert – trataré de olvidar el pasado
– Así me gusta hijos, que puedan darle una oportunidad a quien se los merece, ya puedo morir tranquilo sabiendo que el destino del país quedará en buenas manos, en mis hijos, Balduino reinando y Albert como su mano derecha
– No hables así padre, pareciera que te fueras a morir pronto y aún faltan muchos años para eso.
   Balduino se levantó de la mesa y antes de retirarse dijo:
– Hablando de invitaciones a la Cena de Navidad, no hay ningún inconveniente en que traiga a una invitada a cena ¿verdad?
– claro que no hijo – mencionó el Rey – veo que te has interesado en una dama, ¿puedo saber quien es?
– es una chica del College Champittet – dijo Albert – últimamente Balduino solo piensa en ella
– ¿es cierto eso? Bueno, pues si es una joven de tal importancia, adelante hijo, cualquier alumna del prestigioso Champittet es bienvenida
– muchas gracias padre – respondió Balduino – iré a llamarle ahora mismo, espero que aun esté en la ciudad y no tenga planes para mañana
– tal vez los tenga, recuerda que es esta temporada la gente la pasa con la familia
– lo imagino – suspiró Balduino – ella está sola aquí en Bruselas, solo tiene un tío y una prima, creo que están en el exterior.
   Albert se levantó también de la mesa y con una palmada en el hombro de su hermano le dijo:
– solo te digo que actúes con prudencia
– pensé que esa conversación ya había acabado
– solo digo, y con su permiso, me retiro.
   Ambos príncipes salieron del comedor y el Rey Leopoldo mandó a llamar a Martine con uno de sus criados, una vez entrado ella ante el Rey, este le dijo:
– Martine, quiero que para mañana te luzcas con una impecable y suculenta comida de esas que solo tú sabes hacer
– ¿algún menú en particular que quiera Su Majestad?
– sólo impresióname.
   Martine sonrió lo más discreta posible, en sus pensamientos pasaban un millón de cosas, una de ellas era: “claro que si mi Rey, quedará usted más que impresionado.”

   Temprano en la mañana siguiente, Theodore llegaba al Castillo de Laeken, Balduino acompañado de Felipe fueron a recibirle
– Bienvenido primo – dijo el príncipe – ¡Cuánto tiempo sin vernos!
– han pasado muchísimos años – respondió Scott personalizando a Theodore – diez para ser exactos, como extrañaba este lugar
– por favor, entra y ponte cómodo, esta también es tu casa
– le mostraremos su habitación – intervino Felipe mientras daba órdenes a Phil y otros criados para llevarle su equipaje a la recámara preparada especialmente para él.
   Durante el resto del día, Theodore paseaba por los jardines del Castillo, luego jugaba el golf en compañía de Balduino y Albert, recordaban viejos tiempos y hablaban de economía, los buenos vinos y los tipos de mujeres.
   Llegando la tarde, todos se preparaban para una discreta Cena Navideña, demostrando el catolicismo inculcado en la Familia Real. Balduino fue a recibir a Ambar, su invitada, quien estaba ataviada acorde a la ocasión.
– espero no haber llegado tarde – se disculpó Ambar
– descuida, aun es temprano – le dijo Balduino mientras la conducía al interior del Castillo – te mostraré tu habitación, es una pena tu tío y tu prima no nos acompañen
– oh si – respondió ella – no pueden venir hasta el 27, temía pasar esta temporada sola.
   Un rato después, faltando unos minutos para las ocho, Balduino le presentó a Ambar su primo Theodore, el cual hacía su papel perfectamente. Scott y Ambar actuaban cual desconocidos y apenas cruzaban algunas palabras, Albert seguía observando a Ambar como un conejo cuidándose de un águila, ella solo le sonreía y éste no tenía otro remedio que devolverle una sonrisa fingida mientras alzaba la copa en su mano. Luego, el Rey Leopoldo apareció con su soltura y destacada sobriedad, digno de un monarca respetado y saludó a los invitados presentes.
– ella es Ambar, padre – dijo Balduino cuando el Rey se acercó a saludarla – Ámbar Drescher, no sé si la recuerdas del Champittet
   el Rey Leopoldo se tambaleó por un instante, sus ojos se abrieron tenuemente al oír ese nombre. Ambar hacía una leve reverencia ante Su Majestad mientras pensaba para sí misma: Apolimia está de vuelta”
– no creo recordarle mademoiselle – repuso el Rey – espero que me disculpe usted
– es comprensible Su Majestad, pierda cuidado – respondió Ambar con una sonrisa sutilmente malévola. En ese instante se escuchó la voz de un mayordomo diciendo que la cena ya estaba servida, y podían pasar al comedor.

APOLIMIA ATACA AL REY - Capitulo 11 "El Alfil se acerca a la Dama"



D
urante la cena, Albert no pronunció palabra alguna, Balduino y Ambar hablaban de sus anécdotas en el College Champittet y de lo mucho que lo extrañaban; Después de la cena, Albert se retiró y Balduino ofreció llevar a Ambar a su casa y acompañarla.
– ¿Dónde te recogió el chofer? ¿Dónde te estás quedando?
– en una pieza sencilla en L’Oliver STR
– te llevaré, esta vez iré contigo en la limosina
– gracias Balduino, pero no es necesario
– como crees, eres mi invitada y te atenderé hasta el final, además deseo que regreses de nuevo, te podrías quedar unos días en el Castillo
– no creo que a tu hermano le agrade la idea
– ¿Albert? No, él siempre es así, siempre vive protegiéndome.
   Ambar meditaba en esa última frase “siempre te protege” – pensaba ella – “veamos si se puede proteger él también”… Balduino la volvió a la realidad.
– oh, disculpa – respondió ella – estaba pensando en mi familia
– cierto, me habías hablado de un tío y una prima
– si, es todo lo que tengo en el mundo, viven en América, espero que algún día puedas conocerlos
– me encantaría
   Ambos entraron a la limosina del príncipe y, junto a una motorizada guardia, fueron escoltados hasta L’Oliver SRT donde dejaron a Ambar en una residencia de dicho sector. Balduino bajó y la acompañó a la puerta como todo un caballero, mientras la
guardia real vigilaba los alrededores. Ambar le agradeció con una grata sonrisa, por un momento sus miradas se cruzaron fijamente y sus labios se acercaron a escasos milímetros, pero Ambar se detuvo.
– no creo que…
– tienes razón – intervino él –  un caballero no debe besar a la dama en la primera cita
– no sabía que era una cita
– no lo era, pero la habrá y será mucho mejor
– pero que galán – rió Ambar – esperaré ansiosa, muchas gracias, pasé una velada agradable contigo, buenas noches
– Buenas noches.
   Durante el regreso al Castillo, Balduino permanecía sonriendo y mirando al infinito, de pronto se percató que en el asiento estaba un chal, Ambar lo había olvidado, por un instante quiso decirle al chofer que se devolviese, pero prefirió no hacerlo, de esa forma tendría una excusa para volver a verla.
   Al llegar al Castillo se dirigió a la recámara de Albert, este aun se encontraba despierto leyendo un libro el cual cerró y escondió antes de permitir que su hermano entrase.
– ¿Cómo te fue con tu amiguita? – le preguntó a Balduino apenas éste entró
– de eso vengo a hablarte Albert ¿Qué fue toda esa indiferencia hacia ella?
– pobre e iluso hermano – respondió Albert – ¿no te das cuenta que solo tiene interés en ti porque eres el heredero al Trono?
– ¿de que hablas? Ambar y yo hemos sigo amigos desde Champittet hace varios años
– y no te has preguntado ¿Por qué se hizo tu amiga en el College habiendo otros jóvenes importantes y ricos?
– no toleraré tus insinuaciones, no permito que hables así de Ambar, no en mi presencia ¿está claro?
– oh no, ya caíste en su trampa
– ¿Cuál trampa por amor a Dios?
– estás enamorado de ella hermano, acéptalo, esa mujer te atrapó, solo te pido que pienses con la cabeza y no con el corazón, recuerda que serás el futuro Rey de los belgas
– estás igual a Papá, gracias por el consejo, pero te equivocas con respecto a ella y… no estoy considerando en pedirle la mano… al menos aun no
– ¿aun no? De acuerdo, no te precipites – agregó Albert – simplemente no confío en ella
– nunca confiaste en ninguna de mis pretendientes, desde chicos siempre lo hacías ¿Por qué?
– eran unas interesadas hermano, por eso te digo que medites bien a quien eliges como esposa, no pienses solo en ti, sino en toda Bélgica
– lo tendré en mente – respondió Balduino – solo te pido que muestres mas interés en Ambar, y seas mas efusivo con ella, hazlo por mi ¿quieres?
– de acuerdo, lo intentaré
   Balduino bajó a la Sala de Copas, comió un aperitivo mientras reflexionaba, sacó el chal de Ambar y lo acercó a su nariz cerrando los ojos mientras inhalaba el aroma prendido en el, luego murmuró: “Ambar es diferente, no es como las demás.”
   Esa misma noche, a varios kilómetros de allí, al otro lado de la ciudad, el detective Julián Montiel se encontraba en la Biblioteca Pública del Estado, leyendo algunos libros de crímenes, mitología y
de la Familia Real Belga. Mientras hojeaba unos libros, descubrió un anuario del College Champittet ubicado en Suiza, donde los príncipes belgas habían estudiado.
– Así que es eso lo que tienen en común – susurraba él – Descubriré tus planes Gracy, o mejor dicho Apolimia, algo grave te tuvo que haber hecho el Rey Leopoldo, creo que ya sé de que se trata, ya estoy mas cerca de atraparte – seguía diciéndose Julián para sí, mientras afuera comenzaba a llover.

APOLIMIA ATACA AL REY - Capitulo 10 "Apolimia juega al Ajedrez"



Noviembre 29, Tres meses para el ataque

T
odo marchaba con absoluta normalidad, aunque nada en el mundo pueda ser absoluto, sin embargo en el Castillo Real de Laeken se respiraba un aire de paz, se podría decir que era algo como la inquietante calma antes de la tormenta. La Guardia Real fue duplicada, aunque solo Felipe, el Rey y su secretario conocían la existencia de aquella misteriosa nota recibida hace un poco más de un mes. Sin embargo, no fue sino hasta ese día que el radar de alarma de Felipe, quien ahora se encargaba de recibir personalmente el correo del castillo, se disparó a millón al ver entre las cartas una sin remitente, rápidamente la abrió y leyó su contenido, solo era una línea que decía: “Estoy más cerca de usted mi Rey, Apolimia.”
– ¿Cómo es posible que no sepamos quien envía esta carta? – decía enojado Felipe al cartero – Ud. debe saber quien las envía
– no sé de que me habla Señor, yo solo las tomo del buzón, son públicos y cualquiera puede echar una carta dirigida al Castillo
– lo sé, ya lo sé, por esa estúpida Ley de que el pueblo puede escribirle a la familia real, pero al menos deben poner el rem…
   Felipe se detuvo, estaba dando demasiados detalles y revelando información más de la cuenta, ni el cartero, ni nadie más debían enterarse de las extrañas notas que recibían mensualmente,
– Lamento la escena – se disculpó él – puede retirarse.
   Felipe veía al cartero marcharse e inmediatamente envió una pequeña y discreta tropa a seguirlo, ahora entraba dentro de los sospechosos, por supuesto, dicha paranoia solo existía en su mente, ya no le estaba gustando ese jueguito de las notas anónimas, las había analizado y ninguna huella o epitelial se había encontrado.
   Después del desayuno, que estuvo sublimemente delicioso, Balduino bajó al Estudio preguntando por su padre.
– Su Majestad está fuera de la ciudad – respondió Phil mientras ajustaba unas delicadas cortinas de seda y terciopelo en las ventanas del Estudio
– gracias Phil, pensé que ya había regresado
– aún no Su Alteza, recuerde que debe preparar todo para la fiesta estelar
– cierto, hágame un favor Phil, dígale a Martine que prepare un soufflé de manzanas y ensalada de langostinos rojos para la cena, porque tendré una invitada especial.
– De inmediato Su Alteza.
   Phil dejó las cortinas por un momento y se dirigió a la cocina, Balduino le detuvo.
– oh no Phil, no es necesario que vaya ahora mismo, puede hacerlo después que haya terminado sus quehaceres.
– como usted diga Su Alteza.
   Balduino se retiró a su recámara, no habían pasado ni cinco minutos, cuando el príncipe Albert entraba por la puerta del jardín, vestido deportivamente.
– Quiero que me prepare el baño, vengo exhausto – le dijo Albert
   Phil solo pensaba: “Tantos sirvientes en este Castillo y los dos príncipes me ordenan todo a mi”
– De inmediato Su Alteza – respondió Phil
– ah, y sin muchas sales en el jacuzzi, la última vez fue exagerada la cantidad
– lo tendré en cuenta Su Alteza
– hágalo rápido ¿quiere? Aún es muy joven como para estar achantado, señor…
– Phil Alteza, mi nombre es Phil
– como sea, vaya de prisa, hoy saldré un rato.
   Phil se retiró a preparar el baño del príncipe, tenía unas ganas enormes de colocar un animal venenoso en el jacuzzi, pero desistió la idea, tenía que soportar sus caprichos hasta febrero porque su recompensa seria mayor, ese Albert le recordaba a Ricardo, aquel compañero del Convento que casi lograba aniquilarle, Phil quería acabar con Albert, sonreía porque Ambar le prometió que lo haría, él mismo sería el encargado de matar en persona al príncipe Albert cuando llegase el momento. En febrero 17, el día de la lluvia de estrellas, la familia real belga estaría aniquilada por completo, un aire de éxtasis subía por las venas de Phil al pensar en ese día, tres, solo tres meses faltaban, paciencia, era todo lo que debía tener, Phil volvía a sonreír mientras ajustaba la temperatura del baño de Albert, y murmuraba a la vez: “Yo mismo acabaré contigo Albert, y créeme que lo disfrutaré” Phil seguía sonriendo con aquella mirada maléfica.
   La tarde caía lentamente, cuando una limosina cruzaba el jardín de la entrada y se detenía en la puerta del Castillo.
– ya está aquí – dijo Balduino al oír la bocina, y se dirigió al Salón Real donde la realeza recibía a las visitas.

   Una hermosa mujer, ataviada de un hermoso traje de channel salmón con blanco, bajaba de la limosina y entraba al salón, un mayordomo y dos sirvientas la atendían.
– muy amables – decía la dama luego de que le ofrecieran un aperitivo y una copa de vino
– Su Alteza no tarda mademoiselle – acotó el mayordomo.
   Unos escasos quince minutos transcurrieron hasta que Balduino entró al Salón saludando a su invitada.
– Balduino, ¡Cómo has cambiado! – exclamó ella al verle entrar
– en cambio tú estás idéntica que cuando estábamos en Champittet
– cierto, las Escuelas Élite de Suiza nos tenían así, hace tanto tiempo
– tonterías, solo han pasado tres años, ¿Lograste terminar tus estudios en Suiza?
– oh no Balduino, me retiraron la beca
– no lo sabía ¿Por qué no me dijiste nada?
– ¿Cómo iba a molestarte con eso? Eres un príncipe y ya te habías graduado, no te iba a pedir dinero
– ¿Por qué no? Estaría complacido, sabes que somos amigos y que yo siempre te he…
   Balduino se detuvo mientras su rostro se ruborizaba. La hermosa dama tomó sus manos, y se le acercó un poco más susurrándole:
– lo sé mi querido Balduino, pero jamás abusaría de tu jerarquía o tu influencia, terminé mis estudios en otra escuela, no tan prestigiosa como Champittet
– me alegro mucho, me acuerdo de ti y esa extraña compañera de habitación que tenías ¿recuerdas? La que siempre lloraba por su tío ¿Cómo es que se llamaba? Stanem, Betty Stonen…
– Beatrix Stonen, su tío murió y naturalmente heredó todo, ahora es multimillonaria, perdí el contacto con ella hace dos años
– no importa ahora, me alegro que hayas aceptado esta invitación, desde que supe que estabas en Bruselas quise invitarte.
   En ese instante Albert volvía de su paseo y estaba a punto de entrar al Salón de Copas a tomar algo, cuando Balduino lo llamó y lo invitó al Salón Real:
– ¡Albert! Ven a ver quien está aquí, Ambar ¿la recuerdas? Ambar Drescher, estudiamos juntos en el College Champittet
– ¿Cómo le va Albert? – saludó Ambar
– príncipe Albert para usted mademoiselle – repuso Albert con un tono algo engreído, hizo una reverencia con su cabeza y se retiró.
   Ambar frunció el ceño tan delicadamente que Balduino no lo notó, ella solo pensaba: Apolimia ahora juega al ajedrez, las fichas comienzan a moverse”